Si algún teléfono de la saga se merece el apelativo de "mítico" más que ninguno, es este, el abuelo de todos los teléfonos clamshell que vinieron en los años siguientes, tan populares en los 90 y 2000, donde la lucha de teléfonos no estaba realmente en tener la pantalla más grande o la mejor cámara, sino una tarea mucho más sencilla: poder caber en nuestros bolsillos de forma cómoda, el Motorola StarTAC.  Vamos a ponernos nostálgicos de cuando caminábamos de forma extraña por tener un verdadero ladrillo en los bolsillos.

Y, curiosamente, el Motorola StarTAC era muy pequeño para su época y si lo comparamos con los Nokia 5215 con los que coexistía, por ejemplo; mucho más si tenemos en cuenta que fue el primer teléfono que tenía esta forma de concha. Y por su tamaño y la época en la que estábamos, tampoco es que pudiéramos pedir demasiado de su pantalla, cuya resolución no se contaba en píxeles siquiera, sino que se podía contar con líneas en el panel. El Motorola StarTAC supuso un avance realmente bueno en la línea de teléfonos móviles, sobre todo si lo comparamos con su padre, el Motorola MicroTAC.

Los más jóvenes no caerán en la cuenta de qué estamos hablando, pero es que la primera versión del teléfono, sacada al mercado en enero de 1996, no era digital siquiera, el Motorola StarTAC era analógico. Luego vendrían otras partidas de teléfonos que se pasaron al modelo digital, entonces su pantalla mejoró, así como sus funcionalidades. De hecho, en la primera versión, una de sus características más reseñables era que vibraba, fue el primer teléfono en hacer que la vibración fuera una señal de aviso...aunque no era el primer dispositivo, sino que es una idea heredada de los famosos bippers, o buscapersonas; incondicionales aparatos que iban siempre con nosotros en los 90 para recibir mensajes retransmitidos por una centralita. En los demás modelos más modernos su principal característica pasó a ser el hecho de poder enviar SMS, tecnología ya en decadencia desde hace unos años por WhatsApp, Line, o cualquier aplicación de mensajería corta en línea que se os ocurra.

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Realmente el Motorola StarTAC tuvo un gran impacto en mi, sobre todo en la curiosidad por la tecnología, aunque el modelo que cayó en mis manos en el año 97 fuera el más simple jamás creado, pero era realmente inquietante ver cómo un dispositivo con la capacidad de hacer que dos personas estuvieran cerca pesaba tan poco, acercándose a los 90 gramos. Y todo era aún mejor cuando veía que el teléfono que tenía en la mano era el que se usaba en los Expedientes X, serie mítica, por otro lado, aunque eso es otra historia. Este fue mi primer teléfono móvil. En el vídeo de arriba podíamos ver lo que la gente realmente apreciaba del terminal, de hecho, la señora que menciona la pequeñez de su batería, ahora mismo nos parecería que debería estar en un manicomio, pero es que su batería fue el mejor avance del teléfono respecto a las anteriores.

Otro de los grandes hitos del Motorola StarTAC fue su batería: podías ponerle una adicional de Li-Ion (iones de Litio), que ya se diferenciaba mucho de las de NiMH (Níquel e hidruro metálico) de la época; esas baterías que tenías que dejar cargando horas antes de poder usar, cuyo rendimiento era aún peor que las de hoy en día, si cabe.

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Y si ahora nos quejamos de los precios de los terminales, con el Motorola StarTAC más de uno tuvo que romper la hucha de sus ahorros, ya que salió con el nada desdeñable precio de 1000 dólares. Sumado a que era el año 1996, la cosa se complicaba más, dado que el dinero valía más que ahora. Pero eso no impidió que este pequeño precursor de otros grandes terminales como el Motorola V3 vendiera 60 millones de unidades.

Si algo era curioso de este terminal era su formato. No por ser el primero en tener forma de concha, sino porque la pantalla estaba en la misma parte que el teclado, haciendo que la parte de arriba pareciera algo inútil cuando la mirada se iba inevitablemente hacia arriba, o al menos eso me pasaba a mi. Si alguno tuvo este móvil, se acordará de la forma tan peculiar que la enorme batería del terminal le daba a esta tapa delantera, el tacto que sentías cuando pasabas la mano por encima del bolsillo para recordar que tan preciado objeto no se te había quedado en la sala de maquinitas.