¿Qué pasa cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible? ¿Qué pasa cuando tu mayor aliado se convierte en tu peor enemigo?

Claire y Frank se encuentran en dos posiciones completamente opuestas, lo que una vez que una pareja poderosa e inseparable, ahora es un desastre nuclear esperando a suceder. Frank jugó mal sus cartas y Claire decidió romperlas en su cara. El enfrentamiento es inminente, y el tiempo juega en contra de los dos.

A través de tres temporadas vimos a los Underwood ser un equipo, pero esta vez es diferente. Claire está herida, y cuando un Underwood está herido, lo primero que hace es atacar. No sin un plan, y la Primera Dama tiene uno.

La cuarta temporada de House of Cards está en un nivel que apenas puede compararse con las anteriores. La primera fue una pieza magistral de televisión más que suficiente para que muchos nos sucribiéramos a Netflix y tomáramos en serio sus intenciones de crear contenido original. Con el tiempo House of Cards se convirtió en un referente de la industria, tanto para la crítica, como para los fanáticos, y si bien tuvo una tercera temporada un tanto menos incandescente, los Underwood han regresado de manera aplastante y más despreciables que nunca.

Destrucción mutua asegurada

cuarta temporada de house of cards

Desde el primer episodio queda claro que el oponente más temible para Frank en las elecciones primarias no será Heather Dunbar, sino Claire. Ha cometido el error de darla por sentado, de no atender a sus necesidades, y de esperar lealtad y obediencia de la única persona que no estaba por debajo de él en este juego de poder. Claire no es uno de sus empleados, Claire no era otro obstáculo en su camino que aplastar y dejar atrás. Claire no es un peon en su tablero de ajedrez, es la pieza más poderosa, y como toda Dama, tiene todos los movimientos a su favor.

Si en algo ha tenido éxito House of Cards a lo largo de sus ya más de 50 episodios, es en infundir en los espectadores una inquietante y a la vez fascinante sensación de empatía por dos personajes que son completamente viles. ¿Cómo puedo encontrarme en la horrible posición de querer que ganen?, ¿cómo es que estoy de su lado, cuando claramente son los villanos de la historia? Aunque podríamos entrar en una interesante discusión sobre la psicología humana, una de las respuestas más válidas y simples, es que, en el momento en que el castillo de cartas de los Underwood caiga, la historia llegaría a su fin.

Acciones desesperadas

cuarta temporada de house of cards

La batalla de los Underwood garantiza un inicio de temporada lleno de tensión, en el que el espectador se va a ver tentado a tomar un bando. La desesperación es el sentimiento más presente en los primeros episodios, y si un personaje lo refleja mejor que nadie, ese es Lucas Goodwin.

El periodista ahora encarcelado luego de caer directo en la trampa que Frank le tendió, lucha por mantenerse en pie conociendo toda la verdad sobre el actual presidente y la estela de sangre que ha dejado en su camino hacia el poder. El enfoque en Goodwin no es nada al azar, y como descubrirá el espectador más adelante, causará un punto de inflexión decisivo en los acontecimientos.

Terror

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Si algo saben hacer bien los Underwood es infundir miedo en sus oponentes. La temporada entera juega muy bien con ese recurso. Cuando el miedo se convierte en terror, y el terror en pánico. Los escritores son aún más efectivos cuando basan su historia en la realidad del mundo despiadado en el que vivimos, y en como la política determina el destino de millones de personas que no tienen idea del horrible plan del que forman parte.

Kevin Spacey y Robin Wright son ahora productores ejecutivos de la serie. Wright incluso dirigió varios episodios centrados principalmente en Claire. Sus actuaciones, como siempre, han sido impecables, quizás más intensas que nunca, especialmente en los largos momentos de silencio que abundan en la temporada, y que sin embargo transmiten los mensajes más profundos y a la vez perturbadores de la historia.

Esta temporada tiene un inicio firme y un tanto acelerado, aunque el ritmo tiende a regularse un poco en los capítulos siguientes, cada final es básicamente un cliffhanger que te toma por el brazo y te arrastra a ver el siguiente episodio. Es el formato de Netflix hecho a la perfección, es una historia que te atrapa de principio a fin y que sin acudir a actos de magia y malabares, aumenta la intensidad muy cerca del final y termina en un momento que solo podría describirse como absoluta brillantez.

Luego de tres años viendo a los Underwood devorar el mundo, estos 13 episodios se suben al tope de mi lista, y no puedo esperar a mirar toda la destrucción que causen en la siguiente entrega.

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