Fue Santiago Ramón y Cajal el que dijo que "al carro de la cultura española le faltaba la rueda de la ciencia". Las premonitorias palabras del neurocientífico aragonés, galardonado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1906, siguen pesando sobre la situación de la investigación en nuestro país. Una situación que vuelve a verse agravada tras la presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2016.La investigación española acumula recortes desde los Presupuestos Generales de 2011
En el que tal vez sea el último gran coletazo político de la actual legislatura, Cristóbal Montoro dio a conocer el documento que traza las líneas rojas de inversión del próximo año. El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas insistió en la necesidad de mantener las políticas realizadas durante los últimos tiempos, estableciendo el límite de gasto público en el 37-38% del PIB.
Estas cifras también afectan al propio sistema de investigación científica y técnica en España, que lleva sufriendo recortes desde 2011. Aunque en el libro amarillo de los Presupuestos Generales del Estado el gobierno de Mariano Rajoy insiste en que la inversión realizada en ciencia "ha permitido aproximar los recursos públicos del sistema de I+D+i a la media comunitaria", lo cierto es que los datos contradicen las buenas intenciones del Ejecutivo.
España invierte menos que en 2006
Tras la rueda de prensa de ayer, fuentes del Gobierno insistían en el aumento de la inversión en ciencia planteado en los Presupuestos Generales del Estado de 2016. Según el proyecto, el gasto en I+D se situará en los 6.519 millones de euros, de los que 5.793 millones de euros corresponden a investigación civil. Esta última cifra representa un incremento del 2,2% con respecto a la inversión realizada durante el 2015.En 2009 la inversión en I+D alcanzó su cifra récord: 9.661 millones de euros
Un análisis más profundo revela que la situación no es tan optimista como pinta el Gobierno. Analizando la evolución histórica del gasto en I+D durante la última década, se observan perfectamente los **recortes en ciencia** realizados. El aumento del 2,2% no es más que maquillaje para disfrazar los más de 3.100 millones de euros de diferencia existentes en relación al ejercicio donde la investigación española contó con un presupuesto récord. Ocurrió en los Presupuestos Generales del Estado de 2009, cuando la inversión en I+D fue de 9.661 millones de euros.
El estado de la ciencia en España ha sido duramente criticado por personalidades como J. Michael Bishop, Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1989 por sus trabajos sobre el cáncer, quien en una entrevista en Hipertextual insistía en la necesidad de apostar por la I+D. A pesar del tímido incremento en los Presupuestos Generales del Estado para 2016, este ligero aumento no compensa los salvajes recortes realizados anteriormente.España debería haber alcanzado la inversión del 2% del PIB en I+D en 2010
La situación empeora todavía más al comprobar los objetivos que deseaba alcanzar España en materia de política científica. En la redacción del Programa de Convergencia (Ingenio 2010), el anterior gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se planteó llegar a la inversión del 2% sobre el PIB en investigación para 2010, acercándose a la media comunitaria. Esa hoja de ruta también fijaba que el gasto en ciencia superara el 1,5% del PIB en 2007.
Actualización 24 de noviembre de 2015, 13:26 horas: con la presentación de la Estadística sobre Actividades en I+D, se observa de nuevo la tendencia negativa que ha sufrido la ciencia española en los últimos años. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el gasto en I+D en relación al PIB de España se situó en 2014 (1,23%) en niveles más bajos que en 2007 (1,27%). Son las propias cifras oficiales las que demuestran los recortes de la inversión en investigación en nuestro país, como se ve en la siguiente gráfica, en la que se ve el parón que sufrió la tendencia positiva anterior de apostar por la I+D+i.
Con la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2016, el gobierno de Rajoy alcanza el objetivo planteado hace nueve años (no tanto por el incremento presupuestario en I+D, sino más bien por la contracción del PIB nacional). La partida de 6.519 millones de euros destinada para el próximo año supone un 1,6% del PIB, una décima por encima del porcentaje deseado para 2007. Sin embargo, y a pesar del optimismo que destaca el libro amarillo de los PGE 2016, esta inversión queda lejos del 2% del PIB que deberíamos haber alcanzado hace ahora cinco años, y todavía más lejos del 3% del PIB que la Unión Europea pretende que los Estados miembro gasten en ciencia en 2020.
