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Que las bacterias están ganando terreno a nuestras defensas y al tratamiento convencional con antibióticos no es algo nuevo. Anualmente el peligro de los microorganismos resistentes crece exponencialmente, incrementando también los problemas futuros relacionados con la salud pública.

Es muy posible que en menos de una década las terapias actuales no sean capaces de frenar las infecciones bacterianas. Nos encontraremos ante un panorama en el que los tratamientos que anteriormente curaban enfermedades infecciosas ya no sirven. Y en los hospitales se multiplicarán los casos de infecciones resistentes, llámese neumonías u otras patologías hoy curables.

Aunque pueda parecer un panorama apocalíptico, lo cierto es que cada año 2 millones de personas son infectadas por estos microbios resistentes a los tratamientos actuales. La amenaza sanitaria es muy grave, tal y como ha reconocido el gobierno de Reino Unido, que consideró que estas bacterias son tan peligrosas como el terrorismo.

Investigar: ver lo que nadie ha visto

Quizás hasta el momento no hemos dado con la diana adecuada en la investigación contra estas bacterias súper resistentes. Y es que de manera tradicional, la ciencia y la industria trataban de buscar nuevos fármacos que pudieran frenar a estos microorganismos, sin darse cuenta de la extraordinaria fortaleza de estos microbios.

Decía Albert Szent Gyorgi que "investigar era ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie más ha pensado". Algo así sucedió en un laboratorio del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, cuando comprobaron una realidad que nadie más había observado nunca: las fuerzas del lado oscuro (es decir, las bacterias) usaban ciertas "resistencias mecánicas" en la lucha contra las defensas del sistema inmune.

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La científica que observó por primera vez este fenómeno es la mujer del centro de la foto superior, y es una pionera en el campo de la mecanobiología. Esta disciplina estudia a los organismos vivos desde una perspectiva nada común: la biofísica. Y es que la microbióloga Violeta Vegel estaba convencida de que la resistencia a los antibióticos por parte de las bacterias estaba en cierta manera determinada por fuerzas físicas.Las fuerzas físicas eran determinantes en la lucha contra las bacterias

Al comprobar como nuestras defensas (en particular, unas células llamadas macrófagos) atacaban a las bacterias, Vegel observó que existían principios mecánicos que hacían que ese proceso fuera más o menos eficiente. En particular, vio cómo las células inmunes, en el caso de absorber a las bacterias como si de un "espagueti" se tratara, lograban ser mucho más eficaces en su ataque.

Si por contra las fuerzas físicas y la posición de las bacterias y las defensas humanas no era la adecuada, era posible que el "ataque" no fuera eficiente. Eso es lo que observó por ejemplo en la siguiente imagen tomada con un microscopio, donde se ve cómo el macrófago (célula redondeada) es incapaz de engullir al microbio (célula alargada):

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NanoLetters

En una visita al ETH de Zurich, Vegel nos explicó que la mecanobiología era una disciplina científica muy reciente, y que trataba de resolver algunos importantes interrogantes de la medicina. Por ejemplo, recientemente vieron que un nuevo fármaco que parecía bastante prometedor mostraba en realidad muy poca eficacia clínica. ¿A qué se debían estos pobres resultados?La mecanobiología es una reciente disciplina basada en la investigación en biofísica

El equipo de Vegel, al observar las células bajo el microscopio, no podía salir de su asombro. El antibiótico, que en principio iba dirigido únicamente contra las bacterias, también era capaz de "restar" fuerza a las células del sistema inmune.

Al hacerlo, conseguía que en la lucha entre microbios y macrófagos, los microorganismos fueran en realidad los menos "debilitados". Ese resultado demostró por qué el nuevo fármaco no era eficaz a la hora de frenar las infecciones de los pacientes.

Gracias a estos resultados, los científicos hoy ven que en la investigación en microbiología se necesitan muchos más estudios que los que se pensaba inicialmente. Incluir la perspectiva de la mecanobiología permitirá, por tanto, conocer un poco más el lado oscuro de la "Fuerza bacteriana" y así contar con nuevas armas para luchar contra esta grave amenaza sanitaria.