La película brasileña Aún estoy aquí llega a los cines españoles tras una larga temporada de premios donde ha sido más protagonista de lo esperado. Las polémicas y controversias de Emilia Pérez han llevado al mundo a fijarse en otra de las grandes cintas internacionales del año. Y es que, no en vano, está nominada a tres Premios Oscar 2025, incluyendo Mejor Película, Mejor Actriz para Fernanda Torres y Mejor Película Internacional. En las tres categorías competirá contra la cinta francesa protagonizada por Karla Sofía Gascón.
Aún estoy aquí está basada en las memorias del novelista Marcelo Rubens Paiva. En su libro homónimo, relata cómo su madre se vio obligada a asumir las riendas de la familia y buscar respuestas. Y es que su marido, el padre de Marcelo, era el diputado Rubens Paiva, que fue capturado por el régimen conocido como la Dictadura militar en Brasil, en 1971. El filme ganó el Goya a Mejor Película Iberoamericana, el premio a Mejor Guion en el Festival de Venecia y Fernanda Torres se hizo con el Globo de Oro a Mejor Actriz de Drama.
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Aún estoy aquí
Ganadora de múltiples premios a lo largo del año, Aún estoy aquí se eleva gracias a la imperial interpretación de Fernanda Torres. La cinta indaga en un contexto político terrible desde el lado más humano y realista, homenajeando a los que sufrieron sin caer en lo banal ni en el cliché.
Denuncia cargada de verdad
Todo en Aún estoy aquí es puramente una denuncia política. Un retrato de una de las épocas más duras y oscuras de Brasil en las últimas décadas de su historia. El director Walter Saller indaga con mucho acierto en la reconstrucción de ese contexto tan hostil estableciendo un constante juego de contrastes. De los niños jugando en la playa a los violentos controles militares. De la felicidad por adoptar un perrito, jugar al futbolín en familia o probarse ropa cara a las terribles noticias que circulaban por todo el país.
Aún estoy aquí muestra a una familia acomodada que quiere ser feliz pero que ve cómo el ejército y la política radical fagocitan todo su mundo. A priori podría parecer el mismo esquema de tantas y tantas películas ambientadas en regímenes totalitarios. Pero la virtud de esta película es que no pone tanto su foco en el contexto político como en el drama intimista.
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Lo interesante de la cinta es que permite empatizar con sus protagonistas, a los que acompañamos en su día a día, sea cual sea la circunstancia. Aún estoy aquí ni siquiera se enreda en desgranar los porqués de ese estallido de violencia y secuestros. Para eso ya están los historiadores y politólogos. El filme quiere poner en pantalla el dolor generado. Y también la capacidad de resiliencia de quien se ve obligada a mirar hacia adelante a toda costa si quiere que su familia sobreviva.
Hay, por supuesto, situaciones en las que el mundo que les rodea les pasa por encima y que ofrecen los momentos de mayor tensión y brutalidad explícita. Pero en líneas generales es un drama mucho más emocional que de acción. Quizá esa sea la manera más honesta y real de hacer justicia a todos los que sufrieron aquel terror inenarrable.
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Fernanda Torres
Por supuesto, la sutileza que demanda el guion de Aún estoy aquí no traspasaría la pantalla sin una protagonista a la altura del proyecto. Fernanda Torres firma uno de los papeles más sólidos y certeros del año. Su personaje es víctima, pero la actriz trabaja desde una contención tan salvaje que no permite fugas de melodrama barato ni convencionalismos de mujer dolorosa.
Lo que plantea Torres con Aún estoy aquí es un ejercicio de entereza humana extrema. Va a padecer absolutamente de todo. Y, aun así, su personaje no puede permitirse que la rompan porque tiene unos hijos a los que sacar adelante. Por eso siempre encuentra la luz. Su interpretación no solo merece todos los premios y alabanzas recibidas sino que se convierte por pleno derecho en el eje central de toda la película. En unos años, cuando alguien hable la cinta, lo primero que vendrá a la cabeza será ese rostro serio e implacable de Torres. Una actuación para el recuerdo.
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La llegada a los cines de Aun estoy aquí supone, en definitiva, el estreno de una de las películas más duras y reales del año. En contra de lo que pueda prometer su premisa, no es un thriller político cargado de acción. Es un drama humano que se cuece a fuego muy lento y donde la tensión está en las miradas y los gestos de sus protagonistas. Especialmente de una Fernanda Torres deslumbrante.