Cuando en 1654 Antoni van Leeuwenhoek abrió su propia tienda de tejidos en Delft, una villa holandesa surcada por canales, tenía sobradas razones para sentirse orgulloso. Con solo 22 años era un artesano respetado, un pañero metódico y un hombre hecho a sí mismo que salía adelante pese a haber perdido muy pronto a su […]