El cambio climático no supone solo una ola de calor detrás de otra. Quizás eso sea lo más tangible que hemos visto hasta ahora. Pero hay muchas más consecuencias, desde la posible reaparición de enfermedades y sustancias tóxicas ocultas bajo el permafrost hasta la pérdida de cultivos. Además, no podemos olvidarnos de los insectos. Se habla mucho del riesgo que supone que los mosquitos transmisores de enfermedades se desplacen a zonas en las que normalmente no se encuentran. Sin embargo, no es solo una cuestión de mosquitos. Debemos tener también cuidado con otros animales como las garrapatas o las cucarachas.

Tememos principalmente a estas últimas por el asco que nos suelen dar, pero también pueden conllevar algunos riesgos. Por ejemplo, la transmisión de alérgenos o el transporte de microorganismos patógenos. Si ya es un problema que el cambio climático aumente su población y las traiga antes de tiempo a nuestras casas, aún resulta mucho más preocupante que se estén volviendo resistentes a los insecticidas.

Esto no es algo nuevo. De hecho, el problema de la resistencia de las cucarachas a los insecticidas se lleva investigando desde hace más de 70 años. Por suerte, se han ido fabricando otras sustancias que sustituyen a las anteriores, pero cada vez hay más opciones y cuesta más trabajo formular alternativas a tiempo para la acción. Es por eso que los controladores de plagas han dado un aviso este año para que nos preparemos para lo que puede llegar en los próximos meses.

¿Por qué se vuelven las cucarachas resistentes a los insecticidas?

La resistencia de las cucarachas a los insecticidas se debe a los mismos motivos que con otros insectos. Algunos ejemplares cuentan con genes que, por un motivo u otro, les hacen resistentes a la acción de los ingredientes de los insecticidas. Si en una población de cucarachas hay cucarachas resistentes y sensibles, al exponerlas al insecticida lo lógico es que las resistentes sobrevivan, mientras que las sensibles mueren casi todas. Cuando llegan a un nuevo ciclo de reproducción, las resistentes pueden transmitir los genes que las hacen invencibles a sus crías. Así, habrá cada vez más cucarachas resistentes.

Esto se mide a través de un parámetro llamado LC50, que mide la cantidad de insecticida necesaria para acabar con un 50% de la población. En los últimos años se ha visto que para la mayoría de insecticidas del mercado el LC50 se ha ido haciendo cada vez más alto, de manera que se necesita más insecticida para matar a las cucarachas y muchas escapan con vida.

insecticida
La resistencia a los insecticidas puede ser fisiológica o conductual. Crédito: Cottonbro Studies (Pixels)

Dos tipos de resistencia

Existen dos tipos de resistencia a los insecticidas: la fisiológica y la conductual. La fisiológica es la que ya hemos visto. Algunos genes confieren a las cucarachas la capacidad de esquivar los mecanismos por los que sus compañeras sucumben al insecticida. Por eso, aunque se expongan a él, no mueren. Puede ocurrir de muchas formas. Por ejemplo, si desarrollan una cutícula más gruesa que impide que el insecticida llegue a la sangre. Pero también es posible que tengan mutaciones que afecten a su metabolismo de tal manera que sus células modifiquen y excreten rápidamente el insecticida, sin que llegue a causar daños. 

A veces, no se vuelven totalmente resistentes, sino que simplemente necesitan una dosis mucho más alta de lo normal para morir a causa del insecticida. Y es aquí donde llega la resistencia conductual. Si se exponen solo a una pequeña dosis de insecticida que no llega a matarlas, aprenden a detectarlo, por ejemplo a través del olfato, por lo que evitarán los lugares rociados con él. 

Limpieza
La limpieza es esencial para prevenir las cucarachas, aunque no siempre las evita. Crédito: Unsplash

¿Qué podemos hacer?

Combatir a las cucarachas este verano no va a ser sencillo. Las altas temperaturas y la humedad aportan condiciones perfectas para su proliferación. Para colmo, muchas serán resistentes a los insecticidas. Por eso, la prevención juega un papel muy importante. 

Las tres claves principales son vaciar a menudo los cubos de basura, limpiar regularmente los lugares más cálidos y húmedos de la casa y no dejar comida expuesta al aire libre. Aun así, a veces no se puede evitar. En ese caso, habría que buscar el insecticida ideal para una plaga concreta. Puede que haya que probar con varios hasta dar con la tecla. 

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