Hace unos días les comentábamos acerca del nuevo sistema de comentarios de Facebook, en el cual se le da predominancia a la relevancia social. Entre las mejoras que se hacían, destacaba el hecho de que, al requerirse de un perfil en la red social, se inhibirían los comentarios ofensivos en un sitio web. En TechCrunch han decidido subirse al tren y reportan que, en efecto, el sistema sí sirve para reducir el número de trols, pero temen que quizá funciona demasiado bien.

Desde el 1 de marzo que implementaron el sistema, los comentarios descendieron de forma dramática. Por supuesto, los administradores del sitio tenían contemplado que sus números bajaran. De hecho, lo vieron como una consecuencia positiva, ya que de los cientos y cientos de comentarios que recibían en una entrada, cerca de la mitad podían ser calificados como "de pobre calidad" --y de esos, la mitad podían tomarse como troleo puro--.

En decir, en TechCrunch, la mitad de los comentarios que recibía el blog no contribuían en ningún sentido a la conversación. Al entrar el nuevo sistema, los artículos más populares apenas si llegan a los 100 comentarios; pero de esa cantidad, casi todos son respuestas coherentes que están relacionados con el tema central. Una utopía de los blogs.

Sin embargo, han detectado un fenómeno peculiar. En lugar de los comentarios ofensivos que solían pulular en las entradas, ahora muchos usuarios publican sólo impresiones positivas, desviviéndose en lisonjas y alabanzas. En este sentido, había que cuestionarse si la eliminación de los trols no está sacrificando, de cierta manera, la crítica en el sitio. Después de todo, son considerados como un mal necesario, porque permiten que muchos usuarios se sientan cómodos para dar su postura, fomentan el cuestionamiento de las fuentes, y muchas veces, son genuinamente divertidos.

Al final, los comentarios implican sólo discusión, sino también sirven como un espacio de catarsis. Hace un año les escribía al respecto:

Basta un vistazo para percatarse de la enorme cantidad de comentarios cuya mera función es el desahogo del lector. Sea una noticia indignante, una postura encontrada, o un tema que toque las fibras sensibles, los blogs se convierten en lugares de alivio inmediato. Comentar es una forma de deshacerse de la negatividad, de poner el reclamo en un sitio visible. De algún modo, este carácter público refuerza la práctica. El deshogo trasciende lo privado - como sería si lo escribiéramos en una mera hoja de papel - para insertarse en una esfera pública. Por alguna razón, el lector quiere -¿o necesita?- que su frustración sea escuchada.

¿No está sacrificando el nuevo sistema de Facebook esta función en los blogs? Imposible saberlo a ciencia cierta en este momento. Por lo pronto, en TechCrunch están indecisos sobre si han acertado o no al utilizar los comentarios regulados por relevancia social. Es cierto: se reduce, de un lado, al eterno debate entre cantidad y calidad; pero por otra parte, también tiene que ver con los usos y gratificaciones que obtenemos. El tiempo nos dirá si el prestigio de comentar tiene más peso que los otros factores.

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