El problema de la basura espacial es cada vez más serio. Los fragmentos de piezas utilizadas en misiones del espacio se quedan vagando alrededor de la Tierra hasta que, en el mejor de los casos, se desorbitan y vuelven a nuestro planeta, quemándose al cruzar la atmósfera y reduciéndose cenizas. Pero también pueden darse otros problemas. Por ejemplo, en el tiempo que permanecen flotando en el espacio pueden chocar entre ellos produciendo un efecto dominó o, directamente, chocar con algún satélite o incluso con una nave o estación espacial. Además, al volver a la Tierra pueden no quemarse lo suficiente y escapar al control de los científicos en la Tierra, cayendo en lugares inesperados y causando accidentes. Por todo esto, la Agencia Espacial Europea (ESA) ha puesto en marcha un plan dirigido a buscar la forma de reducir a cero la basura en el espacio.

No será fácil. De hecho, se requieren algunas tecnologías que aún no existen en la actualidad. Sin embargo, desde la ESA han advertido que ese no es el mayor reto de su plan. Lo más difícil será conseguir la necesaria colaboración de otras agencias espaciales, tanto públicas como privadas.

Todos deben estar de acuerdo en poner medidas para acabar con la basura espacial y lo deben hacer juntos, informando de cada paso al resto de compañías. Eso será lo más difícil, pues por mucho que hoy en día ya no se hable de una competición tan marcada como cuando Estados Unidos se enfrentaba a la Unión Soviética, todas las agencias quieren ser las primeras y, para ello, a veces se olvidan del bien común. Eso es lo primero con lo que habrá que trabajar y, sin duda, será aún más difícil que crear tecnologías punteras capaces de acabar con la basura espacial.

¿Por qué es tan grave el problema de la basura espacial?

Según explican en Universe Today, hay miles de millones de piezas de basura espacial orbitando la Tierra, y más de 25.000 de esas piezas son más grandes que 10 cm. Puede parecer que 10 centímetros son pocos, pero basta con eso para que se produzca un choque peligroso. El espacio es inmenso, pero el área que ocupan todas esas piezas no es tan grande. Se encuentran todas en órbita alrededor de la Tierra. Por ese motivo, no sería difícil que chocasen entre ellas o con algún objeto de construcción humana que aún esté en funcionamiento.

Estas piezas pueden tener muchos orígenes. Algunas son restos de explosiones durante misiones que salieron mal. Otras son objetos que tuvieron una larga vida útil; pero que, cumplida su misión, se apagaron y se dejaron vagar alrededor de la Tierra. También hay restos de cohetes que, una vez liberada la nave que impulsaron fuera de la Tierra, quedaron varados en el espacio si no lograron caer dentro de la Tierra. Incluso existen fragmentos más pequeños procedentes de la propulsión de las naves lanzadas desde nuestro planeta o de la rotura de otras piezas más grandes por el choque con objetos espaciales o la exposición al ambiente espacial. Hay de todo. Algunos de esos objetos plantean un riesgo en el espacio, pero otros lo plantean aquí en la Tierra.

Basura espacial
La basura espacial puede provocar un peligroso efecto dominó.

Según un estudio publicado en 2022, hay un riesgo del 10% de que un fragmento de basura espacial caiga sobre un ser humano en la próxima década. Esto ocurriría si, como vimos antes, se desorbita de forma descontrolada. De momento no ha ocurrido, pero sí que se han dado casos de fragmentos de basura espacial que han caído cerca de construcciones humanas. O incluso dentro. Cuando esto pasa, las agencias espaciales intentan en la medida de lo posible lavarse las manos. Por eso, en la ESA consideran que la cooperación internacional, aun siendo esencial, sería muy complicada.

¿Cuál es el plan de la ESA?

El plan de la ESA consta de dos partes. La primera se basa en evitar la liberación de nueva basura espacial y la segunda en la eliminación de la que ya se encuentra en el espacio. 

Para lo primero, señalan una primera medida que consiste en utilizar recubrimientos especiales en todas las piezas que se lancen al espacio. Estos se encargarían de evitar que dichas piezas se dañen por el paso del tiempo en las inhóspitas condiciones espaciales. También las protegerían de posibles choques. Así, se evitaría la liberación de pequeños fragmentos por degradación.

La segunda propuesta para evitar liberar nueva basura espacial consiste en utilizar nuevas formas de propulsión. Buena parte de las que se usan actualmente liberan en el proceso pequeños fragmentos que luego se convierten en basura espacial. Por ejemplo, se podrían probar opciones basadas en el electromagnetismo. Se necesitaría mucha investigación, pero desde la ESA consideran que es viable.

Por supuesto, también proponen una mejor vigilancia de todo lo que se libera al espacio. Debe haber sistemas de monitorización constantes. No es válido dejar piezas libres a su suerte sin ningún tipo de control.

En cuanto a la eliminación de la basura espacial que ya se está acumulando, las medidas serían aún más complicadas, pero no imposibles. Se necesitarían nuevas tecnologías capaces de desorbitar de forma controlada aquellos fragmentos que en la monitorización demuestren ser peligrosos. Ya existen algunos inventos en esa línea y, si bien no se usan de forma generalizada, los primeros prototipos han sido muy prometedores.

La colaboración es esencial para eliminar la basura espacial

Ya hay compañías, públicas y privadas, que tienen sus propios mecanismos para liberar menos basura espacial. Sin embargo, la mayoría no dejan de ser una especie de spacewashing, donde se lavan la cara con pequeñas medidas que ni mucho menos igualan los daños que hacen por otro lado.

escombros de starship
Imagen de los escombros de Starship hace apenas unos días.

Es, por ejemplo, el caso de SpaceX. La compañía de Elon Musk lleva muchos años investigando el uso de cohetes reutilizables. Esto es muy útil para prevenir la acumulación de basura espacial. Sin embargo, sigue lanzando al espacio miles y miles de satélites susceptibles de convertirse en basura espacial y, además, no cesa en hacer vuelos de prueba de sus naves a sabiendas de que muchos de ellos saldrán mal y liberarán basura en el espacio. Buen ejemplo de ello es la última explosión de Starship, cuyos escombros pusieron en peligro varios vuelos de pasajeros. Musk ha reconocido que quiere hacer 25 vuelos de prueba este año, así que la cantidad de escombros como esos podría ser enorme. Cayeron al océano, es cierto que no se quedaron en el espacio, pero aun así supusieron un riesgo.

Es necesario que las distintas compañías dejen de tomar medidas individuales y pongan en común con las demás todo lo que hacen. También que comuniquen el estado de sus naves, satélites o sondas perdidos. Si no hay colaboración, la basura espacial se convertirá en un problema aún más grande que el que ya tenemos. Poco a poco estamos destrozando la Tierra. No hagamos también lo mismo con el espacio que la rodea.