Hace mucho tiempo que se considera que tanto la sordera de Beethoven como la mala salud que condujo su muerte pudieron deberse al saturnismo. Es así como se conoce a la intoxicación por plomo, que estaría presente en el vino de mala calidad que solía beber. Esta ha sido una hipótesis apoyada por muchos estudios y puesta en duda por unos pocos. Ahora, una nueva investigación decanta la balanza claramente hacia el plomo y otras sustancias tóxicas como causantes de la sordera del músico. Y posiblemente también de su muerte.

Esta nueva investigación la ha realizado un equipo de científicos de Estados Unidos, a partir de uno de los mechones de pelo que se conservan del genio. Precisamente estos mechones ya habían servido para detectar el consumo de cantidades importantes de plomo antes de su muerte. Ahora, además, se ha sacado a la luz que también consumió regularmente cantidades importantes de arsénico y mercurio.

Se sigue pensando que el origen principal de todas estas sustancias pudo ser el vino. Beethoven disponía de una pensión anual, por la cual se convirtió en el primer compositor musical independiente. No necesitaba servir a ningún aristócrata para sobrevivir. Sin embargo, no era precisamente rico y tampoco daba demasiada importancia a la calidad de ciertos placeres, por lo que solía consumir vino adulterado, mucho más barato que el que se bebía en los salones de la alta sociedad. Esta bebida se adulteraba con pequeñas cantidades de los elementos mencionados. Pequeñas cantidades que quizás no habrían sido dañinas para alguien con un consumo ocasional, pero ese no era el caso del artista. La sordera de Beethoven fue su primera condena, pero la mala salud en general le atormentó hasta el fin de sus días y los motivos están cada vez más claros.

La historia de la sordera de Beethoven

Beethoven empezó a quedarse sordo sobre el año 1800, cuando tenía 30 años de edad. No fue algo súbito, sino más bien paulatino. Aun así, su humor se vio claramente resentido, al ver que perdía el sentido que más influía sobre su genialidad.

Afortunadamente, la genialidad era tanta que creció ante la adversidad y fue capaz de componer algunas de sus melodías más bellas sumido en el silencio. Como él mismo aseguró que quería hacer, fue capaz de “agarrar al destino por el cuello y doblegarlo”. 

Pero, como es lógico, el músico no habría querido tener que enfrentarse al destino. Hubiese deseado una vida más sencilla. Lamentablemente, si los estudios científicos están en lo cierto, cada vez que ahogaba sus penas en vino avivaba el fuego de su desgracia.

vino
El vino se adulteraba habitualmente con plomo para darle un sabor dulce. Crédito: Quinn Dombrowski (Wikimedia)

El saturnismo es una intoxicación causada por plomo, que normalmente no muestra síntomas al principio. Con el tiempo, sobre todo si el consumo de la sustancia se mantiene, empiezan a aparecer signos como irritabilidad, molestias estomacales, náuseas, pérdida auditiva, pereza y fatiga, entre otros.

Todo esto cuadra a la perfección con el cuadro de síntomas de Beethoven. De hecho, en las cartas que enviaba a su amigo el médico Franz Gerhard Wegeler, llegó a hacer declaraciones que dejaban intuir el inicio de un caso de saturnismo. “Debes saber que mi facultad más alta, mi oído, se ha visto comprometida”. “Te suplico que mantengas un profundo secreto acerca del asunto de mi sordera”. “Mi oído se ha puesto mucho peor en los últimos tres años, hecho que fue causado por la condición de mi estómago”.

La sordera de Beethoven podría haberle costado la profesión y él lo sabía. Por eso inicialmente quiso ocultar esa pérdida de audición que, muy reveladoramente, aumentaba a medida que lo hacían sus padecimientos estomacales. 

Lo que nos cuenta el cabello del genio

Se conservan varios mechones de la famosa melena de Beethoven. Uno de los más famosos se supone que lo cortó durante su funeral un chaval de quince años llamado Ferdinand Hiller. El niño, que más tarde se convertiría también en compositor, era un gran admirador del genio, por lo que quiso conservar un recuerdo suyo.

El resto fueron artículos de coleccionismo de sus fans. Por ejemplo, uno de ellos lo donó el propio Beethoven en vida al pianista austriaco Anton Halm, quien se lo pidió como regalo para su esposa. 

