No solo que podría haber vida en otros planetas, sino que eventualmente se originó unos cinco mil años antes que en la Tierra. La hipótesis toma en cuenta la aparición de los primeros continentes en un planeta de nuestra galaxia. Y esta ventaja, de acuerdo con un nuevo estudio, vendría a respaldar la idea de la existencia de vida extraterrestre más avanzada que la terrestre.

En la receta que los astrobiólogos suelen citar para que un planeta albergue vida siempre hay tres elementos: una atmósfera con oxígeno, agua líquida y protección contra la radiación peligrosa. Los continentes, o grandes masas de tierra, no son algo estrictamente necesario para este fin. Pero la historia de nuestra Tierra nos cuenta que son clave para que la vida prospera y permanezca durante mucho tiempo.

Esa fue la pista que guio el estudio de Jane Greaves, astrónoma de la Universidad de Cardiff en el Reino Unido: si un planeta tuvo continentes antes que la Tierra, existe la posibilidad de que tenga —o haya tenido— vida más antigua y avanzada que la nuestra. Y Greaves encontró que al menos dos exoplanetas de nuestra galaxia reúnen condiciones en este sentido.

Los planetas de dos estrellas un poco más pequeñas que nuestro Sol podrían haber formado continentes hasta 5 mil millones de años antes que nosotros. Estas estrellas son las HD 76932 y HD 201891, situadas respectivamente entre 70 y 110 años luz de nosotros, en una región conocida como el «disco grueso» de la Vía Láctea.

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Foto por Guthrie Kuckes en Unsplash

¿Por qué puede haber vida en estos planetas?

La investigadora basó su análisis en una muestra de solo 29 estrellas y las mejores estimaciones actuales de los astrónomos sobre la probabilidad de que un planeta que tenga condiciones para que haya vida. «Podría haber dos sistemas en esta muestra con biosferas más avanzadas que aquí en la Tierra», escribió Greaves en el estudio publicado en septiembre en la revista Research Notes of the American Astronomical Society.

Las placas tectónicas son grandes trozos de roca que componen la superficie de la Tierra. Se mueven unas contra otras, lo que da lugar a volcanes, montañas y a los continentes. Se mueven porque flotan sobre el magma, las entrañas fundidas de este y otros planetas. El calor del núcleo de un planeta mantiene el magma fundido y este calor, a su vez, proviene de elementos radiactivos.

Algunos de estos elementos en el núcleo son el uranio-238, el torio-232 y el potasio-40, que emiten energía a medida que se desintegran. La mayoría de ellos se originaron en eventos cósmicos catastróficos: explosiones de supernovas o colisiones entre estrellas gigantes. La cuestión es que algunos de estos elementos dejan rastros que se pueden detectar en las longitudes de onda de la luz que emiten las estrellas.

Greaves utilizó los niveles de uranio-238 y potasio presentes en estrellas cercanas. También consideró las edades de estas estrellas, medidas por el satélite Gaia. Esto último para estimar cuándo un hipotético planeta rocoso alrededor de alguna de estas estrellas se volvió tan caliente como para que surgiera la tectónica de placas.

Recreación artística del exoplaneta GJ 357 b., potencialmente habitable / ©TESS Media Office

Una investigación más grande

Las perspectivas parecen muy prometedoras para encontrar exoplanetas rocosos con continentes, sostiene Greaves. Insiste en que continuar la investigación, particularmente de las abundancias estelares de torio y potasio, podría ayudar a descubrir más sistemas antiguos donde la vida pudo haber surgido antes que en nuestro planeta. «Estrellas cercanas parecidas al Sol ya han producido algunos candidatos a hospedadores», explica la científica.

La NASA ya tiene planes para poner en funcionamiento su Observatorio de Mundos Habitables. La agencia espacial estadounidense ha dicho que espera lanzar un nuevo y potente telescopio, que comenzaría a operar en 2040 con el objetivo de buscar planetas parecidos a la Tierra más allá de nuestro sistema solar. Será la primera misión de la NASA diseñada específicamente para buscar vida extraterrestre.