El alzhéimer es una enfermedad multifactorial. En general, no puede considerarse puramente genética. Sin embargo, sí que es cierto que hay ciertas mutaciones que son una condena casi segura a lo que se conoce comúnmente como alzhéimer juvenil o prematuro. En este los primeros síntomas suelen aparecer alrededor de los 50 años, o incluso antes, y es bastante habitual que haya muchas personas afectadas en una misma familia. Ese es el caso de un hombre cuya situación se ha descrito recientemente en un estudio de Nature Medicine.
Forma parte de una familia muy estudiada por la ciencia, ya que son muchísimos miembros y la inmensa mayoría están afectados por mutaciones que aumentan en gran medida la predisposición al alzhéimer juvenil. Su caso no es diferente. También cuenta con esas mutaciones. Sin embargo, y a pesar de que su cerebro poseía algunos marcadores de la enfermedad, logró esquivarla durante años.
Los autores del estudio no están seguros de los motivos por los que este hombre logró evitar el alzhéimer juvenil. Pero sí tienen ciertas hipótesis. Una está relacionada con otras mutaciones presentes en su ADN, que no estaban en las de sus familiares. Pero la más llamativa es la segunda. Y es que estos científicos creen que el paciente pudo prevenir la enfermedad gracias a su profesión de mecánico de barcos.
La genética del alzhéimer
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, cuyos síntomas suelen comenzar a partir de los 65 años. Se considera multifactorial porque hay muchísimos factores que influyen en su aparición. Estos van desde el tabaquismo hasta la hipertensión arterial, pasando por la baja estimulación cognitiva y, por supuesto, el componente genético.
Se conocen varios genes que pueden predisponer a la aparición de la enfermedad. Lo más habitual es que se trate de mutaciones en el gen de la apolipoproteína E (APOE). Es el gen que contiene las instrucciones para la síntesis de una proteína que ayuda a transportar en el torrente sanguíneo el colesterol y otras grasas. Si no funciona correctamente, parece que puede aumentar el riesgo de alzhéimer. No obstante, que este gen esté mutado no es necesariamente una condena segura. De hecho, se debe tener cuidado con los famosos test genéticos de riesgo de enfermedad que cualquiera puede adquirir hoy en día, ya que a menudo asustan a quienes se los hacen con datos que no dicen nada seguro. No hay más que ver el caso de Chris Hemsworth, quien se hizo uno de estos test y descubrió que, al parecer, tiene riesgo de alzhéimer.
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Otras mutaciones
Más allá de las mutaciones en APOE, sí que hay algunas que suponen un riesgo mayor. Son las que suelen encontrarse en muy pocas familias y, por lo general, dan lugar a un alzhéimer mucho más temprano. Hay casos en los que este puede comenzar incluso a los 30 años, aunque lo más habitual es que los síntomas empiecen en torno a los 50. Igualmente mucho antes que en el tipo de alzhéimer más común.
Estos casos de alzhéimer precoz suelen estar asociados a mutaciones en uno de estos tres genes: APP, PSEN1 o PSEN2. Estas mutaciones provocan la acumulación temprana en el cerebro de placas de beta amiloide, consideradas una de las causas del deterioro neuronal en el alzhéimer. Algunas mutaciones concretas en estos genes se acumulan en muy pocas familias, por lo que estas son de gran interés para la ciencia. El paciente protagonista de este estudio pertenece a una de esas familias, pero no siguió lo que parecía que la genética le había dictado.
Una familia bajo la lupa de la ciencia
La madre del paciente sobre el que se habla en este estudio tenía una mutación en el gen PSEN2. Concretamente una variante conocida como PSEN2 p.Asn141Ile, cuyo origen se remonta únicamente a personas de dos pequeños pueblos alemanes de la zona del Volga. 11 de los 13 hermanos del paciente tenían también la mutación y todos ellos desarrollaron síntomas de alzhéimer en torno a los 50 años. De hecho, la edad media a la que empezaron los síntomas tanto en la madre como en los hermanos fue de 49,3 años. El caso más tardío se dio en una persona con 58 años. Sin embargo, el paciente cuyo caso se reporta en el estudio seguía libre de la enfermedad con más de 72 años, a pesar de tener la misma mutación que su familia.
