¿Cuál es el origen de la vida en la Tierra? Esa es una de las grandes preguntas que la ciencia lleva intentando responder desde hace mucho tiempo. Existen diversas teorías sobre el origen de la vida en nuestro planeta siendo la de la panspermia una de las más conocidas y también de las más polémicas ya que demostrarla no es nada fácil unido a otra serie de inconvenientes (el principal que da solución al origen, pero no al cómo).

Según dicha hipótesis, que popularizó el químico Svante August Arrhenius quien por cierto ganó un Premio Nobel, los elementos fundamentales para la creación de vida prevalecen dispersos por el Universos y la vida en la Tierra habría comenzado gracias, en parte, a la llegada de dichos elementos básicos a nuestro planeta subidos en asteroides o cometas procedentes de algún lugar del cosmos que impactaron contra ella. La teoría no es del todo descabellada si tenemos en cuenta por un lado que el impacto de cuerpos celestes contra la Tierra es algo habitual y por el otro que ya se han encontrado componentes del ADN, la macromolécula que contiene la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de los organismos vivos conocidos, en varios meteoritos.

Sin embargo las mentadas evidencias no eran suficiente para corroborar la hipótesis, básicamente porque los científicos no consiguieron demostrar en ninguno de los casos si los elementos encontrados en meteoritos caídos en el suelo de la Tierra procedían realmente del espacio o por el contrario eran fruto de contaminación terrestre. Pero ahora una nueva investigación recién publicada parece haber conseguido justamente eso, demostrar la procedencia extraterrestre de nucleobases, componentes muy importantes del ADN, y otros compuestos que han bautizado como “análogos a las nucleobases” hallados en varios meteoritos.

Concretamente Michael P. Callahan de la NASA y James Cleaves del Instituto Carnagie analizaron extractos de 12 meteoritos recuperados de diferentes partes de la Tierra, como por ejemplo la Antártida, en los que encontraron nucleobases y compuestos similares que están convencidos no son producto de la contaminación de la vida terrestre por dos razones:

  • Tres de las moléculas descubiertas son muy extrañas en la Tierra y en palabras del propio Cleaves, “encontrar compuestos de nucleobases que no son típicos en la bioquímica terrestre apoya fuertemente el origen extraterrestre

  • Analizaron importantes cantidades de muestras de tierra y hielo pertenecientes a las superficies donde se hallaron los meteoritos en los que a su vez se encontraron las nucleobases y por un lado la concentración de moléculas en esas muestras era muy inferior a la vista en los meteoritos, y por el otro ninguna de las otras moléculas similares a las nucleobases obtenidas de las muestras de meteoritos fueron detectadas en las muestras de tierra y hielo

Además para rematar la jugada los dos científicos decidieron simular en el laboratorio las condiciones químicas que se producen en el espacio exterior para ver si conseguían obtener nucleobases y compuestos análogos como los hallados: el resultado fue un conjunto de moléculas muy parecidas a las encontradas.

Dicho todo esto que nadie tire las campanas al vuelo. Ahora falta ver qué dice el resto de la comunidad científica sobre la investigación de Callahan y Cleaves y sus conclusiones. En cualquier caso aunque se diera el mejor, que se confirmara al cien por cien que en el espacio exterior existen las condiciones y elementos necesarios para que se produzca la formación de moléculas evolucionadas y la hipótesis de la panspermia quedara confirmada, continuaríamos sin saber exactamente cómo surgió la vida; eso sí, seguiríamos estando ante un hallazgo realmente importante por las puertas que abriría para la búsqueda de vida extraterrestre y otros campos.

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