En la actualidad son muchos los proyectos relacionados con la robótica y la inteligencia artificial que se desarrollan en centros de investigación de todo el mundo, de hecho, con cada vez mayor frecuencia vemos cómo se utilizan robots en cada vez más ámbitos. Sin embargo, dentro de todos estos proyectos, llaman mucho la atención aquellos que mezclan componentes biológicos con la robótica, por ejemplo, la combinación de insectos vivos con dispositivos electrónicos, por ejemplo, para controlarlos a distancia. La Universidad de Tokio ha presentado en estos días parte de su trabajo en este ámbito de actuación y, con la idea de convertir a los insectos en una especie de "sensores vivientes" han desarrollado un pequeño vehículo que ha terminado siendo manejado por una polilla.

¿Una polilla conduciendo un pequeño coche? Aunque pueda sonar raro o, quizás, con tintes algo amarillistas, básicamente es el singular resultado que ha presentado un equipo de investigadores de la Universidad de Tokio que, dentro de su trabajo de investigación, desarrollaron una especie de exoesqueleto robótico con forma de coche y montaron en él una polilla que fue capaz de guiarlo y, por tanto, desplazarse sobre el vehículo.

La explicación a este despliegue la encontramos en la idea de convertir los insectos en una especie de "sensores vivientes" que nos ayuden a detectar gases peligrosos, por ejemplo. De manera natural, ante este tipo de perturbaciones, los insectos y los animales suelen reaccionar huyendo de estas fuentes de peligro o, dependiendo de las condiciones, se ven atraídas por éstas; comportamientos que sustentan esta investigación.

Realizando pruebas con alrededor de 14 polillas macho, los investigadores encontraron que todas ellas eran capaces de guiarse, dentro de un espacio cerrado, hacia una fuente que les era difícil evitar: las feromonas de una polilla hembra. Observando su cálculo de trayectorias y su comportamiento, los investigadores llegaron a la conclusión que su capacidad de guiado podría ser la base de un robot que fuese controlado por los propios movimientos del insecto. Emplazando la polilla sobre una bola (parecido a un trackball) de polispan, ésta sera capaz de moverse y orientar sus movimientos para controlar el desplazamiento del vehículo y llegar a su objetivo, es decir, la fuente de feromonas.

Tal y como comentábamos, el objetivo de esta investigación no es dotar de robots a los insectos sino que el objetivo es explorar las capacidades sensoras de los insectos y sus posibilidades como sensores biológicos que sustituyan los detectores químicos convencionales que, no siempre, son capaces de reaccionar rápidamente ante la presencia de gases o compuestos químicos.

Imagen: Ars Technica y Phys.org

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