Hace ya unos meses que hablamos en ALT1040 de Flattr. Básicamente es un servicio nacido gracias a uno de los creadores de The Pirate Bay y cuyo nombre viene de un juego de palabras entre 'flatter' (halagar) y 'flat rate' (pago fijo) que nos permite, a partir de una asignación de dinero mensual, valorar diversos contenidos por internet y asignarles el precio que nososotros creamos conveniente.

Por aquel entonces estaba en una versión muy temprana de desarollo, de hecho todavía lo está, pero desde que hace unos días me llegase la invitación para probar el servicio y tras haber estado trasteado un poco con él un poco ha sido cuando he terminado de perfilar una idea que llevaba dándome vueltas en la cabeza durante algún tiempo. El funcionamiento de Flattr ya lo expliqué en aquel post, lo único que hace falta es ingresar una cantidad de dinero, que la otra persona tenga un pequeño botón de Flattr en su página web donde hacer clic y para pagar el dinero que queramos y ya está, nada más.

Pero lo bueno del servicio, lo que a mí me ha parecido auténticamente reveledador y brillante no ha sido el sistema en sí, ni la idea, ni siquiera el funcionamiento que aunque le falta madurar de momento funciona muy bien. Lo que me ha gustado es la filosofía que hay detrás, el modo de pagar por tan nuevo pero a la vez tan aplastantemente lógico que se esconde tras Flattr.

En medio de toda la polémica sobre las leyes antipiratería, la Ley de Economía Sostenible, el streaming, la estupidez de la clase política y alguna que otra barbaridad más, no está de más fijarse no sólo 'cómo' se valoran esos contenidos, que es donde todo el mundo parece centrarse, sino en 'quién' los valora. Tradicionalmente el precio de un artículo lo pone en la mayoría de las ocasiones el vendedor, es decir, tu quieres un kilo de manzanas, el vendedor te dice que las manzanas están a tanto dinero el kilo y tú o lo pagas o te quedas sin manzanas, y punto.

Mi pregunta es ¿por qué? ¿por qué tiene que ser así? ¿por qué tiene que venir un director de discográfica desde su despacho y decirme que tal canción vale tanto dinero o que tal disco vale tanto otro? ¿No será mejor que decida yo cuánto quiero pagar? Es esa idea la que realmente me ha convencido y la que creo que sería un buen paso a seguir.

Puede sonar, lo sé, utópico. Seguro que más de uno pensará que si pones un artículo para que cada uno le asigne el valor que quiera, todos los artículos se venderán a un céntimo. Pues siento discrepar, de hecho ya hay algún caso que me respalda, como una iniciativa que lanzó hace tiempo Atrápalo donde cada uno ponía se iba de viaje por el precio que quisiese y hubo casos en los que se llegó a pagar hasta el 73% del precio real. Yo estoy convencido de que cuando algo nos gusta pagamos con más gusto todavía ¿O no pagaríais a vuestro artista favorito si supieseis que hay un sistema que permite remunerar su trabajo de manera íntegra?

Hay muchas veces que tengo un mal día y me basta con que empiece a sonar una canción en el iPod mientras voy medio dormido en el metro para que se me haga todo un poco menos cuesta arriba. Me gustaría tener la posiblidad de poder pagar eso, de otorgarle el valor que yo considero, no el que nadie me impone, valor totalmente ajeno a discográficas, negocios, política y leyes absurdas.

Foto: Galería de Gabriel Horacio en Flickr