Las fugas de aire no son una novedad en la Estación Espacial Internacional (EEI). Hace años que los astronautas en sus instalaciones y los ingenieros desde la Tierra han tenido que lidiar con ellas para evitar que sus tripulantes corran peligro. Hasta ahora se han mantenido con parches. Literalmente en algunos casos. Pero el problema ha alcanzado ya una magnitud mucho mayor que podría adelantar la fecha de jubilación de la estación.

Esta está planeada para 2030. Los diferentes socios espaciales del proyecto decidieron seguir trabajando en ella hasta ese año. Entonces, se desorbitará y, con ayuda de una cápsula de SpaceX, se dejará caer en el océano Pacífico. Pero para eso debe seguir funcionando de forma segura y las fugas de aire lo hacen cada vez más complicado.

Tanto la NASA como la agencia espacial rusa, Roscosmos, han anunciado la existencia de un aumento en la tasa de fuga de aire desde el pasado mes de febrero. La avería más importante se encuentra en un túnel que conecta con una estación de acoplamiento en la zona rusa de la EEI. Ambas agencias están preparadas para tomar medidas extremas llegado el caso. El único problema es que no se ponen de acuerdo sobre el momento en el que habría que tomarlas. 

Los riesgos de las fugas de aire en la Estación Espacial Internacional

Las fugas de aire de la EEI llevan dando quebraderos de cabeza a la NASA y Roscosmos desde 2019. Lógicamente, es algo que no se puede dejar pasar, pues puede poner en peligro la integridad de las instalaciones y la seguridad de sus tripulantes.

Desde entonces se han estado realizando maniobras de reparación que han mantenido el peligro a raya. Pero la situación es cada vez más complicada. La NASA cuenta con un sistema que evalúa con una calificación del 1 al 5 tanto la probabilidad como la gravedad de un riesgo. En el caso de las fugas de aire de la EEI, ambas opciones tienen ya 5 puntos.

En un informe emitido por la NASA señalan que para el mes de abril de este año la mayor fuga había crecido a casi 1,7 kg por día. Es la tasa más alta que se ha registrado hasta el momento. Roscosmos ha tomado la decisión de cerrar la escotilla de la zona en la que se encuentra siempre que no se esté usando. Gracias a eso se ha podido controlar más o menos la situación, pero no por completo.

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Nave Soyuz TMA-16. Imagen de la NASA/Wikimedia Commons

Sus ingenieros y astronautas son conscientes de que, si la situación se hace insostenible, tendrán que cerrar la escotilla para siempre. El problema es que, si eso ocurre, perderían uno de sus puertos de acoplamiento para naves Progress y Soyuz.

Aun así, antes que poner en peligro a la tripulación, está claro que esa medida debería llevarse a cabo. ¿Cuándo? Eso es en lo que no se ponen de acuerdo las dos agencias espaciales. Todavía no han determinado cuál sería ese punto de no retorno.

Trabajo a contrarreloj

Lo ideal sería que la EEI permaneciese en órbita hasta 2030. Sin embargo, si las fugas de aire siguen avanzando, podría ser necesario adelantar la fecha. Esto es un problema, pues el proyecto de cápsula de SpaceX para desorbitar y devolver a la Tierra las piezas de la estación está actualmente parado por falta de presupuesto y problemas de programación. Si de repente hubiese que abandonar las instalaciones, no habría forma de sacarlas de órbita sin convertirlas en un amasijo inmenso de basura espacial.

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Si todo va bien, la EEI se desorbitará en 2030.

El tiempo dirá si esto es necesario y si SpaceX cuenta con suficiente financiación para construir su nave. De momento, hay que buscar la forma de detener las fugas de aire en la medida de lo posible. Estaremos atentos.