La basura espacial resultante del impacto de un misil ruso contra un satélite ha puesto en peligro a los actuales tripulantes de la Estación Espacial Internacional (EEI), obligándoles a refugiarse rápidamente en las cápsulas dispuestas como salvavidas en caso de necesidad.
El impacto ha sido el resultado de un experimento realizado por Rusia, en el que el objetivo era precisamente uno de sus propios satélites. Uno que ya no funcionaba, por supuesto.
Afortunadamente, no ha habido que temer por la integridad de la EEI ni por las vidas de los astronautas. Unos astronautas entre los que, curiosamente, se encontraban dos cosmonautas rusos. Sin embargo, miembros de la NASA, así como de los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, han mostrado su descontento por el accidente. Y es que esta vez no ha pasado nada, pero quizás en otra ocasión sí que habría graves daños que lamentar.
Emergencia en la Estación Espacial Internacional por culpa de un misil
Una lluvia de escombros de basura espacial obligó ayer, 15 de noviembre, a los astronautas de la Estación Espacial Internacional a recurrir al protocolo de seguridad típico de este tipo de accidentes.
Este consiste en cerrar las escotillas ubicadas entre los diferentes módulos de las instalaciones y refugiarse en las cápsulas que se mantienen unidas a la estación a modo de botes salvavidas. Esta vez han sido la Crew Dragon, enviada recientemente por SpaceX, y la rusa Soyuz. En la primera se refugiaron Tom Marshburn, Raja Chari y Kayla Barron, de la NASA, junto a Matthias Maurer, de la Agencia Espacial Europea (ESA). En la segunda, en cambio, entraron los cosmonautas rusos Anton Shkaplerov y Pyotr Dubrov, así como el astronauta de la NASA Mark Vande Hei.
El protocolo de seguridad incluye que estas cápsulas lleven a los tripulantes a la Tierra en caso de emergencia. Sin embargo, esta vez no fue necesario.
Ahora bien, ¿de dónde provenía toda esa basura espacial? La respuesta la ha proporcionado LeoLabs, una compañía dedicada al seguimiento de desechos espaciales, gracias a una red de radares ubicados por todo el mundo. Fue uno instalado en Nueva Zelanda el que detectó múltiples pequeños objetos en el punto en el que anteriormente se encontraba el satélite ruso Kosmos-1408. Este fue un satélite espía lanzado por Rusia en 1982. Llevaba varios años fuera de servicio, por lo que se ha convertido en un objetivo idóneo para las pruebas de un misil antisatélites ruso.
El problema es que el satélite pesaba varias toneladas. Y, claro, una vez desguazado, los fragmentos pueden ser muy peligrosos.
Los peligros de la basura espacial
Se conoce como basura espacial a los objetos espaciales artificiales y sus fragmentos, que ya no cumplen una función útil, pero siguen en el espacio, principalmente en la órbita terrestre.
Se han dado numerosos incidentes en los que estos objetos han impactado contra otros que sí se encuentran aún activos, poniendo en peligro su integridad o incluso destruyéndolos completamente.
Es un problema conocido desde hace tiempo, que va cada vez a peor. Y es que, aunque se intentan implantar medidas para evitar que se forme basura espacial, como el uso de cohetes reutilizables por parte de SpaceX (compañía que también contribuye a la basura espacial con el lanzamiento de ingentes cantidades de satélites al espacio), son cada vez más los escombros que se acumulan.
Se avanza así hacia algo conocido como síndrome de Kessler. Este es un escenario propuesto por el consultor de la NASA Donald J. Kessler, en el que el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre sería tan elevado que los objetos en órbita serían impactados frecuentemente por los escombros. Y eso retroalimenta el problema, pues se generaría cada vez más basura espacial.
Por eso hay tanta preocupación por lo ocurrido en la Estación Espacial Internacional con el satélite ruso.
Estados Unidos, con cuatro astronautas a bordo de las instalaciones, ha sido de los primeros en mostrar su decepción. Lo ha hecho el portavoz del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Ned Price, en una sesión informativa relatada por la BBC. Ha calificado la prueba con el misil de imprudente, pues ha liberado más de 1.500 piezas de basura espacial que podrían haber causado daños a los tripulantes de la Estación Espacial.
Por su parte, el administrador de la NASA, Bill Nelson, ha recordado también a los taikonautas que actualmente se encuentran en la estación espacial china. “Con su larga historia en vuelos espaciales humanos, es impensable que Rusia ponga en peligro no solo a los astronautas estadounidenses e internacionales asociados en la EEI, sino también a sus propios cosmonautas y a los taikonautas a bordo de la estación espacial de China”.
Incluso Reino Unido ha dado su opinión a través de su secretario de defensa, Ben Wallace, quien opina que el lanzamiento de este misil “muestra un completo desprecio por la seguridad, la protección y la sostenibilidad del espacio”.
Parece que esta es la lacra de los seres humanos. Destrozar la Tierra ya no es suficiente, por lo que poco a poco estamos yendo también a por el espacio. Alguna de esta basura espacial es inevitable. Sin embargo, según las agencias que han dado su opinión hasta el momento, esta acción realizada en Rusia es un acto imprudente y nada necesario. Por eso, esperan que no vuelva a repetirse.