Desde pequeños nos enseñan que el cuerpo humano tiene cinco sentidos: la **vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Sin embargo, éstos son sólo los llamados "sentidos tradicionales"**, pues resulta que también poseemos (al menos) cuatro sentidos "no tradicionales", que han sido suficientemente establecidos por la ciencia, aunque resultan un poco más complejos de explicar.

El sentido del movimiento

El sistema vestibular nos informa sobre el balance y la aceleración de nuestro cuerpo, permitiéndonos sentir el movimiento y la dirección en la que nos orientamos, así como mantener el **equilibrio**. Este sistema se encuentra en el oído interno, y es responsable por dos percepciones: la aceleración angular y la aceleración linear, que a su vez también nos permite percibir la gravedad.

Propiocepción

La propiocepción, o sentido cinestésico, informa al organismo sobre la posición relativa de las partes del cuerpo, proporcionando a la corteza parietal del cerebro la información que necesita para conocer la dirección y el rango de sus movimientos y poder así reaccionar con rapidez ante los estímulos. Este sentido es el que ponen a prueba los neurólogos cuando nos dicen que cerremos los ojos y nos toquemos la nariz con la punta del dedo: si funciona correctamente, nunca deberíamos dejar de saber dónde se encuentra nuestra mano, aún cuando no la estemos viendo. Este sentido también es partícipe en el control del equilibrio y la coordinación.

Termocepción

Nuestra capacidad de percibir el calor y el frío tanto a través de la piel como de nuestros órganos internos se denomina termocepción. Los detalles específicos con respecto a cómo funcionan los receptores de temperatura aún están siendo investigados, pero se sabe que en los animales, los termorreceptores les permiten conocer la dirección del viento y encontrar fácilmente a sus presas.

nueve sentidos
Imagen: picjumbo. CC0 dominio público.

Nocicepción

**La nocicepcion nos permite percibir el dolor fisiológico. Hay tres tipos de receptores del dolor: en la piel, en las articulaciones y huesos, y en los órganos del cuerpo. A pesar de que anteriormente se consideró que el dolor era una experiencia subjetiva, ahora se sabe que es un fenómeno que involucra todos los sentidos de manera simultánea, y que se registra en el córtex del cíngulo anterior, en el cerebro. El dolor tiene una función en extremo clara: hacer que prestemos atención al peligro y que lo evitemos.

Además de estos cuatro sentidos adicionales, los científicos han estudiado lo que en el futuro podría calificarse como el "sentido de alerta", ubicado en la corteza cingulada anterior del cerebro, y que sería otra forma de protegernos de potenciales peligros. Por último, en lo que se considera otra manifestación del sentido del tacto (al igual que la termocepción, la nocicepción, la propiocepción y la percepción de movimiento) poseemos lo que se denomina "función interoceptiva", que nos permite percibir qué está ocurriendo en el interior de nuestro propio cuerpo. Cada órgano tiene la capacidad de sentirse a sí mismo, y éste es el origen de una serie de sensaciones con las que estamos muy familiarizados, como la sed, el hambre, la aceleración de los latidos del corazón, la hinchazón y la acidez estomacal.

Los sensores que operan la función interoceptiva normalmente están "apagados", encendiéndose sólo ante un estímulo específico. Si esto no fuera así, percibiríamos todo el tiempo el aire entrando en nuestros pulmones, los latidos del corazón y la sangre corriendo por nuestras venas, y muy probablemente nos volveríamos locos. En lo personal, creo que tengo una apreciación renovada por la capacidad de mi cuerpo de saber en todo momento dónde se encuentran mis manos**, y que no estoy de cabeza, sino sentada ante el ordenador. No sé qué haría si no fuera así.