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Ayer, Steve Jobs levantó el telón y presentó en sociedad el esperado iCloud. La verdad es que este servicio me dejó muy buen sabor de boca, sobre todo si tenemos en cuenta todo lo que se había especulado sobre el tema. iCloud no es, únicamente, un servicio que enriquece la experiencia del usuario de productos de Apple sino que, también, es una forma muy interesante de entender el cloud computing y los servicios que, desde la nube, se pueden ofrecer a los usuarios.

iCloud se apoya, lógicamente, sobre un centro de datos sobre el que Apple centraliza todas las capacidades de su servicio. ¿Y qué buscamos en la nube? Principalmente, los usuarios buscamos una fácil gestión de nuestros activos, un servicio a precio competitivo, escalable y, sobre todo, con una alta disponibilidad; aspectos que parecen cubrirse dentro del concepto de cloud computing que Apple ha implementado en iCloud.

iCloud es una nube, con cierto aire de exclusividad, que se ha desplegado expresamente para los productos de Apple, por tanto, esa es la llave de entrada necesaria para acceder a iCloud. Con iCloud los usuarios van a disponer de 5 GB de espacio de almacenamiento para los backups de sus dispositivos, sus documentos o sus libros; un espacio de sincronización (al más puro estilo Dropbox) con el que poder acceder, desde cualquier lugar y desde cualquier dispositivo, a sus archivos personales y de manera gratuita. Por tanto, dentro de los servicios de iCloud, encontramos el del almacenamiento y los backups, dos de las aplicaciones más utilizadas dentro de la nube.

Si con el espacio para el almacenamiento, iCloud responde a un modelo de infraestructura como servicio, Apple amplía los horizontes de iCloud y también lo introduce en el mundo del software como servicio.

Apple ha decidido que iCloud sea un potencial oponente de Google y sus servicios en la nube (Gmail, Google Calendar o Google Contacts). iCloud incluye un renovado Mobile Me que, además, es totalmente gratuito, orientado a la nube (para la sincronización entre dispositivos) y, encima, está totalmente libre de publicidad. Con este movimiento, Apple ha democratizado un servicio que, hasta ahora, era algo exclusivo y que, para su precio, no incluía demasiadas opciones; además, lo eleva a un punto en el que podría ser capaz de enfrentarse a algunos de los productos más consolidados de Google, como por ejemplo Google Calendar.

Todo es susceptible de ser almacenado en la nube o distribuido desde ésta: aplicaciones, contactos, calendarios, documentos, fotografías, música, libros, etc; un almacén que, prácticamente, elimina de la ecuación de funcionamiento al PC con iTunes instalado, liberando al usuario de la atadura física a una máquina con la que sincronizar sus dispositivos móviles o cualquier otro dispositivo. El móvil, gracias a iCloud, es aún más móvil y el PC de escritorio deja de ser el eje sobre el que giran nuestros dispositivos y pasa a convertirse en un cliente más, ocupando la nube su lugar como eje de nuestro ecosistema de contenidos y dispositivos.

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La visión de la nube de Apple incluye conceptos clásicos como el software como servicio o la infraestructura como servicio pero, además, introducen un nuevo concepto con iTunes Match y el iTunes en la nube: el contenido como servicio. Un nuevo concepto de suscripción que aúna a los usuarios y a las discográficas, dándole un nuevo sentido al concepto de copia privada y, además, firmando, prácticamente, la defunción de la música en soporte físico.

Está claro que Apple llega algo tarde a la nube, si lo comparamos con el resto del mercado o con empresas como Google, sin embargo, llegar tarde no implica quedarse atrás porque, con lo que Apple mostró ayer, ha sido capaz de coger impulso y brindar a los usuarios una experiencia en la nube a 360º, es decir, una panorámica completa de servicios con los que los usuarios podrán desligarse de ubicaciones físicas y no tendrán que girar alrededor de un servidor en su hogar, sino que podrán acceder a sus datos con cualquier dispositivo asociados.