En Dune: parte 2, Arrakis es algo más que el escenario central de la futura guerra santa que arrasará con el Universo Conocido. También, es el lugar en que Paul Atreides (Timothée Chalamet), lleva a cabo su recorrido para convertirse en un líder mesiánico de poder incalculable. Eso, en medio de la tribu Fremen y luego de haber adoptado sus costumbres. Unido al pueblo del desierto y después de convertirse en uno de ellos, hasta incluso tomar el nombre de Muad’Dib, la futura cabeza visible de la revolución alcanzó el nivel de un mito.
Pero además de ser los protectores y después, conformar el ejército de Paul y sus descendientes, los Fremen son una figura de enorme interés para entender la saga Dune. La obra escrita por Frank Herbert basa su argumento, en analizar el fundamentalismo religioso desde sus orígenes. Mucho más, en sus formas más primitivas y violentas. Algo que Denis Villeneuve, plasmó en su cinta al narrar el advenimiento de Paul como el prometido Kwisatz Haderach. En la cinta, los Fremen emergen como criaturas de poder, que logran retomar su dominio ancestral en Arrakis. Por lo que, también, entran en control de la melange, el elemento más valioso en el Universo Conocido.
De hecho, la historia de los Fremen, está estrechamente relacionada con el cultivo de la especia y cómo sus diversas propiedades, la convirtieron en la moneda de la sociedad narrada por Herbert. Habitantes del desierto profundo en medio del hostil ecosistema de Arrakis, la tribu aprendió a sobrevivir por necesidad. Pero, también, desarrollaron todo tipo de capacidades para convertir sus conocimientos de los parajes ardientes y los peligrosos gusanos de arena, en ventajas sobre un posible enemigo. Lo que los llevaría a poco a poco, construir una cultura y religión, capaz de enfrentarse al emperador Padishah Shaddam IV.
El origen de un pueblo llamado a la conquista en Dune
En la saga Dune, la tribu Fremen tienen un largo historial como raza guerrera. Además, con un pasado que les vincula a los pueblos más peligrosos de la galaxia. Por un lado, son el resultado de la mezcla entre los refugiados esclavos de diferentes planetas y los grupos rebeldes nativos. Al otro extremo, gradualmente se hicieron conocidos por su ferocidad. En particular, la del líder Selim, el primer Jinete de gusano, del que se tenga noticia en la mitología de la serie de libros. Lo que les permitió interactuar con el desierto de una manera por completo nueva y a convertir la precariedad de Arrakis, en fuente de poder.
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En la ficción literaria, los Fremen han dominado por miles de años al planeta Arrakis. Además, de utilizar las propiedades de la melange para su beneficio. Por lo que se convierten en enemigos inmediatos del Emperador y de todas las Casas que le apoyan. Sin embargo, su verdadero simbolismo reside en la unificación religiosa que les brinda esperar a un mesías prometido. Para los Fremen, la llegada del Kwisatz Haderach era algo más que el advenimiento de una figura capaz de unificar a todas las facciones de la tribu. También, del único hombre que podría tanto comprender sus costumbres como ser parte de la jerarquía galáctica. Lo que le permitiría usar todas las habilidades de los pueblos para arrasar con cualquier resistencia o ataque del exterior.
Por lo que buena parte de sus creencias y también, la posible conciliación entre las distintas tribus de Dune, se sostiene sobre una profecía en común. A saber: la de un hombre nacido con sensibilidad a la melange de las Reverendas Madres. Estas últimas, las sacerdotisas y centro espiritual del pueblo. También, las descendientes de la Orden Bene Gesserit y las encargadas de propagar la propaganda de las Missionaria Protectiva. Esto es: la llegada del Lisan al-Gaib. El único con la fuerza espiritual, moral y física para lograr la libertad frente al imperio e imponer las costumbres Fremen en el resto del cosmos.
Hombres llamados a servir al mesías
Los Fremen se consideran a sí mismo puros, combativos y destinados a cumplir un destino glorioso. Lo que permitió a las Bene Gesserit esparcir y fomentar la idea que el pueblo del desierto sería el único, capaz de reconocer al Mesías. También, los que podrían acompañarle en una guerra santa capaz de arrasar con todo el imperio a lo largo del cosmos. La orden femenina no solo instauró el dogma entre las tribus por milenios.
También, alentó la creencia que su advenimiento estaría precedido por señales. Entre ellas, que el elegido sería parte de una Casa caída en desgracia y que tendría una especial sensibilidad a todo lo relacionado con Arrakis en Dune. Lo que convirtió a Paul Atreides, sobreviviente a la matanza de su familia e hijo de una Bene Gesserit, en una predicción cumplida de todo el credo Fremen. Algo que desembocó en la guerra contra el Imperio y el posterior derrocamiento del Emperador.