El cerebro es plástico. Según crecemos, las distintas áreas se ocupan de distintas funciones en un fenómeno fascinante. Cuando alguien tiene una dificultad congénita, como los sordos o los ciegos de nacimiento, su cerebro se cablea de forma diferente al resto. Un estudio acaba de revelar que las personas sordas usan parte de su corteza auditiva para procesar el sentido del tacto.
Cuando crecemos, las neuronas envían sus axones para encontrar sus dianas en otras neuronas con las que conectar. Las células ganglionares de la retina proyectan sus axones para hacer conexión en el tálamo en un larguísimo y preciso viaje. Las neuronas visuales del tálamo hacen lo propio hacia la corteza cerebral visual. Es un crecimiento increíblemente exacto y masivo. Millones de neuronas lo hacen. Este crecimiento está basado en los genes. Pero también en la experiencia. Más de la mitad de las neuronas que se forman durante el embarazo mueren. Si una neurona no encuentra donde conectar o si el hueco está ocupado o si no encuentra respuesta en la neurona diana o si la respuesta es débil, la neurona se suicida en una muerte celular programada que se llama apoptosis.
Mediante el influjo del ambiente seleccionamos, en una especie de proceso darwinista, las neuronas y las sinapsis fuertes y efectivas. ¿Qué ocurre cuando al nacer carecemos de un sentido como la vista o el oído? Lo que ocurre es que las conexiones no se forman y el cerebro se cablea de forma diferente al resto. Si alguien nace sordo, su corteza auditiva no recibirá señales provenientes del oído y las sinapsis no se formarán. Esto ocurre durante las llamadas ventanas de maduración, entre el nacimiento y los 10 años dependiendo del sentido. Así, un niño nacido sordo que no tenga estimulación suplementaria, no formará correctamente su sentido del oído y aunque después se le implante prótesis auditivas nunca oirá bien. Lo mismo se aplica a un niño nacido ciego. De ahí la importancia de la estimulación precoz. Por el contrario, alguien que ha perdido la vista o la audición de adulto tendrá correctamente formado su corteza cerebral y se beneficiará de las prótesis.
Ocurre también que en el proceso de crecimiento de los axones hacia sus dianas, algunos invaden otras áreas. Así, axones del nervio auditivo conectan con la córtex visual y sensorial y lo mismo ocurre a l revés. En un niño normal, estos axones degeneran y en algún caso extraño producen los fenómenos llamados sinestesia, personas que oyen colores o ven sonidos.
En el caso de que exista una deficiencia, como la sordera, los axones que habían llegado del nervio visual no encuentran la competencia normal del nervio auditivo y sus conexiones se hacen fuertes. Es decir, la corteza cerebral auditiva comienza a ocuparse de los fenómenos visuales.
Un caso conocido es el del movimiento. Personas ciegas de nacimiento fueron estudiadas a través de resonancia magnética fMRI. Al escuchar pasos aproximándose, el área visual dedicada al movimiento se activaba. Es decir, el área visual se había recableado para procesar sonidos.
En un nuevo estudio, personas sordas de nacimiento fueron estudiadas también con fMRI. Al ser estimuladas táctilmente, su corteza auditiva se activaba.
Diseñamos este estudio porque pensamos que el tacto y la visión podrían tener fuertes relaciones en la corteza auditiva de las personas sordas. Ha resultado en nuestro experimento que el córtex auditorio primario en personas sordas profundas se dedica al tacto incluso más que a la visión.
El cerebro es un órgano de una plasticidad fascinante que es capaz de dedicar áreas no usadas por la falta de un sentido a procesar la información de otros sentidos. Sin embargo, eso ocurre en los primeros años de edad. En las personas adultas ese recableado masivo deja de producirse.