Leap Motion

Hoy en día estamos rodeados de dispositivos que disponen de pantallas táctiles; tabletas, smartphones, ordenadores portátiles, paneles de navegación de automóviles e, incluso, el memorable refrigerador de Samsung que vimos en el pasado CES. Los interfaces táctiles no son algo nuevo, es algo que llevamos viendo bastantes años (recordemos las PDAs o el Tablet PC que Microsoft introdujo en 2001) y han evolucionado desde algo que provocaba bastante rechazo entre los usuarios (y nadie quería prescindir del teclado físico en su teléfono móvil) hasta convertirse en el "interfaz estrella" y hacer que los dispositivos con teclado físico sean una singularidad o un complemento a los interfaces táctiles.

Además de esta "explosión" de los interfaces táctiles, estamos asistiendo a todo un despliegue de nuevos interfaces con los que interactuar con todo tipo de dispositivos. Conceptos como el wearable computing no nos son algo desconocido y, por ejemplo, Google Glass conjuga este concepto con el de la realidad aumentada; pero si hubiese que destacar una tecnología que, cada vez, empieza a cobrar más peso, sin dudarlo mucho me decantaría por el control por gestos.

El control por gestos está presente cada vez en más dispositivos y, hoy en día, podemos encontrarlo en el mercado en Smart TVs (que nos permiten jugar a juegos como Angry Birds o cambiar de canal haciendo un gesto), en smartphones como el Galaxy S4, en dispositivos para jugar como Kinect (que ha supuesto toda una revolución en el sector del entretenimiento y fuera de éste), en tecnologías como la de Leap Motion que parecen dispuestas a cambiar la forma que tenemos de relacionarnos con nuestro ordenador personal o en proyectos como WiSee de la Universidad de Washington.

Reconozco que el control por gestos es algo impresionante tanto desde el punto de vista tecnológico como desde la óptica del consumidor; de hecho, es algo que nos impresiona ver a en una keynote o en los vídeos de demostración que vemos en proyectos de investigación de instituciones como el MIT o Microsoft Research pero ¿realmente el control por gestos es algo que vayamos a usar?.

YouTube video

Quizás la pregunta pueda sonar a blasfemia pero, sinceramente, es una pregunta que me planteo desde hace tiempo, sobre todo, desde que pesos pesados de la industria parecen dispuestos a integrar este tipo de tecnologías en sus dispositivos (Intel espera lanzar su propia tecnología para 2014) y en breve comenzaremos a ver ordenadores personales que podremos controlar, además de con un teclado y un ratón o tocando la pantalla si ésta es táctil, mediante gestos hechos en el aire. Quizás para ciertas aplicaciones, como realizar una presentación, pueda ser una vía de interacción más que interesante o en aplicaciones muy concretas (el control gestual en la Smart TV me parece una aplicación muy acertada) pero esta extensión a todo tipo de dispositivos me parece precipitada y un riesgo para la adopción de esta tecnología.

Si bien el Samsung Galaxy S4 es un buen terminal, el control por gestos me parece más un alarde de Samsung orientado a una keynote que un "caso de uso" que recoja una necesidad real de los usuarios. Esta misma conclusión es la que me viene a la cabeza al ver demostraciones del manejo de un ordenador portátil mediante gestos realizados en el aire; una buena demostración práctica pero que está alejada de las necesidades reales del usuario.

¿Y realmente llegaremos a sacarle partido al control por gestos? Yo diría que sí, si bien creo que aún es pronto para sacarle partido en los dispositivos de consumo, Kinect ha supuesto un punto de inflexión en el ámbito del ocio electrónico y también la base de muchos proyectos en los que el control gestual es clave para aportar valor al usuario, mejorar su calidad de vida u ofrecerles mejores herramientas de trabajo.

YouTube video

Dicho de otra forma, creo que el control por gestos puede hacerse un importante hueco en el mercado pero no creo que extenderlo a cualquier dispositivo sea la mejor de las estrategias y se corre el riesgo de, literalmente, cansar al usuario y forzar una adopción que termine convirtiéndose en un frontal rechazo.