A estas alturas de mes, muchos de nuestros lectores estarán preguntándose qué sucedió con mi iPhone, aquel que se llenó de agua en una fiesta veraniega. Creo que ha llegado el momento de informar sobre cómo quedó el asunto.
Como sabéis, tras la triste noche del homicidio, introduje mi móvil en su tumba de arroz para que reposara unos días (casi una semana) antes de pensar en hacerle la autopsia. Cuando estos días pasaron, encendí el móvil y cuál fue mi grata sorpresa cuando comprobé que funcionaba perfectamente casi todo: GPS, cámara, acelerómetro...
Todo... exceptuando la pantalla, que se veía totalmente apagada, fue como si la lámpara interior se hubiese fundido. De modo que en los soleados días del sur ibérico me veía obligado a consultar mi iPhone al trasluz de los rayos de sol. Tras llamar a Apple, ésta me dijo que podían cambiármelo por uno restaurado en una semana por unos 200€, pero mi economía últimamente no está para esos lujos.
Visto esto (que así no podía seguir mucho tiempo, mirando el iPhone como un bicho raro), y habida cuenta de que poseía el seguro A Salvo de Telefónica (¿o esta operadora se llamaba de otra manera?), me dirigí a una de sus tiendas para proceder a su reparación con la consiguiente cobertura del seguro.
¿Resultado? La bromita me va a salir por unos 180€ de los cuales la mitad serán cubiertas por el seguro. Es cierto que este seguro posee también cobertura para robos, con una indemnización mucho más suculenta (procedimiento que me insinuaron realizar en la tienda), pero digamos que me gusta ser honrado y dormir tranquilo por las noches.
De modo que al final me conformaré con mi iPhone de un año de edad, con sus desperfectos en la carcasa, pero arreglado. En este tiempo he llamado también a Movistar para preguntarles por la renovación de terminal para poseedores de un iPhone de más de 9 meses de antigüedad, pero es más de lo mismo y te obligan a firmar otros dos años más esclavizado al contrato con la operadora. Sólo me queda esperar, en una semana me llega y os cuento.