Reciclas, intentas tener un consumo sostenible que evite los plásticos por encima de todo –y aun así, el cubo de reciclado es el primero en llenarse cada día–. Te preocupas por el medio ambiente y por eso que llaman microplásticos. La realidad es que tu lavadora tiene la culpa de muchos de esos que terminan circulando por el agua de los mares, que luego se comen los peces y que, al final, terminamos ingiriendo nosotros. Un círculo vicioso que empieza con una camiseta en la lavadora y termina en nuestros estómagos.

Según datos de Greenpeace, no hay una cifra exacta de la cantidad de microplásticos que están actualmente en nuestros mares, pero se estima que entre unos 5.000-50.000 millones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas. El 70% queda en el fondo marino, el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie. De estos, y según varios estudios, los residuos generados por nuestras lavadoras son los causantes de gran parte de esta tragedia medioambiental. Tras ellos, algunos clásicos: las colillas, que tarda una media de 12 años en descomponerse. Y algunas sorpresas: las chucherías, principalmente arrastradas desde las playas.

Son, sin embargo, son los microplásticos –esos invisibles– los que tienen preocupados a los conservadores marinos. Por un lado, los tejidos con los que se fabrica la ropa actualmente. De nuevo entramos en un círculo vicioso. Con el incremento del fast fashion se ha incrementado la presencia de los tejidos baratos. Fabricados, en su mayoría, con materiales plásticos. Estos, con el tiempo y muchos lavados, desprenden esas llamadas microfibras por el desagüe. Además, los detergentes y cápsulas de lavado –compuestas también por ese elemento– solo suman más factores a la ecuación. Con esto, más de 700.000 microfibras pueden desprenderse en las aguas residuales durante cada uso de una lavadora doméstica y, como resultado, terminar en el mar.

Intentos por solucionar el problema de los microplásticos

Francia lleva tiempo trabajando sobre este problema. La Ley de Economía Circular francesa obliga a que las nuevas lavadoras tengan que estar equipadas con filtros para microplásticos antes de 2024. Con el tiempo, todas las unidades operativas estarán recogiendo este tipo de deshechos. Para las que aún tienen recorrido, hay accesorios que permiten limpiar el agua. AEG, por ejemplo, ha comenzado a comercializar un filtro externo para lavadoras que limpie el agua antes de entrar en el caudal público.

Pero, ¿qué hacemos con todos esos residuos que se generan a lo largo del año? Beko, la firma de electrodomésticos de sede en Turquía, está probando algo nuevo. Además de añadir los filtros correspondientes, están creando los propios electrodomésticos con productos reciclados. O al menos parte de ellos. De esta manera, los tiradores de los hornos están fabricados con redes de pesca y textiles, concretamente 71 toneladas. Las propias cubas de lavadoras, con un total de 398 botellas de plástico –60 por unidad– o cáscaras de huevo o almidón de maíz para los frigoríficos. Este proyecto "no es solo reciclar productos, también es recoger lo que generamos", apunta Manuel Royo, director de la compañía en España.

Con todo, casi el 15 % de cada uno de los electrodomésticos es reciclado a fin de salvar al mundo de los microplásticos. ¿Es poco?, se preguntan, y quizá sea así, pero es un camino que hay que recorrer. Añaden, además, que para que un elemento reciclado se pueda tener en cuenta, tiene que ser duradero. Y también que no aumente el precio del producto. "Más de los 80 % de los hogares dicen que el medioambiente es un problema de ataque inmediato y un 40 % está dispuesto a pagar más con un producto respetuoso", apuntan. Pero, ¿cuánto más?. "Entre un 5-10 % adicional", añade. Si le sumamos la coyuntura económica y crisis de componentes, la sensibilidad al precio aumenta. Porque aunque los microplásticos preocupen, la realidad es que la economía asusta más. Y todo, aunque nuestra lavadora sea un peligro público para el futuro. Y eso, debería preocuparnos.

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