Hay pocas cosas con peor sabor que las medicinas. Los humanos sabemos bien lo desagradable que es tomar algunos jarabes o pastillas. Sí que es cierto que a los de uso infantil se les añaden saborizantes para evitar que los niños  rechacen el tratamiento. Sin embargo, una vez que se supone que tenemos suficiente fuerza de voluntad para tragar algo asqueroso por el simple hecho de que nos hará bien, deja de ser necesario edulcorarlo. Ahora bien, ¿qué ocurre con nuestras mascotas? ¿Es necesario usar saborizantes para dar pastillas a perros y gatos?

Cualquiera que tenga mascotas sabe que hay dos opciones a la hora  de dar pastillas a perros y gatos. Que haya que camuflarlo de la manera más ingeniosa posible o que se lo coman directamente como el mayor de los manjares. Esto último nos lleva a hacernos una pregunta curiosa. ¿A qué saben los medicamentos para mascotas?

No es una pregunta con una sola respuesta. Del mismo modo que los fármacos para humanos, los de uso veterinario suelen estar fabricados a base de principios activos con sabores amargos. Esto es así porque muchos proceden de sustancias que las plantas usan como defensa para evitar ser ingeridas por los herbívoros, de ahí que no tengan un sabor precisamente agradable. Si nuestras mascotas rechazan el medicamento será porque destaca el sabor de esos principios activos. Sin embargo, cuando los comen con gusto, suele deberse a que tienen saborizantes.

En el caso de los perros, es habitual que estos tengan sabor a carne, aunque para los gatos hay más opciones y muchas curiosidades al respecto. Esto facilita muchísimo la administración, pero a veces no queda más remedio que camuflar el fármaco y para eso hay muchas opciones posibles.

¿Cómo podemos dar pastillas a perros y gatos?

Supongamos que el fármaco que tenemos que administrar a nuestra mascota no tiene buen sabor. En ese caso, no queda más remedio que recurrir a ciertos trucos; ya que, como los niños, no se les puede convencer de que deben tomarlo para sentirse mejor.

Lo más típico, si se trata de una pastilla, es esconderla en un trozo de comida, como una salchicha. Pero en estos casos pueden pasar dos cosas. Por un lado, que el animal no tenga apetito por la afección que se quiere tratar. En ese caso, no querrá comerse el trozo de salchicha. Por otro lado, es posible que, al empezar a comer, note la pastilla en el interior del alimento y la escupa. Si eso ocurre, habrá que recurrir a otros trucos.

Abre bien la mandíbula de tu perro

Para dar pastillas a los perros, podemos introducirlas nosotros mismos. Esto se hace siguiendo varios pasos. Primero se sujeta con una mano el hocico por la parte superior y se agarra la mandíbula inferior con la palma de la mano, envolviendo los dedos a su alrededor. Después. con ambas manos, se debe presionar suavemente los labios del perro en los dientes a la vez que se tira de la mandíbula hacia arriba. Esto se hace porque, normalmente, los perros abren la mandíbula, ya que tienden a no cerrarla hacia abajo por miedo a morderse las mejillas. 

A continuación, se suelta la mandíbula inferior, pero se mantiene sujeta todavía la superior y, con la mano libre, se toma la pastilla y se coloca en la boca, lo más cerca posible de la garganta. Ya solo quedaría cerrarle la boca y mantenerla sujeta con una mano, a la vez que se acaricia suavemente la garganta con la otra. De este modo, facilitamos que la pastilla descienda. 

¿Qué hacemos con los gatos?

Con los gatos, es recomendable inmovilizarlos primero para que no puedan arañar. Esto se puede hacer con lo que se conoce como la técnica del burrito. Consiste en rodear al animal con una toalla, como un bebé, de manera que las patas queden inmovilizadas, pero la cabeza sobresalga por la parte superior de la toalla.

Después, para darle la pastilla, el primer paso será inclinarle la cabeza hacia arriba. Luego se debe rodear su cabeza con los dedos índice y pulgar, haciendo una U invertida sobre su frente. De este modo, al presionar con delicadeza, se va abriendo la mandíbula. Para que se abra completamente, después se coloca el dedo índice en la punta del mentón del gato, entre los colmillos inferiores, y se presiona un poco hacia abajo. Ya solo queda dejar caer la pastilla en la parte posterior de la lengua y cerrar la boca. 

Tanto después de dar pastillas a los perros como a los gatos, es importante proporcionarles mimos y algún premio, ya que no deja de ser una situación estresante para ellos.

desabastecimiento de fármacos
Las pastillas para perros y gatos saben tan mal como las de humanos, pero a veces se añade sabor a carne o pescado. Crédito: Myriam Zilles (Unsplash)

Productos para administrar los fármacos a las mascotas

Puede que no podamos o no queramos introducir la pastilla en la boca de nuestro amigo peludo directamente usando la mano. Por eso, en las tiendas para mascotas se venden algunos productos que nos hacen la vida más fácil.

Es el caso de las cápsulas vacías. Son capsulitas sin sabor que enmascaran el mal gusto de los fármacos y resultan más agradables de tragar. También existen chucherías con un hueco destinado a introducir la pastilla. E incluso una especie de jeringas que se llevan a la parte posterior de la boca de perros o gatos y facilitan depositar la píldora, sin que nosotros mismos tengamos que llevarla hasta allí usando la mano.

Los sabores favoritos de perros y gatos

Como con los niños, lo más cómodo no deja de ser que nuestras mascotas se coman el medicamento sin necesidad de trucos. Y para eso es importante que tengan un sabor agradable.

En el caso de los perros, se suelen preparar medicamentos con sabor a carne. En el de los gatos hay más variedad, desde el pescado hasta el hígado de pollo. De hecho, precisamente por esa variedad, en 2022 un equipo de veterinarios de la Universidad de Wisconsin-Madison llevó a cabo un estudio dirigido a analizar cuál es el sabor favorito de nuestras mascotas felinas.

Para ello, se usaron distintas fórmulas no medicamentosas a base de agua o aceite a las que se añadieron 10 sabores distintos. No se logró encontrar un sabor ganador, pues dependía mucho de cada gato. Pero hubo tres datos interesantes. El primero es que, si bien los sabores preferidos eran muy variables, sí que es cierto que todos coincidían en ser reacios a las cápsulas con sabores dulces.

Si resulta curioso es porque los gatos no tienen los genes que permiten saborear el dulce. Por lo tanto, estaban rechazando algo que en realidad no podían percibir como lo hacemos nosotros. También coincidieron en que las fórmulas con base de aceite les gustaban más que las de agua, independientemente del sabor. Aunque sobre todo el pollo y el pescado resultaron muy agradables a la mayoría de gatos participantes.

Los humanos no se enteran de nada

Para terminar, algo muy llamativo del estudio fue que los amigos humanos de los gatos no tenían ni idea de cuál sería su sabor preferido. Antes de probar las distintas opciones, se les preguntó cuál creían que sería el saborizante que elegirían. Ellos contestaron con base en lo que normalmente les gusta comer. Pero la mayoría no acertaron. Desde luego, los gatos son muy suyos, incluso para saborear los medicamentos. Por eso, a veces es necesario mucho ensayo y error hasta dar con la forma perfecta de administrarles su medicación. Pasa lo mismo a la hora de dar pastillas a los perros. Siempre habrá una forma más sencilla para cada animal, pero a veces es difícil dar con ella. Ante la duda, lógicamente, consulta a tu veterinario. 

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