El término “ladillas” ha llegado a hacerse TT en X (antes Twitter) después de que la alcaldesa de Coruña, Inés Rey, haya sido vista en un acto público rascándose con disimulo la zona púbica. No han cesado las publicaciones de usuarios de esta red social mofándose de la posibilidad de que la política tenga ladillas. Sin embargo, el picor en esa zona puede deberse a otros muchos motivos y ninguno de nosotros está exento de ello.
Además, muchas de esas publicaciones se utilizan para criticar la educación sexual defendida por la izquierda. Sin embargo, cabe destacar que tanto las ladillas como buena parte de los motivos por los que puede originarse picazón púbica se pueden contraer con una sola pareja sexual, utilizando preservativo o incluso sin tener relaciones sexuales.
Ahora bien, ¿cuáles son esos motivos? E igualmente importante: ¿cómo se contraen las ladillas? Para responder a esta pregunta, hay que tener en cuenta que son un tipo de piojo y que las formas de contraerlas no son demasiado diferentes a las de aquellos que viven en la cabeza.
¿Cómo se contraen las ladillas?
Existen tres tipos de piojos: los de la cabeza, los del cuerpo y los de los genitales. Estos últimos, son los que se conocen como ladillas y, del mismo modo que el resto, se trata de parásitos que se alimentan de nuestra sangre.
Lógicamente, al vivir en los genitales, su principal vía de transmisión es la sexual. Sin embargo, del mismo modo que los otros dos tipos, también se pueden contraer por otras formas de contacto físico o al compartir toallas o ropa de cama. No siempre es necesario que haya relaciones sexuales.
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Normalmente están en el pelo púbico, aunque pueden llegar a encontrarse en las cejas o las barbas. De hecho, si se detectan en las cejas de los niños puede ser un indicio de abuso sexual y es muy importante investigar su entorno.
¿Qué se puede hacer contra ellas?
Las ladillas se tratan del mismo modo que el resto de piojos: con lociones a base de sustancias como la permetrina. Este es un insecticida con efectos similares a los de las neurotoxinas. Actúan sobre las membranas de las neuronas y bloquean la acción de los canales de iones que permiten que las señales eléctricas se transmitan entre ellas. Esto provoca la parálisis de los insectos, entre ellos los piojos, y posteriormente su muerte.
No todo son ladillas
La picazón en la zona púbica, tanto de hombres como de mujeres, puede deberse a muchos motivos. Es cierto que algunas infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden causar picores, pero también los hongos a causa de la humedad, las infecciones bacterianas (no todas son ITS) o las alergias e irritaciones de la piel.
El uso de productos íntimos que alteren el pH de la zona o de un exceso de detergentes para lavar la ropa interior son algunas de las causas principales de esas alergias e irritaciones. Por lo tanto, alguien que no haya tenido nunca relaciones sexuales podría tener picor en el pubis y no significaría que tiene ladillas ni ninguna ITS,
El problema está en el tabú
Si la alcaldesa se hubiese rascado un brazo nadie se habría echado las manos a la cabeza. Es más, si hubiese sido un hombre el que se rascase la zona púbica, quizás sí habría habido chistes, pero más sobre su falta de decoro que sobre la posibilidad de que tenga ladillas. Parece normal que los hombres se rasquen los testículos. Suele utilizarse como definición de pereza. Pero si una mujer se rasca sus genitales, es que hay algo malo en ella.
Tenemos ciertas partes del cuerpo femeninas envueltas de un halo de misterio. Y, como consecuencia, que se toquen, sea por el motivo que sea, siempre es motivo de revuelo. Si un hombre reconoce que se masturba habitualmente, es por salud y por una necesidad fisiológica. En cambio, si lo hace una mujer, es una viciosa. Y sabemos que se hace, pero parece que a mucha gente no le gusta oírlo. Con el acto de rascarse ocurre lo mismo.
Por eso, en vez de criticar algo que todos podríamos haber hecho en un momento de incomodidad, quizás deberíamos pararnos a pensar por qué se la demoniza a ella y no a otras personas. Al menos, es más constructivo que andar hablando de ladillas.