Hay personas de izquierdas y de derechas. Unos prefieren la tortilla con cebolla y otros sin cebolla. Los vacacionistas se dividen entre los que disfrutan en la playa, los que aman pasear por la montaña. O también los que solo quieren conocer ciudades nuevas y ver monumentos. En la diversidad está el gusto. Pero si hay algo que nos une a la inmensa mayoría de los mortales es el hecho de odiar los lunes. Sobran los motivos para hacerlo; pero, por si fuera poco, un estudio reciente apunta a que es el día en el que se producen más infartos.
Se trata de una investigación que se presentó hace unos días en la Conferencia Anual de la Sociedad Británica de Cardiología. El estudio no se ha publicado aún en ninguna revista, por lo que debemos leer sus resultados con precaución. No obstante, es interesante, pues da información que puede ser valiosa para prevenir los ataques cardíacos en un futuro.
Los investigadores, procedentes del Belfast Health and Social Care Trust, estudiaron 10.000 ingresos por infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI) producidos en hospitales de la República de Irlanda e Irlanda del Norte, entre 2013 y 2018. El objetivo era ver qué factores podían haber sido desencadenantes de estos ataques cardíacos, poniendo especial atención al día de la semana. Vieron que hubo un aumento significativo de estos eventos al inicio de la misma, por lo que suponen un motivo más para odiar los lunes. Pero, curiosamente, también hubo un pico los domingos, por lo que podría ser que el simple miedo a volver a la rutina ya sea un motivo para sufrir del corazón.
Otro motivo para odiar los lunes
Este estudio se basa solo en el análisis de datos. Por lo tanto, encuentra un aumento significativo en el número de infartos durante los lunes, pero no explica los motivos. Aun así, sus autores tienen una hipótesis que apunta al sistema circadiano como posible responsable.
Este sistema es el que se encarga de regular ciertos parámetros fisiológicos en ciclos de 24 horas. Se conoce, por ejemplo, su papel en el sueño, mediado por la luz y la secreción de la hormona melatonina. Durante el día, cuando entra luz a través de los ojos, se inhibe la secreción de la melatonina, indicando que debemos estar despiertos. Sin embargo, a medida que oscurece, la hormona empieza a liberarse, generando la somnolencia necesaria para caer dormidos al ir a la cama.
Hay otras muchas funciones del organismo que siguen ritmos circadianos. Pero, además, hay muchos sistemas que están afectados por su mal funcionamiento. Por ejemplo, si el sistema circadiano se desregula, pueden darse ciertos tipos de cáncer y también infartos y otras enfermedades del corazón.
Seguir un buen ritmo circadiano supone tener unas horas de sueño adecuadas y regulares. Por lo tanto, el salto de un fin de semana, en el que puede que trasnochemos y nos levantemos tardísimo, al primer día de la semana, en el que a veces no dormimos suficiente, puede ser dañino para el sistema circadiano. Todo eso sin contar con el estrés de saber que volvemos a una rutina de trabajo que a veces resulta extenuante y que, además, afecta al sueño, empeorando aún más el sistema circadiano.
Ese estrés y esa falta de sueño son parte de nuestros motivos para odiar los lunes, pero además pueden empujar a algo peor, como los infartos.
¿Y qué pasa con los infartos de los domingos?
De nuevo, estos científicos no están seguros de lo que ocurre los domingos, pero puede que el estrés por volver a la rutina empiece a manifestarse el último día del fin de semana. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha sentido triste algún domingo por la tarde por pensar lo que viene al día siguiente?
Es bastante complicado dejar de odiar los lunes. No obstante, si queremos que nuestro cerebro los afronte algo mejor y, sobre todo, que nuestro sistema circadiano no sufra, debemos intentar tener una rutina los fines de semana. No se trata de levantarse a las siete de la mañana y hacer trabajo de oficina, pero sí de intentar tener un sueño adecuado y llevar otras rutinas, aunque sean de ocio. Así, quizás ayudemos a reducir esos picos de infartos que, al menos en Irlanda, parecen ser algo más que una simple casualidad.
¿Nos gustarán los lunes así? No, pero los afrontaremos con más salud, que ya es mucho.