Tan muertos como yo fue una serie de 2003 que empezaba con la muerte de una chica a la que le cae encima la tapa de un inodoro de la Estación Espacial Internacional (EEI). Lógicamente, es una historia de humor, con muchas escenas inverosímiles. No es probable que ocurra algo así. ¿Pero qué pasa con la basura espacial? Sabemos que puede ser un peligro para los satélites o para la propia EEI, ¿pero podría afectarnos también a quienes nos encontramos en la Tierra? 

Bien, hasta ahora solo se conoce el caso de una persona a la que golpeó un fragmento de estos desechos. Por suerte, vivió para contarlo, pero la próxima víctima podría no tener tanta suerte. Y lo peor es que, según en un estudio recién publicado en Nature Astronomy, la posibilidad de que ocurra algo así se hace cada vez más alta. Tanto, que en la próxima década hay un 10% de posibilidades de que un ser humano pueda ser alcanzado por un fragmento de basura espacial.

Las compañías espaciales, públicas o privadas, son conscientes de este problema. Algunas ya intentan reducir la basura espacial que liberan, pero aún no es suficiente. De cualquier modo, según citan los autores de este estudio, procedentes de la Universidad de Columbia Británica, les resultaría mucho más rentable indemnizar a las víctimas que buscar formas de controlar los desechos que podrían alcanzarlas. Es bastante duro que la situación sea así y lo peor es que en este caso no se trata de una serie de televisión. 

Los peligros de la basura espacial

Se conoce como basura espacial al conjunto de objetos artificiales que se encuentran abandonados en el espacio, principalmente en la órbita terrestre. Pueden ser, por ejemplo, los fragmentos de los cohetes que se usaron para poner en órbita satélites, sondas y todo tipo de naves. O también todos esos objetos que en algún momento tuvieron una función, pero que han caído en desuso.

En el pasado eran muy pocos. No obstante, dados los grandes avances que ha alcanzado la carrera espacial, la cantidad de basura espacial está llegando a límites peligrosos. Sin ir más lejos, en 2021 la tripulación de la Estación Espacial Internacional tuvo que refugiarse de los desechos que se liberaron tras el impacto de un misil ruso contra un satélite.

Pero, del mismo modo que los desechos pueden impactar en el espacio, a su vuelta a la Tierra también pueden ser un peligro. Generalmente, al pasar a través de la atmósfera se queman y reducen a fragmentos mucho más pequeños, que no deberían suponer un problema. Es común que caigan en el océano. Al fin y al cabo, tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta están cubiertas de agua. Pero también podrían caer en Tierra, concretamente en zonas pobladas. Ya se han dado algunos daños materiales. Por ejemplo, en 2020 un cohete Long March lanzado por la Administración Nacional del Espacio de China cayó en Costa de Marfil, causando daños en varios edificios. Ahora, el temor es que pueda dañar también a humanos u otros seres vivos.

Un porcentaje preocupante

El estudio que se acaba de publicar se realizó analizando las tendencias tanto en el crecimiento de la población mundial como en el aumento de basura espacial en órbita. Teniendo en cuenta cada cuanto tiempo se producen reentradas descontroladas, con su simulación llegaron a la conclusión de que hay un 10% de posibilidades de que algún ser humano sufra el impacto de restos de basura espacial en solo una década.

Curiosamente, las personas que estarían expuestas a un peligro mayor son las que viven en el hemisferio sur. Y es que, a pesar de que Estados Unidos, Rusia y China son los responsables de la mayoría de lanzamientos, las reentradas descontroladas se producirían en su mayoría muy lejos de allí.

Algunas compañías, como SpaceX, ya están probando a usar cohetes reutilizables en sus lanzamientos. Esto no solo reduce la basura espacial abandonada en órbita, sino que también sirve para controlar donde caen los restos. Eso no significa que sea una empresa libre de basura espacial, no hay más que ver las quejas que generan sus megaconstelaciones de satélites entre los astrónomos. Pero sí que se reduce en parte la cantidad de restos que podrían impactar de vuelta a la Tierra.

Lo cierto es que, de un modo u otro, se podría intentar controlar esas reentradas. Sin embargo, hacerlo sería muy caro. Por eso, según los cálculos de los autores del estudio que acaba de publicarse, sería mucho más rentable pagar indemnizaciones a las víctimas de los impactos, llegado el caso. Ojalá algún día se encuentre una forma económica de evitar este problema. Ya que parece que todo se rige por el dinero, es la mayor esperanza que nos queda.