En un año en que los grandes blockbusters dominaron buena parte de la oferta cinematográfica, Cónclave parece una apuesta arriesgada. Después de todo, la película dirigida por Edward Berger, reflexiona acerca de la religión, la fe y la política, desde una premisa complicada. En la trama, basada en el libro del mismo nombre de Robert Harris, la muerte del Papa (Bruno Novelli), abre la necesidad de una nueva elección para el patriarca católico. Lo que supone, no solo echar a andar el mecanismo de un protocolo con siglos de antigüedad, sino toda una guerra de intereses y posturas dogmáticas.
La cinta, explora en la forma en que la fe religiosa es mucho más que una postura moral o ética. Lo que termina por conectarla directamente con la ambición por la influencia política, la manipulación dialéctica e incluso, la mera discriminación. Cónclave no es complaciente con la iglesia ni con los miembros que la integran. En lugar de eso, es una cuidada reflexión acerca del peso de la fe convertida en herramienta de manipulación en el mundo contemporáneo. Lo que permite al guion de Peter Straughan reflexionar sobre múltiples temas espinosos a la vez.
Para demostrarlo, te dejamos tres razones para ver Cónclave, una segura favorita para la temporada de premios. Desde un elenco extraordinario que encarna personajes complicados, hasta un punto de vista sobre la religión que pocas veces es mostrado en el cine. Todo un espectáculo para los amantes del cine de suspenso y también, una óptica casi cínica acerca de la influencia de la fe en la actualidad.
Un protagonista complejo y poco frecuente
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En Cónclave, el Papa en funciones muere, dejando al Cardenal Decano Thomas Lawrence (Ralph Fiennes), con el deber de escoger su sucesor. No solo eso. También debe asegurarse que el largo proceso que para encontrar al nuevo vicario de Jesucristo en el mundo, se lleve a cabo paso a paso. Todo lo anterior, exige del clérigo total dedicación, una fe inquebrantable, además de una obediencia sin preguntas.
Algo que pone en un complejo dilema a Thomas. El miembro de la curia vaticana, atraviesa una crisis de fe que le hace cuestionar todo lo que ha creído hasta entonces. Mucho más, que es la persona menos conveniente para encabezar una tradición que pondrá a prueba su voluntad para servir a Dios. E incluso, la forma en que comprende a la iglesia como institución.
Por lo que Thomas se debate entre dos frentes distintos. Por un lado, renunciar y apartarse de todo lo que ocurre — algo que estuvo a punto de hacer antes de la muerte del Papa — o cumplir a ciegas su deber. Lo anterior, brinda al personaje una serie de matices y graduaciones morales, que se hacen cada vez más densas y duras de sobrellevar, mientras el Colegio Cardenalicio discute acerca del nuevo Pontífice. Todo un escenario que brinda a Ralph Fiennes, conocido por sus papeles de hombres difíciles de comprender, la oportunidad de profundizar en los dilemas de Thomas. Mucho más, su angustia, necesidad de ser leal y, al final, la renuncia a la vanidad por un controvertido bien mayor.
Un elenco extraordinario para ‘Cónclave’
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Para cumplir el mandato de escoger al próximo líder de la iglesia católica, Thomas deberá enfrentar las manipulaciones, argucias dialécticas e incluso el favoritismo de diversos candidatos al cargo. Todos, con una agenda política e ideológica particular por la cual luchar. En especial, porque la muerte del Papa en la trama, tiene más o menos el mismo efecto que la muerte de una corriente política.
Por lo que el cardenal Aldo Bellino (un inmenso Stanley Tucci), tratará de lograr los votos que favorezcan a su liberal punto de vista. También, a los intereses estadounidenses que representa. Lo que le obliga a emplear toda su capacidad para sorprender y manipular a los posibles votantes a su favor. Eso, a medida que neutraliza a candidatos con mayor liderazgo u otros cardenales con derecho a selección, que no han decidido cuál será su opción.
Todo lo anterior le llevará a enfrentar al cardenal Joseph Tremblay (John Lithgow), que aunque apoya ideas novedosas, se reserva la opinión sobre los puntos más polémicos de una posible reforma eclesiástica. A la vez, al cardenal Joshua Adeyemi (Lucian Msamati), un tradicionalista con buenas opciones y gran popularidad. Y por último, al cardenal Tedesco (Sergio Castellitto), con férreas y conservadoras ideas, que insiste en que es su deber, salvar a la Iglesia del mundo contemporáneo. Para completar el elenco, se encuentra Isabella Rossellini como la hermana Agnes, en un papel extraordinario que muestra la escasa representación de la mujer en la iglesia.
Una visión poco común del Vaticano
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Cónclave muestra lo que ocurre en el interior del Vaticano desde un punto de vista poco frecuente. Más allá de la imponente herencia artística que el país más pequeño del mundo puede ofrecer, se encuentra la indudable influencia de la institución que representa. La cinta, rinde tributo a esa idea con un apartado visual que capta la esencia del importante territorio como enclave político. Eso, a pesar de que no tuvieron acceso a muchos de los históricos edificios.
Por lo que recrearon en los estudios Cinecitta varias de las estancias vaticanas, así como dormitorios y dependencias interiores. También, la producción creó una reproducción a escala de la Capilla Sixtina, en dónde ocurre su emocionante y dura parte final.