A veces, cuando intentamos perder peso, cometemos muchos errores. Uno de los principales es hacerlo por los motivos equivocados. El más habitual suele ser encajar con los cánones estéticos impuestos por la sociedad. No tiene nada de malo querer adelgazar por estética, pero esta razón no debería situarse por encima de la salud. Esa debería ser la causa principal. Sobre todo porque, si nos ponemos este como primer objetivo, puede ser más fácil alcanzar números realistas.

Si una persona con mucho sobrepeso busca adelgazar para cumplir con los cánones, posiblemente sienta que debe dejar 10, 15 o 20 kg. Puede que se deje llevar por dietas milagro o coaches sin formación, que le prometan que podrá dejar ese peso en poco tiempo. Y quizás lo consigan, pero posiblemente lo acaben recuperando. Eso conlleva frustración y, quizás, la decisión de tirar la toalla.

También puede que logren perder peso, pero no el suficiente. De nuevo, frustración y rendición. Sin embargo, si, para empezar, nos ceñimos a la salud, los objetivos pueden ser mucho más realistas. Según un artículo publicado en The Conversation por Nick Fuller, investigador de la ciencia de la obesidad de la Universidad de Sydney, las cifras de pérdida de peso realistas con las que se obtienen beneficios para la salud son mucho más bajas de lo que solemos pensar. Conocerlas es un buen punto de partida.

No intentes perder peso solamente mirando el índice de masa corporal

A menudo, a la hora de perder peso, nos fijamos en el índice de masa corporal (IMC). Esta es una cifra que se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre la estatura en metros elevada al cuadrado.

En muchísimas páginas webs podemos encontrar una tabla en la que se clasifican los rangos de IMC como delgadez, a menudo leve, moderada o severa, peso normal, sobrepeso y obesidad.

El único factor diferencial en esas tablas es el sexo de la persona. Las tablas no son las mismas para hombres que para mujeres. Cis, por supuesto. No obstante, no se tienen en cuenta otros factores como el porcentaje y distribución de la grasa corporal, la etnia o la edad. Todos esos factores hacen que la clasificación fluctúe de unas personas a otras, de manera que no puede considerarse un buen indicador de la salud asociada a cada peso.

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Para empezar, basta con perder un 5-10% de la masa corporal. Crédito: Unsplash

¿Cuánto peso es aconsejable perder?

El grupo de investigación de Nick Fuller ha analizado de forma más específica cuánto peso debe perder una persona para tener consecuencias positivas en su salud y las cifras son mucho más alcanzables. Concretamente, hablan de una reducción de entre el 5% y el 10% de la masa corporal. Es decir, una persona que pesa 100 kg debería dejar entre 5 y 10 kg. Puede que las tablas de IMC sigan marcando que tiene sobrepeso o incluso obesidad. Pero perder ese peso ya tendrá efectos beneficiosos a nivel de reducción de los niveles de colesterol, disminución de la presión arterial y reducción del riesgo de diabetes tipo 2 y osteoartritis. 

Además, con solo esa reducción de peso también bajaría muchísimo el dolor articular que a menudo se asocia con el sobrepeso.

¿Quiere decir esto que esa persona debería quedarse ahí y no perder más peso? No necesariamente. Otros 5-10% de su nueva masa corporal le traerá aún más beneficios, pero comenzar con un objetivo realista y, además, eficaz, le ayudará a mantenerse en el camino.

Porque, en realidad, perder peso por estética no es malo. Pero dejar a un lado la salud sí es un problema. Aprendamos a comer, dejemos las dietas y pongámonos objetivos realistas. Ese sí que es un buen propósito para el 2024. 

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