Nuestro planeta es la herencia que dejaremos a las generaciones futuras, algo que aunque sea evidente no siempre se ha tenido en cuenta a la hora de diseñar la expansión de los núcleos urbanos. Afortunadamente, son muchas las ciudades que apuestan por un desarrollo sostenible y cada vez son más los arquitectos que diseñan edificios mucho más respetuosos con el medio ambiente y, desde un punto de vista energético, son mucho más eficientes. En la ciudad alemana de Hamburgo, un estudio de arquitectura ha construido el Bio Intelligent Quotient (BIQ), un interesante ejemplo de arquitectura sostenible materializada en un edificio de apartamentos que utiliza algas para ahorrar energía.
¿Algas para ahorrar energía? Reconozco que puede sonar extraño pero el planteamiento de este edificio diseñado por el Estudio SC Strategic Science Consultants and Splitterwerk Architects es francamente interesante y abre la puerta a una simbiosis entre el mundo de la arquitectura y la biología que puede ahorrar energía en los sistemas de calefacción o de aire acondicionado de las viviendas.
El BIQ es un edificio que consta de 15 apartamentos y comenzó a construirse en diciembre de 2011 (la obra se terminó el pasado mes de marzo). Una de las características de la fachada del edificio es el emplazamiento de una serie de paneles de color verdoso que recubren todo el edificio y le dan un aspecto bastante singular; hasta aquí, todo podría parecer normal pero estos paneles son en realidad planchas de cristal que en su interior guardan agua con algas procedentes del río Elba.
Las algas viven en estas peceras a las que, mediante un sistema de control y distribución, se inyecta nutrientes y dióxido de carbono para activar el funcionamiento de estas plantas acuáticas. Las algas en esta disolución, gracias al dióxido de carbono y a la luz solar son capaces de llevar a cabo el proceso de fotosíntesis que las mantiene vivas y, por tanto, comportarse casi de la misma forma que lo haría una placa solar (solo que sería una "placa solar" biológica en vez de ser de silicio).
En verano, estas algas suelen crecer y hacen que los paneles se comporten como un aislamiento térmico de la fachada, haciendo que las paredes del BIQ se calienten menos y, por tanto, se pueda disminuir el consumo de energía en sistemas de aire acondicionado. Además, cuando la proporción de algas es demasiado grande, el sistema de bombeo es capaz de retirar parte de las mismas para transferirlas a otro tanque para procesarlas y transformarlas en biomasa para que, a su vez, se pueda producir bio-gas que se acumulará para la calefacción del invierno.
Dicho de otra forma, este edifico es muy eficiente desde el punto de vista energético puesto que es capaz de autoabastecerse de energía para los sistemas de aire acondicionado y la calefacción, disminuyendo la huella de carbono de la construcción.
El proyecto forma parte de la Exposición Internacional de Edificaciones de Hamburgo y su construcción ha costado alrededor de 5 millones de euros; un proyecto bastante singular que nos muestra que la arquitectura sostenible es posible y que, además, es posible aprovechar procesos que se dan en la naturaleza para ofrecernos un entorno urbano mucho más respetuoso con el medio ambiente.