Jamás pensé que podría amar una serie, pero es lo que siento al hablar de Los Simpson. He crecido con ellos, he reído con ellos, he iniciado conversaciones con personas que acababa de conocer gracias a sus bromas, y me es imposible imaginar un mundo en el que hubiera crecido sin Los Simpson, una serie tan presente en todo el mundo que, por ejemplo, el 99% de españoles han visto Los Simpson en algún momento desde el inicio de su emisión. Y es por eso por lo que la serie de Los Simpson debe finalizar ya, antes de que pierda la poca gloria que le quede de sus días pasados.

Tras un cuarto de siglo desde su estreno, me puse a repasar en la historia de Los Simpson para ver cómo había evolucionado la creación de Matt Groening. Y tras ver varios crossover con su propio pasado, Futurama o incluso el "gran enemigo" Padre de Familia, así como recurrir a recursos como una introducción creada por Banksy, era evidente que la chispa original de la serie había desaparecido.

Aquí tenemos una acertada representación de un miembro de una cadena televisiva en su medio de transporte habitual.
Aquí tenemos una acertada representación de un miembro de una cadena televisiva en su medio de transporte habitual.

No estoy diciendo que la serie sea imposible de ver: la temporada 26 es, de hecho, bastante decente. Pero una serie tan grande como Los Simpson no le basta sólo con ser "decente", sino que su historial le "obliga" a ser grandiosa y contar con incontables momentos inolvidables, algo que soy el primero en darse cuenta que es imposible de mantener de forma continuada. Y es aquí donde entra el eterno dilema: vivir del recuerdo con una serie ya finalizada, o recordar el pasado esplendoroso con capítulos actuales de una serie que ya no mantiene el nivel de su juventud.

Evidentemente, no podemos hablar de series sin hablar de las compañías que ayudan a su creación y emisión. Ellos son los primeros en anteponer sus propios deseos (en este caso, las ganancias generadas por los espectadores) al status perdido debido a la calidad disminuida a lo largo del timepo, algo comprensible hasta cierto punto debido a que ellos manejan un negocio y han de estirar la gallina de los huevos de oro mientras ésta siga siendo rentable. El problema llega cuando este estiramiento en el tiempo llega a límites absurdos.

Los Simpson es el ejemplo más representativo de series que debieron acabar hace tiempo, pero no es el único.

Sin embargo, este ejemplo de Los Simpson no es único y exclusivo, y en lugar de profundizar sobre los grandes momentos de esta serie prefiero utilizar este ejemplo como introducción al verdadero problema en la televisión: que han existido y existirán series que han durado más tiempo del que se esperaba de ellas en un primer momento, y se han acabado convirtiendo en versiones con una décima parte del potencial que tenía en un primer momento.

Pongamos otro ejemplo bastante ilustrativo: The Big Bang Theory, la serie creada por Chuck Lorre (el cual también creó Two and a Half Men) simplemente no sabe cuándo parar. Con su reciente renovación hasta una decimotercera temporada y unos personajes protagonistas que cobran un millón de dólares por episodio, es una serie que está cerca de una situación insostenible, especialmente debido a que esta ahí debido únicamente a sus números de audiencia, y nada más.

the big bang theory
Ocho temporadas de variaciones mínimas en el argumento y una trama repetitiva en su núcleo: así es The Big Bang Theory.

No obstante, el principal problema de The Big Bang Theory no son los sueldos absurdos o las temporadas renovadas como si fuera una cosa cualquiera. El problema es el mismo que tiene Los Simpson: el argumento rancio, repetido y carente de humor que tiene en sus últimos capítulos. Personalmente, The Big Bang Theory no me ha parecido nunca una serie brillante ni el adalid para geeks o nerds (claramente, estos supuesto geeks nunca han visto The IT Crowd, pero no voy a negar que al principio era graciosa y que sus personajes tenían su encanto, especialmente Sheldon Cooper, un personaje que le ha permitido ganar a Jim Parsons un Globo de Oro y cuatro Premios Emmy.

Desgraciadamente, en la actualidad si queremos hablar de The Big Bang Theory, sólo tenemos que hablar de la transformación que ha sufrido una de sus frases míticas: Bazinga!, ahora reconvertida en una broma que sirve como ejemplo perfecto para hablar de una serie que ha perdido toda la chispa y gracia de sus inicios, justamente al igual que Los Simpson. Además, este problema no se produce sólo en series de comedia con chistes repetidos y argumentos anodinos: las series de drama tienen también sus culpables.

Lo de CSI Las Vegas es para echarse a llorar: tres cambios de protagonista, quince temporadas... ¡y sigue aún en emisión!
Lo de CSI Las Vegas es para echarse a llorar: tres cambios de protagonista, quince temporadas... ¡y sigue aún en emisión!

Observen la familia CSI, con tres series de quince, diez y nueve temporadas respectivamente (así como la recién nacida CSI: Cyber que difiere un poco el argumento) todas hablando de lo mismo: resolver crimen a través de la ciencia y procedimientos practicados por la Crime Scene Investigation. Sólo con eso algunos ya deberían ver el problema, pero lo plantearé de otra forma: ¿Cuántos crímenes diferentes se pueden plantear para ser resueltos antes de empezar a ser aburrido? Aparte de los típicos cliffhanger entre temporada y temporada y las primeras temporadas de la serie dónde la novedad causó que fuera un éxito mundial, es básicamente lo mismo durante más de 760 episodios entre las tres series. ¿Qué motivación puede haber para ver todos esos capítulos?

Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

No niego que haya gente a la que le guste este tipo de series: un capítulo de 40 minutos para desconectar después de un largo día en el que te plantean la introducción, nudo y desenlace, y al día siguiente te has olvidado de todo. Pero este tipo de estructura dificulta mucho el éxito final de una serie, salvo alguna que otra excepción, y como fan de todo tipo de series, me da mucha pena ver series con mucho potencial que se diluyen en el tiempo incapaces de tener una despedida digna.

Piense en series como Lost, The Newsroom, Breaking Bad, Hannibal, Luther... Todas auténticas obras maestras, y ninguna llega a superar los 150 capítulos. Especialmente interesante es el caso de Luther con tres temporadas y menos de 20 capítulos, siendo la serie perfecta para representar de que una buena serie no ha de llegar a las 10 temporadas y más de 200 episodios.

No todas las series deberían ser tan extremistas en su duración como Luther, pero sí tenerla como ejemplo. Imagen: © BBC 2011
No todas las series deberían ser tan extremistas en su duración como Luther, pero sí tenerla como ejemplo.
Imagen: © BBC 2011

Por supuesto, con este artículo no pretendo cambiar el mundo: sé que mientras las cadenas puedan sacarle provecho a una serie se la van a sacar, y en este aspecto no puedo hacer nada. No, este artículo va para los espectadores como yo para que piensen que, por mucho que le duela y eche de menos su serie favorita, a veces es mejor dejar las cosas ir y no pedir temporadas de más para una serie. Todos querríamos para Community seis temporadas y una película (six seasons and a movie), pero no cuando el precio a pagar es demasiado caro.

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