Hecho número uno: el número de aviones comerciales surcando nuestros cielos se disparará en unas pocas décadas. Hecho número dos: el combustible quemado por las aeronaves contribuye a aumentar el temido efecto invernadero. Como puedes ver, el hecho número dos hace inviable al primero, y lo peor del asunto, es que es inevitable que cada vez haya más aviones en circulación ¿Cómo solucionar esta ecuación imposible? Y no creas que se trata de un dilema sin más, sino que el mismísimo futuro de la aviación comercial está en peligro si no se adoptan las medidas adecuadas para lograr unas aeronaves menos contaminantes.

Como podrás imaginar, la industria lleva años invirtiendo considerables fondos en esta investigación, y parece ya claro que los aviones del futuro serán propulsados por motores eléctricos, que emitan cero emisiones a la atmósfera. Hay varios elementos que convergen para que se dé esta circunstancia: el abaratamiento de las placas solares y sobre todo, de las baterías de iones de litio (se estima que su precio caiga un 70% para 2025), impulsarán sin duda el cambio en los motores de las aeronaves. Y sí, parece claro que en un futuro los aviones serán eléctricos, y de hecho, los fabricantes están ya probando sus primeros prototipos.

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La nueva generación llegará en 2050

Pero... ¿cuándo sobrevalorarán estos futuristas aviones nuestros cielos? La mala noticia es que todavía habrá que esperar hasta 2050 para ver esta realidad. No es tanto por una limitación tecnológica (que todavía la hay), sino sobre todo por una cuestión económica. Para explicar este hecho hay que comprender que la vida útil de los aviones de combustión es de unos 20 a 30 años, con lo que tal y como destaca IFLScience, aunque todos los aviones que se fabricaran hoy fueran eléctricos, todavía habría que esperar un par de décadas de media para consolidar el cambio de motores en los aviones.

Sin embargo, eso no quiere decir que las líneas aéreas seguirán contaminando la atmósfera de forma descontrolada, ya que hay una alternativa en esta gran transición que proporciona al mundo un gran balón de oxígeno (nunca mejor dicho): los biocombustibles. Sí, estos combustibles de origen vegetal ofrecen ya hoy una reducción en las emisiones que puede alcanzar el 85% sobre el queroseno actual. Si esto es así... ¿Por qué la industria no ha adoptado ya este combustible en sus aeronaves? Una vez más, el vil metal marca el ritmo: para poder utilizar este nuevo combustible es necesario adaptar el motor de los aviones, y por otro lado, habría que producir biocombustible a gran escala, algo que por el momento, no es posible.

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Nuevos diseños, nuevos materiales

Peo espera, porque de aquí a 2050 todavía vamos a ser testigos de lujo de más cambios en las aeronaves en aras de reducir tanto el consumo, como la emisión de gases a la atmósfera. En este sentido, el consorcio europeo Airbus está ya probando con el aprovechamiento de la energía solar en otras partes del avión diferentes de la propulsión. La idea es restar consumo a los motores de la aeronave y que la producción de la electricidad necesaria para gobernar el avión o bien para alimentar los diferentes elementos en cabina, pueda llegar, agárrate a la silla, incluso del calor humano de los propios pasajeros.

Como ves, queda mucho, muchísimo margen para la innovación en el viejo concepto del avión que surca ahora los cielos del globo. Y de hecho, el propio diseño de la aeronave responde a las necesidades y realidad tecnológica de hace ya demasiadas décadas ¿Por qué las alas tienen que tener esa configuración? De hecho, los ingenieros se están incluso planteando si esta parte del avión tiene que ser necesariamente rígida. Imagina todo lo que nos queda por ver, o al menos a las generaciones que vengan por detrás. Disfrutaremos entre tanto de estos futuristas diseños que serán una realidad dentro de no demasiado tiempo...

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