Javier Padilla, el Secretario de Estado de Sanidad del Gobierno de España, ha anunciado hoy que en los próximos días estará listo el borrador de la modificación del real Decreto 579/2017, en el cual se prohibirá la venta de cigarrillos electrónicos desechables y sus saborizantes.
Es una clara apuesta por la regulación del vapeo que ya han llevado a cabo otros países como Reino Unido o China. En el caso de España, la decisión se ha argumentado con dos razones principalmente. Por un lado, el cuidado del medioambiente, ya que los cigarrillos electrónicos de este tipo liberan muchos desechos contaminantes. Y, por otro, la protección de jóvenes y adolescentes. Se ha visto que los cigarrillos electrónicos pueden ser la puerta de entrada al consumo de tabaco en muchas de estas personas.
Esto último resulta curioso, ya que inicialmente estos dispositivos se promocionaron como una alternativa para que los fumadores dejasen el tabaco. Pero el márketing fue demasiado lejos. Se anunciaron como algo inocuo, a pesar de no serlo. Son menos peligrosos que el tabaco, pero no son inocuos. Ante esa falsa sensación de seguridad, muchos adolescentes comenzaron a consumirlos. Ni siquiera se escondían de sus padres, pues estos también pensaban que no había problema. Poco a poco, esto fue generando un hábito que avanzó hacia el tabaquismo. Por lo tanto, no hay ni un solo beneficio y sí muchos perjuicios. La iniciativa del Gobierno de España es más que buena.
Los cigarrillos electrónicos como puerta de entrada al tabaco
El argumento del Gobierno sobre la protección de los jóvenes está más que fundamentado. Existen numerosos estudios que demuestran que los cigarrillos electrónicos se convierten en una peligrosa puerta de entrada para el tabaco.
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Por ejemplo, en 2016 se realizó una revisión de 4 estudios en los que se comprueba que, efectivamente, los jóvenes que consumen cigarrillos electrónicos tienen más probabilidades de pasarse al tabaco, incluso si en un principio no les llamaba la atención.
No es solo una cuestión de nicotina
Algunos de los estudios que señalan los cigarrillos electrónicos como una puerta de entrada al tabaco explican que se debe, sobre todo, a su contenido en nicotina. En un artículo publicado por el cardiólogo de la Universidad Johns Hopkins Michael Blaha, este también señaló a la adicción a la nicotina como culpable de este gran salto. Sin embargo, explica que no es el único motivo. El mero hecho de hacer el hábito de fumar en electrónico puede generar curiosidad por otros formatos. No hay más que ver que en España se prohibió la venta de cigarrillos de chocolate a los niños por hacer apología del tabaco. ¿No es mucho más probable que esto les incite a fumar?
Además, incluso si no tenemos en cuenta el riesgo de fumar tabaco, los cigarrillos electrónicos son peligrosos por otros motivos. El propio Blaha explica que los saborizantes, prohibidos en el nuevo Real Decreto de España, contienen multitud de sustancias dañinas para la salud.
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Hay estudios que apuntan a los saborizantes de menta como los más peligrosos, aunque ninguno es inocuo. Por otro lado, además de las sustancias encargadas de dar sabor, los saborizantes tienen un alto contenido en metales pesados y en sustancias como el propilenglicol, que al quemarse puede producir inflamación crónica de la mucosa bronquial. Además, ese vapor que se forma al quemarlo contiene sustancias cancerígenas como los carbonilos, el formaldehído o el acetaldehído.
Por si todo esto fuese poco, se ha visto que el consumo de cigarrillos electrónicos empeora las crisis asmáticas en niños y adolescentes. Y todo esto se ha observado a corto plazo. Ya hemos visto que el vapor contiene muchas sustancias cancerígenas, de manera que los riesgos a largo plazo podrían ser muy grandes. Vapear no es un juego, por lo que todos los países deberían regularlo como el hábito peligroso que realmente es.