Los datos anteriores contradicen las afirmaciones planteadas en el libro amarillo de los Presupuestos Generales del Estado para 2016. Entre otras frases, resalta una en la que el propio Gobierno se felicita por haber "alcanzado hasta el momento actual unos niveles razonables de financiación pública en I+D+i". ¿Es acaso lógico que España alcance ahora objetivos fijados hace más de una década y se congratule por ello? Según Reinhilde Veugelers, regiones líderes en innovación como Dinamarca, Finlandia, Reino Unido, Alemania o Suecia han aumentado su inversión en ciencia a pesar de la crisis económica. Algo que por desgracia no ha ocurrido en nuestro país.
Presupuestos que no se gastan
Los problemas de la investigación española no se centran únicamente en un mero recorte presupuestario. Durante los últimos años, a los tijeretazos en la inversión total en I+D debemos sumarle el incremento de las partidas destinadas a préstamos (capítulos financieros de los PGE), créditos que no llegan a ejecutarse por completo nunca. De forma simultánea, el Gobierno también ha ido recortando el presupuesto dedicado a ayudas y subvenciones directas, partidas económicas que son aprovechadas directamente por los grupos de universidades y centros de I+D.
Como analizaban José Molero y José de Nó en el análisis de la **Confederación de Sociedades Científicas en España**, "atendiendo exclusivamente a los fondos asignados a I+D+i en los PGE (ni siquiera a los realmente empleados) no se puede decir que haya una acción decidida de impulso para que el conocimiento sea el motor del desarrollo económico de España".
Como se observa en la gráfica anterior, sólo en los Presupuestos Generales del Estado de 2006 y 2007 las partidas destinadas a ayudas y subvenciones eran mayores que las dedicadas a préstamos. A partir de 2008, la tendencia se invirtió ligeramente. En 2009, coincidiendo con el presupuesto récord dedicado a ciencia en España, el 52,93% de las partidas se dedicaban a préstamos y créditos, mientras que el 47,07% se destinaba a subvenciones y ayudas aprovechables por universidades y centros de investigación.La mayor parte del presupuesto se destina a préstamos y créditos, partidas que no se ejecutan por completo
Con la llegada de la crisis y los recortes presupuestarios, la tendencia iniciada en 2008 se fue acentuando. En los Presupuestos Generales del Estado de 2011, el 58,42% de la inversión se destinaba al capítulo financiero (préstamos), mientras que el 41,58% se dedicó a las ayudas y subvenciones. La llegada del gobierno de Mariano Rajoy agravó esta situación, puesto que en 2013 la mayor parte del presupuesto dedicado a ciencia se destinaba a préstamos y créditos (61,87%).
Durante los ejercicios de 2014 y 2015, la tendencia continuó. Ante las denuncias de la comunidad científica sobre la no ejecución de los gastos presupuestados y los graves recortes en I+D+i, parece que el Ejecutivo ha reaccionado mínimamente. En los Presupuestos Generales del Estado para 2016, se ha proyectado invertir un 56,65% en préstamos y un 43,35% en ayudas directas. Porcentajes que muestran, de nuevo, que el Gobierno hace oídos sordos a las críticas de los investigadores, ya que en ningún caso el documento presentado compensa las pérdidas y tijeretazos sufridos por la ciencia española en los últimos años.
Lejos de lanzar un mensaje esperanzador para la ciencia española, el proyecto de los PGE 2016 inciden en los mismos errores que los presupuestos de ejercicios anteriores: inversión bajo mínimos, proyecciones irreales hacia partidas que no llegan a ejecutarse y una visión cortoplacista del sistema de ciencia. Aunque los recortes económicos no son los únicos problemas que tiene la investigación a nivel estatal, muy mermada por la fuga de cerebros y la nula retención de talento, lo cierto es que los PGE 2016 no hacen sino agravar la crisis de la ciencia en España, comprometiendo con ello el futuro del país.