Los pecados capitales de la lujuria y la gula encuentran su máxima expresión en lo que habitualmente llaman como food porn. El fenómeno consiste en mostrar comida, habitualmente de un alto contenido calórico, de una forma irresistible, tanto que incluso, según dicen, podría servir como sustituto del sexo.
Aunque parezca algo muy reciente, el término fue por primera vez mencionado por la feminista Rosalind Coward durante 1984 en su libro Deseo femenino, donde afirmaba que la comida con una adecuada presentación podía llegar incluso a ser un regalo para los demás, una forma de mostrar afecto a través acto servicial, algo que se reúne en la food porn, donde los alimentos son expresamente preparados para ser irresistibles.
Precisamente, babear con la comida mostrada en una imagen es lo que pretenden muchas multinacionales alimenticias, las cuales aprovecharán las bondades de la fotografía food porn para sacar partido publicitario a sus alimentos.
Pero además, el fenómeno también se encuentra potenciado por redes sociales como Instagram, que precisamente ha fomentado el acto rutinario de hacer fotos a la comida con la que diariamente nos alimentamos.
Capuchinos con nata y canela, deliciosas *pancakes* de las que se desprende un hilo infinito de caramelo, o hamburguesas de 200 gramos que llaman a ser devoradas, son solo algunos de los productos que podemos encontrar en diferentes lugares de la red, especialmente si nos encontramos cerca de la hora de comer.
De hecho, en un reciente artículo publicado por The New York Times, se revela cómo el éxito de las recetas publicadas en su blog de cocina está principalmente determinado por cómo las imágenes de éstas son capaces de atraer al paladar de sus lectores. Según muestra el medio, Andrew Scrivani es el fotógrafo encargado de capturar aquello que la gente va a querer cocinar.
A pesar de que el trabajo de los cocineros es admirable, en ocasiones la principal razón de que una comida resulte atractiva recae sobre el fotógrafo. Como afirma The New York Times, el departamento de comida del periódico confía plenamente en las labores de Andrew, el cual, utilizando una luz y un encuadre adecuado, es capaz de convertir un plato poco atractivo en una auténtica delicia.
Cada detalle cuenta, y elementos tan simples como el color del recipiente donde se presenta, o la disposición de los alimentos en la mesa, serán claves para crear una imagen tan rica en composición como en contenido.
El fenómeno ha alcanzado tal magnitud que incluso se han llegado a crear exposiciones como “Del bodegón al porn food”, donde diversos fotógrafos españoles, entre ellos Francesc Guillamet, habitual en el restaurante de “El Bulli”, han intentado recopilar más de 50 instantáneas donde se relaciona el sexo con la gastronomía. Se trata de mostrar planos que debido a su encuadre puedan ser similares a los empleados en películas eróticas, un mensaje subliminal que intenta aunar dos placeres en la mente de toda persona que lo visualiza.
Muchos de los alimentos que vemos están alterados
Pero también debemos tener en cuenta que muchos de los alimentos que vemos están alterados, tanto en el momento de su foto como en la edición, para hacer que éstos parezcan más irresistibles de lo que realmente son en la realidad. En este punto es donde entra la ética de cada empresa para publicitar un producto que, puede o no, ser similar al que venden en su comercio.
Precisamente, fue McDonald's la encargada de publicar un vídeo en 2012 donde se podía comprobar el proceso que se sigue para realizar una campaña de sus alimentos. Confirmando así cómo el aspecto de la hamburguesa que se compra en cualquier tienda es muy inferior al que vemos en el cartel publicitario.
La manipulación de un alimento para la publicidad es algo que puede ser aceptable, pero todo depende del nivel con el que se manifieste. Como vemos en el video superior, el proceso para fotografiar una hamburguesa de McDonald's es muy meticuloso.
No solo basta con modificar la hamburguesa con ingredientes que posteriormente no se corresponden con los reales, sino que también existe un arduo trabajo de edición para que no muestre ni un solo desperfecto.
Si seguís determinadas cuentas de Instragram, Reddit, o Twitter, vuestro estómago también sufrirá los rugidos provocados por el apetitoso alimento que contempláis. Un gran hándicap, sobre todo si la hora de comer está muy cercana, o si vuestra dieta está basada en productos como Joylent y no ingerir comestibles de tan nocivas como apetitosas características.