Todos estos mechones han ido circulando de subasta en subasta, vendiéndose por importantes sumas de dinero. Tras varias de estas sustancias se ha visto que algunos en realidad eran falsos. Por ejemplo, el de Hiller, perteneció a una mujer. Pero también hay algunos para los que se ha demostrado su autenticidad y, además, han servido a los científicos para analizar el posible origen de la sordera de Beethoven.

pelo de Beethoven
El pelo de Beethoven fue una reliquia muy codiciada entre sus seguidores. Crédito: Lvb1770 (Wikimedia Commons)

Primeros análisis

El pelo crece alimentado por los nutrientes que llegan a los folículos pilosos a través de la sangre. Pero a veces no se trata solo de nutrientes beneficiosos. El consumo de cualquier sustancia también se revela al analizar el cabello. Precisamente por eso, es un buen indicador del consumo de drogas, como hemos visto recientemente en la serie sobre el asesinato de la pequeña Asunta Basterra. Por eso, muchos científicos han querido buscar las causas de la sordera de Beethoven analizando su cabello. 

En 1998, el doctor William J. Walsh, del Laboratorio Nacional de Argonne, analizó seis pelos y un trozo del cráneo del compositor. Estos análisis le llevaron a concluir que en los últimos meses de su vida había sufrido una intoxicación por plomo, que posiblemente fue la que le costó la vida.

Más tarde, en 2007, el médico forense vienés Christian Reiter estudió de nuevo el cabello del compositor en busca de más pistas sobre su muerte. Cuanto más nos alejamos de la raíz, más lejano en el tiempo es el consumo de las sustancias que se detectan. Por eso, si se divide en fragmentos, sabiendo el ritmo al que normalmente crece el pelo, se puede saber aproximadamente en qué momento se consumió una sustancia concreta.  Así, Reiter pudo comprobar que se produjo un pico en los niveles de plomo 111 días antes del fallecimiento de Beethoven, coincidiendo con la fecha en la que su médico lo trató por una neumonía. 

Según los apuntes del doctor del músico, decidió suministrarle sales expectorantes a base de plomo, muy utilizadas en aquella época para tratar patologías similares. Sin embargo, el tratamiento provocó al paciente una hidropesía, o acumulación de líquido en el vientre, que obligó a drenarlo a través de la realización de cuatro perforaciones en la zona afectada. Una vez retirados estos fluidos, el doctor selló los orificios con un jabón de plomo, también muy usado por los médicos del siglo XIX. Todo pudo agravarse porque Beethoven ya padecía una cirrosis hepática que su médico desconocía. Tenemos plomo por todas partes. Eso no quiere decir que el médico fuese el causante de la muerte del compositor. La sordera de Beethoven nos demuestra que hace mucho tiempo que sufría las consecuencias del saturnismo. Pero añadir más plomo no hizo más que empeorar la situación.

cráneo de Beethoven
Réplica del cráneo de Beethoven. Crédito: Ijon (Wikimedia Commons)

Debate sobre la sordera de Beethoven

En 2010, un grupo de científicos del Instituto Médico Monte Sinaí de Nueva York analizó algunos trozos de cráneo más grandes que el investigado por William Walsh. En su estudio, concluían que los niveles de plomo, de 12 microgramos por gramo de masa ósea, no superaban la cantidad considerada como mortal. Pero eso no significa que el plomo no estuviese detrás de la muerte de Beethoven. Eso es lo que han querido comprobar ahora los científicos de centros de investigación estadounidenses.

Ellos han analizado dos mechones de pelo del músico. En uno han encontrado 258 microgramos de plomo por cada gramo y en el otro 380 microgramos por gramo. Normalmente no tenemos más de 4 microgramos por gramo, por lo que está claro que había una intoxicación por plomo. No sería suficiente para causar la muerte por sí sola, pero sí es más que probable que sea la causa de la sordera de Beethoven. 

Además, en este mismo análisis se encontró una cantidad considerable de arsénico y mercurio. Las sospechas, de nuevo, apoyan la hipótesis del vino adulterado. Era común añadir al vino aguado acetato de plomo, que le daba un sabor dulce, pero también otras sustancias, como estos elementos. 

Aquel vino malo truncó la carrera de uno de los mayores genios musicales que ha dado la historia. Aunque solo un genio como él habría sido capaz de darle la vuelta a la desdicha y sacar provecho de ella. Quizás, aquella novena sinfonía y otras tantas composiciones escritas en el silencio no habrían sido las mismas con las perturbaciones del sonido. Porque en la cabeza de Beethoven nunca había ruido. Solo había música. 

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