Pobres Criaturas es, quizás, la más peculiar entre el cuadro de diez nominadas a Mejor Película en los premios Oscar 2024. La historia de una mujer que regresa a la vida gracias a un experimento desalmado, es, también, una reflexión sobre varios puntos distintos. Desde el derecho a la vida y quién puede darla, la libertad sexual, hasta la búsqueda del propósito. El director Yorgos Lanthimos tomó el libro homónimo de Alasdair Gray y lo convirtió en una proclama sobre ideas profundas. Pero a la vez, en un ejercicio de estilo cinematográfico que sorprende por sus alcances y detalle. 

Considerada al mismo tiempo feminista, misógina, filosófica, burlona, satírica y cruel, Pobres Criaturas desafía la imaginación. También, una etiqueta que pueda definirla con facilidad. El guion de Tony McNamara, profundiza en una historia de crecimiento que se convierte rápidamente en una crítica a nuestra sociedad. Bella Baxter (una inmensa Emma Stone), despierta al mundo entre la sorpresa, el deseo y una mirada crítica a la moral. A medida que esta mujer inexplicable madura, la cultura que le rodea — una sofisticada visión de la Londres del siglo XIX — le parece más incomprensible. Es entonces cuando el argumento juega sus mejores cartas y logra combinar una multitud de tópicos controversiales a la vez.

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Desde el retorcido tropo de la ciencia ficción de la mujer inexperta, pero voraz en lo sexual — del que la cinta se burla con elegancia — hasta el temor por los horrores de la injusticia. Bella se convierte en una observadora de lo que ocurre a su alrededor desde un lugar privilegiado. El de alguien que no pertenece del todo a su época y a la vez, es un símbolo de lo que acontece en lo intelectual. El personaje, que le ha valido una exitosa temporada de premios a la actriz, atraviesa el mundo desde una salvaje inocencia. También, en un despertar genuino que termina por llegar a la comprensión sobre la fe, el amor, la esperanza y la lujuria por completo nueva y estimulante. 

La deslumbrante estética en ‘Pobres Criaturas’

Yorgos Lanthimos usa el apartado visual de la cinta para narrar todo tipo de temas controversiales. Con un claro homenaje al Steampunk, Pobres Criaturas es una combinación de estilos y paletas de colores que la convierten en una experiencia casi onírica. Al seguir el recorrido de Bella desde su resurrección en la mesa de un laboratorio, hasta su andadura por Europa en busca de conocimiento, el realizador creo una estética asombrosa. De tonalidades que van del púrpura profundo al azul a juegos de luces que convierten a los escenarios en imágenes surreales. El largometraje es un experimento a gran escala de lo que los recursos del lenguaje cinematográfico puede brindar al contar una historia. 

El argumento, que comienza en blanco y negro en claro homenaje a las películas de horror de la década de 1950 del siglo XX, se vuelve un estallido de ricas texturas. La cámara se transforma en un observador subjetivo que va de un lado a otro junto a Bella y que hace de su experiencia de autodescubrimientos, una sensorial. La fotografía de Robbie Ryan, logra capturar la rápida evolución de su protagonista a través del manejo de los símbolos que la rodean. Los espacios se transforman entonces en paisajes brillantes y multicolores, en los que el personaje de Stone baila, llora o hace el amor. Al mismo tiempo, el mundo, más allá de la casa en que permanece encerrada, se vislumbra como postales de intensa belleza.

No hay nada en Pobres Criaturas, que no esté pensando para mostrarse como una provocadora ideal del desastre. Bella, que se rebelará contra su creador Godwin Baxter (un irreconocible Willem Dafoe), es parte de un entorno peculiar, construido a su medida. Yorgos Lanthimos, brinda a la percepción del personaje, una total intuición sobre su rareza. No solo sabe que es única — o lo sospecha — sino que, además, forma parte de un lugar como ningún otro. Este es: un laboratorio capaz de crear vida en las condiciones más extremas imaginables. 

Un final sin moraleja para una de las grandes películas del año

Pero lo que podría ser solo una fábula oscura sobre la ciencia al servicio de la perversidad, se transforma en manos de Yorgos Lanthimos en una travesía a través del ser. Bella va de una criatura inocente, llena de curiosidad y energía, a una mujer que padece el peso de su historia inusual. Eso, mientras el mundo que le rodea se transforma y se hace un paisaje cada vez más amplio, poderoso y dolorosamente bello.

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Para su final, Pobres Criaturas deja claro que la conclusión al drama de su protagonista, es ambiguo. La película no emite consideraciones morales o éticas, sino que deja a su paso, todo tipo de interrogantes, listas para ser respondidas antes o después en el debate. Pero no en el argumento, que se libera así del peso de ser aleccionador o querer brindar lecciones sobre el bien y el mal. Al contrario, Bella, libre y finalmente dueña de sí misma, aprende la gran lección de su corta vida. Nada puede detenerla y esa posibilidad, es la mejor manera de observar su futuro. 

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