Uno de los grandes protagonistas de la gama baja de este año es el Motorola Moto E 2015. Si el año pasado nos encantó la propuesta de Motorola por debajo de los 140€, este año todo era mucho mejor, a priori. Tras incorporar el Moto E 2014 una cámara mediocre sin autofocus y un procesador muy modesto como el Snapdragon 200, este año, manteniendo precio, llegaba el nuevo con Snapdragon 410 y una cámara muy mejorada. Como digo, todo hacía presagiar un terminal sobresaliente para su gama y respecto a sus competidores, pero en análisis vimos que venía acompañado de ciertos problemas.
No era más que el gran problema de Android 5.0 Lollipop: la caída de rendimiento más grande en la plataforma que recuerdo debida a una actualización. Tras el glorioso Android 4.4 Kit Kat y su project Svelte para móviles con pocos recursos, Google se centró en mejorar la estética del sistema, pero dejó de lado la fluidez que caracterizaba a terminales como el mítico Moto G en la anterior versión. Lo digo sin ningún género de duda, Lollipop ha sido lo peor que le ha pasado a la imagen de la gama baja y media de Motorola. He recomendado muchos Moto G, y muchos de sus dueños eran usuarios felices hasta que actualizaron y el lag y una autonomía inferior comenzaron a imperar.
El Moto E 2015 no me convenció del todo, dentro del notable general, debido a que, en primer lugar la experiencia de usuario no era fluida, algo que no esperaba ver en una capa limpia de Android. Las ralentizaciones en animaciones eran muy frecuentes, lo que restaba el gran halo místico que hasta ese momento tenían para mí los Motorola. Se puede argumentar que es un terminal de la gama de entrada de Motorola, y que por ello no tenía que rendir igual, pero el procesador estaba a la altura y los componentes internos también. De hecho, como vimos ayer, comparte el Snapdragon 410 con el nuevo Moto G 2015, y esperamos que el nuevo terminal rinda bien.
Actualizar es muy importante y, como en el caso del Moto E, puede mejorar la experiencia. Pero como en los Moto G, también puede empeorarla.
Por todo esto, hace unos días forcé la actualización a Android 5.1 Lollipop en el Moto E 2015, que como sabemos incluye grandes mejoras de rendimiento, y la situación ha cambiado drásticamente. He comparado con otros terminales similares al Moto G, y aunque la experiencia sigue sin ser tan fluida como la de KitKat, lo que encuentro con Lollipop ahora supera mis expectativas para un terminal de 129 euros. Además, se ha corregido el fallo por el cual el WiFi se desconectaba cada vez que me separaba más de 2 metros del router. Por fin puedo decir que sí, la experiencia es la esperada. Android M puede traer nuevas mejoras, pero no podemos pedir más. Más que muerto, el Moto E 2015 no ha llegado a la vida realmente hasta que no ha recibido Android 5.1.
Se supone que la actualización a Android 5.1 debería llegar pronto a ambas generaciones de Moto G, pero hasta ese momento sus usuarios seguirán teniendo muchos problemas. Todo esto me lleva a preguntarme si es recomendable actualizar a ciegas, y mi pequeña conclusión es que no. Al lanzarse una actualización vía OTA, siempre que nuestro terminal esté rindiendo a nuestro gusto, esperaría a leer opiniones y experiencias como la de Javier Merchán con el LG G3 o en Nexus 4. Mientras no vayamos con precaución, nuestra experiencia puede verse mermada o limitada, como por ejemplo ocurrió con iOS 8.0.1. Este planteamiento, eso sí, choca con el primer consejo que se da: actualiza sí o sí para garantizar mayor seguridad en tu terminal. De otra manera, podemos estar expuestos a grandes vulnerabilidades.