"Operation Upshot-Knothole - Badger 001" by Federal Government of the United States. Licensed under Public domain via Wikimedia Commons.

Lo ha vuelto a hacer, tal y como prometía. Corea del Norte continúa con sus pruebas nucleares a pesar de haber sido condenada abiertamente por prácticamente todo el globo. Pero ellos siguen adelante sin importar las consecuencias. Aunque estas supongan que la tierra tiemble en un terremoto de 5,3. ¿Cómo ha de ser un artilugio para que consiga provocar un terremoto que se detecte más allá de las fronteras del país? ¿A qué juegan los norcoreanos? ¿No vamos a hacer nada al respecto? Parece que Corea del Norte sigue empeñada en demostrar que "la tiene más grande" a pesar de que a nadie le importe.

Las dichosas bombas de Corea del Norte

El pasado enero, Corea del Sur organizaba una reunión de emergencia a toda prisa: su suelo se había movido sin control. El origen, tal y como apuntaban todos los sismógrafos, se encontraba dentro de las fronteras de su agresivo vecino, Corea del Norte. Casi de inmediato, los portavoces del país dejaban claro que habían sido ellos. Sí, habían hecho estallar una supuesta bomba de hidrógeno en su campo de pruebas habitual, al norte de la base de Punggye-ri. El temblor, por supuesto, llegó a los sismógrafos de todo el mundo, reverberando como un eco de 5.1 en la escala de Richter (y que coincide con la escala sismológica de magnitud de momento, vaya). Pero lo inquietante, lo verdaderamente terrorífico, no fue el terremoto. Sino que Corea del Norte continuará con su cuarta prueba nuclear después de haber sido advertida en numerosas ocasiones que cejara en su intento.

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Pero, ¿qué es eso de una bomba de hidrógeno? Las bombas de fusión son mucho, mucho más energéticas que las de fisión, capaces de provocar una cantidad tan masiva de daños que hacen palidecer a las catástrofes de Hiroshima y Nagasaki. ¿No debería preocuparnos? Según la Organización del Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares, CTBTO por sus siglas en inglés, es bastante improbable que Corea del Norte cuente realmente con la tecnología necesaria (o, al menos, eficiente) para construir bombas de hidrógeno. ¿Cómo lo saben? En primer lugar por la magnitud de la explosión, que no alcanza lo que cabría esperar de una verdadera bomba de hidrógeno. Al menos no de una que hubiera funcionado bien. Las señales nucleares y radiactivas también apuntan al mismo hecho: por mucho que se empeñen los norcoreanos, no hicieron estallar una bomba H.

Corea del Norte
Comparación en kilotones de diversas bombas nucleares. Fuente: AFP

Pero, ¿y esta nueva? Parece que ya han dejado de alardear de lo que no tienen. Esta vez han dejado claro que la prueba ha sido realizada con una bomba de fisión normal y corriente. Dicha bomba, según las estimaciones, tenía una potencia de diez kilotones. La prensa oficial de Corea del Norte asegura que la prueba fue realizada con una ojiva de desarrollo propio y, de confirmarse la potencia, sería la bomba nuclear más potente detonada por el país. Para contextualizar, a nadie se le pasa por alto que el pasado julio Corea del Sur firmó un tratado para formalizar la disposición de un novedoso escudo antimisiles conocido como THAAD. Dicho escudo, al que se opuso firmemente China, serviría de medida preventiva ante cualquier exabrupto que pudiera provenir de los obsesivos vecinos con los que comparten la península. Probablemente, esta nueva prueba nuclear, realizada tan pronto, sirva como una nueva amenaza velada por parte de los norcoreanos.

Provocar un terremoto

Pero hablemos del terremoto causado por la bomba. Este no solo ha servido de alarma sino que proporciona una cantidad notable de información. Por ejemplo, desde el primer momento se observó que el epicentro se encontraba en la superficie. Esta señal es la confirmación inequívoca de que el origen es una prueba nuclear y no un movimiento sísmico natural. En segundo, la escala, similar a las anteriores (5,3, en comparación con la de 5,1 anterior), también confirmaban las sospechas. Los terremotos son conocidos como manifestaciones secundarias de los efectos de una bomba nuclear ya que aparecen a posteriori.

¿Por qué? La onda de presión causada por la explosión comprime las capas y propaga la onda. Esta misma es el propio terremoto, que suele ser de pequeña magnitud. Esto se debe, en primer lugar, a que el epicentro es muy superficial. En segundo, a que la explosión no es gran cosa si lo comparamos con la energía liberada por la tierra en un terremoto de gran magnitud. Para que nos hagamos una idea, y haciendo cálculos toscos, en un terremoto de magnitud 7, como el de Haití de 2010, se liberaron unos 480.000 kilotones. El de Chile de 2011 de una magnitud de 8.8 liberó unos 240.000 kilotones. El de Japón de 2011 de magnitud 9 liberó una energía de 480 .000 kilotones. Como vemos, aunque no se puede trazar una correlación directa, puesto que la escala de magnitud mide la destrucción y eso depende del lugar donde ocurra el epicentro, vemos que suelen liberar mucho más que 10 o 15 kilotones.

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¿Debemos preocuparnos por el sismo, entonces? Desde luego que no. Es una obviedad. Y mucho menos si lo comparamos con el peligro que supone en sí un país obsesionado con el belicismo. La continuación de las pruebas nucleares son una pura muestra de fuerza bruta sin razón. Algo que ha sido ya tantas veces condenado que resulta absurdo. ¿Hasta cuando seguiremos registrando terremotos sin razón provenientes de amenazas por parte de Corea del Norte? Las amenazas trascienden las fronteras asiáticas. Es más, hace ya mucho tiempo que la amenaza de este país hace temblar al planeta mismo.

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