En una época en la que parece que por fin hemos comprendido los peligros que supone la acumulación de plásticos en el mar, el vertido accidental de más de 26.000 kilos de este material en aguas gallegas ha encendido las redes por la falta de un plan de contingencia que permita retirarlas rápidamente. Se trata de pellets de plástico que estaban siendo transportados en el buque portugués Toconao el pasado lunes, 8 de enero, cuando uno de sus bidones cayó al agua por accidente. 

El contenido se ha extendido por aguas gallegas, pero también ha empezado a detectarse en Asturias y no se descarta que llegue al País Vasco. Se ha generado una gran controversia sobre sus riesgos. La mayoría de científicos y la totalidad de las asociaciones ecologistas que se han manifestado al respecto alertan del desastre ecológico que supone, mientras que otros científicos llaman a la calma, asegurando que el hecho de que los pellets de plástico sean contaminantes no significa que sean tóxicos.

Aun así, el comunicado emitido por la fiscalía que se está haciendo cargo del caso los declara como no biodegradables y con indicios de toxicidad. Ahora bien, ¿qué son exactamente estos pellets de plástico y por qué es tan preocupante su vertido en el mar?

Pellets de plástico: materia prima para casi todo

La industria del plástico fabrica sus productos generalmente a partir de pellets de plástico. Estas son pequeñas esferas de dicho material, normalmente de menos de 5 milímetros, que pueden fundirse para fabricar cualquier producto. Para eso las estaba transportando el buque portugués cuando tuvo lugar el incidente. ¿Pero cuáles son sus riesgos?

Los pellets pueden estar compuestos de cualquier tipo de plástico, por lo que pueden tener diferentes niveles de toxicidad. No obstante, incluso si fuesen de los plásticos más inocuos, siguen siendo peligrosos para los ecosistemas acuáticos por varios motivos.

Para empezar, dada su forma y tamaño, pueden parecer huevos de peces, de modo que algunas especies, incluidas ciertas aves, se los coman por error. Aunque no fuese tóxico a bote pronto, su estómago se quedaría lleno y podrían morir de hambre, al no comer nada que realmente les alimente.

Por otro lado, podría ser que ciertas sustancias realmente tóxicas del medio acuático se pegasen a la superficie de los pellets de plástico. Igualmente, algunas bacterias patógenas podrían proliferar en forma de películas, como las que se crean sobre una bayeta de cocina.

Esto haría que su consumo fuese peligroso. Por otro lado, dado que no pueden degradarse, se seguirían transportando en la cadena trófica. Los animales que se comen entre sí incorporarían también los pellets de plástico en su organismo. Y, así, acabarían, posiblemente, llegando de vuelta a los humanos.

plástico
Con los pellets se pueden fabricar todo tipo de productos de plástico. Crédito: Jonathan Han (Unsplash)

El peligro de los microplásticos

Los pellets de plástico no pueden considerarse microplásticos, pues su tamaño es mucho mayor. No obstante, si pasan mucho tiempo en el agua, podrían degradarse en trocitos más pequeños, dando lugar a esas partículas minúsculas que tantos riesgos conllevan para los ecosistemas marinos. Entre ellos, estaría el consumo por parte de las especies filtradoras, que los colocarían en un escalón aún más bajo de la cadena trófica.

Por lo tanto, hay muchos motivos para intentar buscar una solución rápida a este problema de los pellets de plástico. Sea cual sea su toxicidad, suponen un riesgo medioambiental. Empezando porque no es natural que miles de esferas de plástico caigan al mar y continuando por todos los riesgos que suponen para el ecosistema. 

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: