Cuando el famoso nadador estadounidense Michael Phelps se lanzó a la piscina el pasado domingo para hacerse con su vigésima tercera medalla olímpica, en la final de los 400 metros por relevos estilo libre, y se convirtió en el deportista más galardonado de la historia, otro asunto llamó la atención de quienes le pudieron ver en las retransmisiones de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro: unos definidos moratones circulares, decididamente extraños, que tenía en la espalda y el hombro derecho. Ante esta duda, la cadena NBC aclaró el pequeño misterio explicando que se trataba de los restos de una de las llamadas terapias alternativas, la de cupping o ventosaterapia.El cupping se emplea en el mundo acientífico de lo alternativo contra problemas físicos diversos, desde las varices hasta el cáncer
Ha sido en lo que va de este último siglo cuando esta pseudoterapia se ha extendido más por Occidente, en parte gracias a la publicidad gratuita que le han dado actrices de Hollywood como Gwyneth Paltrow y Jennifer Aniston, y otros deportistas de élite como la también nadadora Natalie Coughlin, el jugador de fútbol americano DeMarcus Ware, el gimnasta Alexander Naddour, los tres estadounidenses, y el boxeador y jugador de rugby neozelandés Sonny Bill Williams, que de hecho obtuvo una respuesta en Twitter del televisivo doctor Brad McKay respecto a sus sesiones de cupping.
En dichas sesiones, se colocan ventosas sobre la superficie de la piel con el fin de congestionar la zona, no sin antes haberles aplicado calor dentro con algodones empapados en alcohol: la combustión de oxígeno genera un vacío de aire en el interior de las ventosas, que se fijan a la piel y la succionan, haciendo que se eleve un poco. Los defensores del cupping afirman que, manteniéndolas así entre cinco y quince minutos, acaba con los dolores musculares. Pero, como ocurre normalmente con estas pseudoterapias, se suele emplear en el mundo acientífico de lo alternativo contra problemas físicos diversos, desde las varices, pasando por la obstrucción de colon y hasta el cáncer.David Gorski: "El cupping es todo riesgo para ningún beneficio y no tiene cabida en la medicina moderna"
Pese a que se habla de una gran extensión de esta pseudoterapia desde hace miles de años, desde los tiempos faraónicos y los de la Grecia antigua hasta después de la aparición del Islam, la que se exportó a Occidente en el siglo XIX proviene de la llamada medicina tradicional china: su descripción más añeja data de la época de la primera dinastía Jin, entre el siglo III y el V después de Cristo, aunque quizá se remonta a la de la dinastía Han, desde el siglo III a. C., y sus principios se basan en facilitar la circulación de la fuerza vital o chi, cuya existencia no se ha demostrado, y de la sangre.
Subhuti Dharmananda, fundador el Instituto de Medicina Tradicional de Portland, en Oregón, cuenta que “el cupping es aplicado por los acupunturistas en ciertos puntos de acupuntura, así como en las regiones del cuerpo que están afectadas por el dolor, donde el dolor de la piel es demasiado profundo como para ser extraído”. No creáis que lo de extraer el dolor de las profundidades de la piel es un recurso poético; Dharmananda habla en serio agarrándose a su filosofía oriental, que procede de los tiempos en que no existía la medicina de verdad, la científica; los mismos tiempos que vieron nacer, además, a esa otra pseudoterapia que menciona y que es la acupuntura.Casi todos los ensayos incluidos en el estudio favorable de 2012 fueron evaluados como de alto riesgo de sesgo
**Médicos reputados, que sí forman parte de la comunidad científica, han cargado duramente contra la ventosaterapia. Los estadounidenses Mark Crislip y Harriet Hall y el alemán Edzard Ernst la han calificado a como “una moda de las celebridades”, “una pseudociencia sin sentido” y “un galimatías”, y aseguran que no funciona más allá del efecto placebo**. Otros, como el cirujano americano David Gorski y el farmacólogo inglés David Colquhoun, afirman que “es todo riesgo para ningún beneficio”, que “no tiene cabida en la medicina moderna” y que “es ridícula y completamente inverosímil”.
Por su parte, **la Sociedad Americana del Cáncer asevera que “no hay ninguna evidencia científica de que el cupping pueda curar el cáncer o cualquier otro tipo de enfermedad”*. Y, si vamos a los estudios realizados, en 2012 se publicó en la revista PLoS ONE* uno que revisaba otros 135 aparecidos entre 1992 y 2010 y que concluía que podría resultar eficaz contra el herpes zóster, el acné, la parálisis facial y la espondilosis cervical si se combinaba con acupuntura o con medicamentos, es decir, utilizando otra pseudoterapia o algo científicamente testado que sí funciona. Menos mal que advierten que “casi todos los ensayos incluidos fueron evaluados como de alto riesgo de sesgo” y que “son necesarios estudios mejor diseñados con el fin de llegar a conclusiones definitivas”.Un estudio de 2014 concluyó que con el cupping se produce un efecto placebo y no beneficios reales para la salud
Luego, en 2014, otro estudio examinó las prácticas médicas tradicionales de Oriente para tratar el dolor de espalda, precisamente lo que afecta a Phelps, evaluando el cupping según las guías de práctica clínica actuales y las evidencias de revisiones sistemáticas y metaanálisis, y la conclusión fue la misma que la de Crislip, Hall y Ernst: que en ocasiones produce un efecto placebo y no beneficios reales para la salud. Y, pese a que tres estudios individuales de 2016 han sugerido que el cupping quizá reduzca el dolor musculoesquelético, también insisten en que hacen falta más estudios. Por esto último y tanto por lo poco consistentes que son los resultados a su favor como por su origen y principios acientífico, hoy por hoy podemos hablar sin miedo del cupping como una pseudoterapia.