Os quiero mostrar un fragmento de una carta que Sergio Larraín, un gran fotógrafo chileno, le escribió a su sobrino en 1982 cuando este le pidió consejo para comenzar en el mundo de la fotografía.
Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos, y el instrumento es clave para el que hace un oficio. Y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. (…) Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes (…) y mirar, dibujar también, y mirar. Dejarse llevar por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas. Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras. (…) Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro. La mejor la subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre).
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos. Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa. Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte una colección de cosas óptimas, un museito en una carpeta. (…) Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, la amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Bueno, con esto tienes para comenzar.
Bello y brillante, ¿verdad? Me parecen unos estupendos consejos para tomarse la fotografía con una paciencia que nos permita disfrutar plenamente de ella. Lástima que ya perdimos el revelado en cuarto oscuro, era tan poético...
¿Qué te parecen estos consejos? ¿Compartes la visión de Larraín?
Descubrí esta carta gracias a un elemento compartido de @fotomaf de la web de Keko Ponte.