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El paciente que esquivó al alzhéimer
Al ver que no evolucionaba igual que su familia, los investigadores hicieron un seguimiento de este paciente y descubrieron varios datos interesantes. El primero es que a los 61 su cerebro ya estaba repleto de placas de beta amiloide. Pero, en contra de lo esperado, apenas mostraba inflamación y no se detectó deterioro cognitivo.
Las placas de beta amiloide son un potente marcador cerebral de alzhéimer, pero no el único. De hecho, se considera que buena parte de los síntomas proceden de la acumulación de proteína tau por todo el cerebro. En el caso de este paciente, había una gran concentración de esta proteína en el lóbulo occipital, asociado a la visión. Sin embargo, el resto del cerebro estaba prácticamente limpio.
Se considera que este es el motivo por el que el paciente no mostraba deterioro cognitivo. Aunque, curiosamente, tampoco parecía tener problemas de visión.
¿Por qué no tenía síntomas de alzhéimer?
Los científicos creen que es esa contención de la proteína tau la que frena el alzhéimer en este y otros pocos pacientes en los que se han detectado progresos similares. ¿Pero cómo se llega hasta ahí?
Los científicos que han estudiado el caso insisten en que una sola persona no sirve para obtener conclusiones sólidas. No obstante, su caso puede servir para dar un hilo del que tirar y seguir investigando. Al estudiar sus genes se encontraron otras nueve variantes genéticas que no estaban en sus familiares. Tres de ellas tienen relación con el alzhéimer. Las demás no, pero sí que se vinculan a la inflamación cerebral.
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Si bien la acumulación de más mutaciones podría indicar una mayor gravedad de la enfermedad, los científicos creen que en este caso, dicho a muy grosso modo, el cerebro se protege frente a la neurodegeneración. Sin embargo, es posible que haya otro factor implicado y ese sería la profesión del paciente.
Hasta su jubilación, trabajó como mecánico de barcos de la marina. Su trabajo a bordo conlleva pasar muchas horas a temperaturas altísimas. Esto supone un estrés que podría poner en marcha mecanismos de defensa cerebrales frente al choque térmico. Se ha visto que estos mecanismos afectan al plegamiento de las proteínas. Dado que la acumulación de proteína tau y placas de beta amiloide se debe a un mal plegamiento de las mismas, podría ser que la protección desesperada del cerebro de este hombre frente al calor desmesurado acabase protegiéndole del alzhéimer al que parecía genéticamente condenado.
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El curioso caso de Aliria Rosa
En la región de Antioquía, en Colombia, hay cuatro ciudades en la que continuamente se detectan nuevos casos de alzhéimer en personas de unos 40 años. En el pasado sus habitantes pensaban que se trataba de una maldición que les robaba la memoria. Hoy sabemos que hay una mutación muy bien conservada en las familias de esta zona geográfica, por lo que la mayoría enferman, como la familia del mecánico de barcos.
Por eso, igual que esta familia, prácticamente todos los habitantes de estas localidades se encuentran bajo la lupa de la ciencia. Una lupa con la que se sacó a la luz otro caso muy particular, el de Aliria Rosa Piedrahita de Villegas. La mujer tenía la misma variante genética que estaba enfermando a buena parte de sus familiares y vecinos a los 40 años. Sin embargo, ella apenas comenzó a mostrar algunos síntomas de alzhéimer a los 72 años. Murió a los 77 años a causa de un cáncer y solo mostraba una demencia muy reducida.
Se cree que la protección en este caso se debió a una segunda mutación, aunque su caso sigue en estudio en la actualidad. De hecho, tras su muerte, ocurrida en 2020, la familia donó su cerebro a la ciencia.
Está claro que hay personas que, aun con todas las papeletas genéticas, esquivan la peor forma de alzhéimer que existe. Averiguar cómo lo logran es vital para luchar contra esta terrible enfermedad, Aliria Rosa fue un buen ejemplo de ello, el mecánico de barcos también y seguro que ahí fuera hay muchos más. La misión de la ciencia está en encontrarlos y, poco a poco, seguir colocando las piezas del rompecabezas.