Son casi las 12 de la noche, a apenas un kilómetro de la habitación desde la que escribo se siguen celebrando los Premios Goya, Álex de la Iglesia acaba de dar un discurso absolutamente alucinante y probablemente para el resto de los habitantes del planeta esta sea una noche como todas las demás. Pero no para todos. Cuando hace unas horas me encaminaba bajo la lluvia a la Operación Goya no sabía muy bien a lo que me iba a enfrentar, estaba cansado, venía de conducir un par de horas y acudía picado por la curiosidad más que por otra cosa. A lo largo de la tarde, mientras iba contando todo lo que sucedía en mi cuenta de Twitter varios eran los que me decían 'como me gustaría estar ahí', bueno, pues esto es una crónica personal de lo sucedido, sin aditamentos, con los recuerdos frescos y una especie de rush en el cuerpo que todavía me dura.

Cuando yo he llegado ya era un poco tarde, el photocall ya había empezado y con ello las protestas, la primera sorpresa ha sido comprobar lo mucho, muchísimo, que se oían las voces, yo subía caminando por la madrileña Calle de Bailén y antes de llegar al Palacio Real a medio kilómetro (calculado con Google Earth) ya podía oír lo que evidentemente era gente gritando y abucheando, se oía 'mucho', así que de cuatro gatos como muchos auguraban nada de nada. Hablando precisamente del número de personas, no sabría deciros un número exacto, desde luego que no son las 250 que decían en la cuenta de Twitter de RTVE, yo daría por hecho que más de 1000, pero probablemente menos de 1500, estábamos divididos en dos grupos así que era bastante difícil hacer el cálculo, desde luego si el otro grupo era tan un numeroso como en el que yo he estado los mil asistentes se superaban con holgura.

La segunda cosa que me ha sorprendido ha sido el ambiente, en serio, era increíble, aunque mi objetivo es precisamente el contrario, las palabras se me van a quedar muy cortas. Tampoco se puede describir muy bien lo que se siente al verse envuelto de repente entre cientos de personas llevando una máscara de Guy Fawkes, es entre medio extraño y divertido. Ya estaban por allí trabajando para la cobertura en directo y contándolo todo Marilín, José Carlos Castillo y Ricardo Lázaro, compañeros hipertextuales que le han puesto broche a la noche, si se me permite la rima, es un gusto trabajar con ellos bajo tantísima presión (no nos alcanzaban los dedos para fotografiar/twittear/redactar todo) y a la vez en un ambiente tan estupendo.

El ambiente precisamente era el de un montón personas movilizándose, ejerciendo su derecho a la legítima libertad de expresión, quejándose, rebelándose. Existe el tópico de que el ciudadano español protesta mucho pero a la hora de la verdad nunca hace nada, que lo de hoy valga como ejemplo para demostrar que no siempre es así. Por un lado estaban los convocados por Anonymous pero por otro muchísima gente que pasaba y acababan quedándose, sin tardar mucho en unirse a los gritos y al abucheo general. Así, acabas subido a la misma silla para ver mejor con el que al final acabó siendo un fotógrafo/cámara de RTVE, mirando divertido a un policía con cara de malos amigos que sabe que no puede hacer nada aunque lo desearía, deseando tener un huevo en las manos que lanzar y contemplando incrédulo como una ministra de cultura acude a una gala refugiada tras un paraguas 'por si llovía' aunque el verdadero motivo fuese protegerse de algún que otro huevazo.

Anécdotas hay varias, me quedo con el de un señor que lo grababa todo desde su Galaxy Tab (es la primera vez que veo uno en acción, en vivo, en la calle, no de pruebas o en una tienda) y después creo que lo tuiteaba, con el señor que hacía como que sujetaba la correa de su enfervorecido y minúsculo chihuahua diciendo que se lo iba a tirar a la Sinde, con alguna que otra señora mayor digna de un grupo de Facebook con cara de no enterarse de nada y con alguna que otra conversación intrascendental con alguien que estaba al lado, siempre se hablaba de lo mismo, esto no es manera de hacer las cosas, esto no es democrático.

Nunca había entendido la expresión 'electricidad en el aire', hoy lo he hecho, de verdad que es absolutamente alucinante estar rodeado de pantallas de iPhones, Androids y otros smartphones que se encargan de twittear lo que iba aconteciendo, de retransmitir en vivo lo que está sucediendo por que hay miles de personas detrás, es absolutamente alucinante sentir que todos estábamos allí por lo mismo, es esa misma vibración que se puede sentir en un concierto de rock. Durante mucho tiempo yo no era partidiario de empañar la gala de los Goya con un acto así, el tiempo, y la experiencia de esta tarde, me han acabado demostrando lo contrario.

Si he titulado el post como 'historia de un incrédulo' es precisamente por esto ¿servirá de algo la Operación Goya? No, creo que no, desafortunadamente vivimos tiempos en los que la clase política está demasiado desvinculada de sus ciudadanos como para que esto tenga en mi opinión alguna repercusión real. Es más, os digo que probablemente Sinde se haya reído para sus adentros detrás de su paraguas cuando pasaba por la alfombra roja, pero da igual, no olvidemos la importancia de castigar con el voto, esta tarde yo era un incrédulo, ahora estoy convencido de que las cosas pueden o no cambiar, pero lo importante no es quedarse de brazos cruzados, lo importante es protestar.

Fotografías: Ricardo Lázaro