Los proyectiles encontrados en las inmediaciones del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) y del Instituto de Física Teórica (IFT), que han provocado diversos daños materiales en este edificio del campus madrileño de Cantoblanco, parecen no tener un origen claro. Al menos eso asegura la Universidad Autónoma de Madrid, en base a los informes de la Guardia Civil realizados hasta la fecha. Dichas investigaciones "no han podido precisar la procedencia" de los tiros, según explica a este medio Pilar Cuena, Directora del Gabinete de Comunicación de la UAM. En los próximos días la Gerencia de la institución tiene previsto enviar sendas cartas a la Delegación del Gobierno y a la Dirección General de la Guardia Civil "para que tomen las medidas necesarias".
La versión ofrecida por la UAM a este medio es parcialmente contradictoria con las quejas de los trabajadores de Cantoblanco, que comenzaron en 2012 a alertar sobre el peligro de los disparos. En los primeros atestados policiales, a los que ha tenido acceso Hipertextual, se denuncia el hallazgo de balas en los alrededores del edifico del ICMAT y del IFT. Asimismo, las quejas realizadas en los últimos cuatro años evidencian los daños materiales que han provocado proyectiles perdidos, tales como mellas en las paredes de los centros, rotura de ventanas y ruido constante. Estas balas procederían, supuestamente, del campo de tiro próximo a Cantoblanco.
El terreno del club de tiro pertenece a la UAM
Las declaraciones realizadas ante la dependencia Madrid-Fuencarral-El Pardo del Cuerpo Nacional de Policía apuntan al cercano Club de Tiro Cantoblanco como el origen de las balas encontradas en el campus. Si bien es cierto que la denuncia no es prueba suficiente de que los proyectiles procedan del campo de tiro, parece lógico pensar que este sea el lugar de origen de los disparos dada su proximidad.
El campo, situado a 1,5 kilómetros del edificio, consta de dos dependencias, una gestionada por la Federación Madrileña de Tiro Olímpico y otra privada, donde se encuentra el restaurante dirigido antaño por el Grupo Cantoblanco de Arturo Fernández, ex vicepresidente de la CEOE. Según ha podido confirmar Hipertextual, los terrenos del club de tiro pertenecen a la propia Universidad Autónoma de Madrid. Tras una expropiación del suelo realizada hace unos años, la zona pasó a formar parte del campus de Cantoblanco, aunque la UAM permitió que la Federación Madrileña de Tiro Olímpico y el Restaurante Club de Tiro mantuvieran la explotación de los terrenos.
Este lugar fue también el origen del "imperio" de Arturo Fernández, cuyo grupo de empresas nació en 1898 de la mano de su abuelo, fundador de la Armería Arturo y del Club de tiro Cantoblanco. Arturo Fernández Iglesias, antepasado de quien también fuera presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, fue pionero en la introducción del tiro al plato en España, como recoge una información publicada en ABC en 1978. Su nieto recogió el testigo del abuelo, aunque la mayor parte de empresas de su grupo entró en concurso de acreedores entre 2014 y 2015. Según Voz Pópuli, Fernández ha enfilado la liquidación de casi todas sus compañías. De acuerdo con los datos de la Agencia Tributaria publicados por El Mundo, cuatro de estas empresas mantienen una deuda con Hacienda que se aproxima a los 20 millones de euros.
"Nadie ha hecho nada. Se monta jaleo y hasta la siguiente", lamentaba ayer mismo Manuel de León, antiguo director del centro de Matemáticas, que fue cesado por el CSIC tras un episodio de acusaciones cruzadas de irregularidades que ha sido judicializado. Los institutos afectados llevan reclamando desde hace cuatro años la puesta en marcha de medidas preventivas.
En 2012, la dirección del club aseguró por vía telefónica al ICMAT que habían limitado el área de tiro en la zona de "donde suponían provenían las balas teniendo en cuenta el lugar de los impactos en el Centro". Además dispusieron unos parámetros de madera de 2 metros de altura "para asegurar que no saliera ninguna bala". Con el fin de conocer su versión de los hechos, Hipertextual se ha puesto en contacto con la Federación Madrileña de Tiro Olímpico sin recibir respuesta. Por otro lado, Ainhoa Goñi, directora de Comunicación del CSIC, ha explicado a este medio que el episodio se ha vuelto a poner en manos de la Guardia Civil. "La preocupación es que deje de ocurrir", ha señalado la portavoz. Fuerzas de este Cuerpo de seguridad se han acercado al centro y han recogido nuevos proyectiles en las últimas horas para elaborar un informe más completo.
El grave peligro al que se ven abocados los más de 250 empleados que forman parte del personal del IFT y del ICMAT era conocido por las autoridades de la Universidad Autónoma de Madrid y del CSIC. Incluso la dirección del Club de Tiro Cantoblanco era consciente del riesgo, siempre según la información ofrecida por las fuentes consultadas, y estableció unas medidas para aumentar la seguridad. Sin embargo, ninguna de las acciones puestas en marcha desde entonces ha funcionado. Las balas siguen llegando a las inmediaciones de estos dos centros, causando además daños materiales importantes en las instalaciones. Lo más grave, sin embargo, sigue siendo el elevado riesgo al que está expuesto el personal de ambos institutos. Además de los 250 trabajadores que acuden allí habitualmente, el ICMAT y el IFT han llegado a reunir en sus espacios a más de 2.000 personas con motivo de algún congreso científico. El peligro de que algún día ocurra una desgracia es real, según lamentan los científicos, sin que se haya solucionado el problema en los últimos cuatro años.