Todos conocen el domicilio de Papá Noel. Incluso los odiadores de la Navidad saben que Santa vive en Laponia, en el Polo Norte. Desde allí, cada año, viaja con su trineo tirado por renos voladores para llevar regalos a todos los niños del mundo. ¿Pero cómo lo hace? Estamos hablando de miles de millones de regalos en solo unas horas. Esto puede parecer imposible en nuestro mundo, pero no en uno regido por las leyes de la física cuántica. Por eso, a la dirección de Papá Noel habría que añadirle un dato más: se sitúa en un hipotético Polo Norte ubicado en el mundo cuántico.
Son muchos los físicos que, de forma simpática, han calculado cómo podría Papá Noel hacer su trabajo en un mundo cuántico. Si viviera en el nuestro, tendría que recorrer cientos de millones de kilómetros en 31 horas. El día es algo más largo de 24, pero hay que tener en cuenta los cambios horarios. Para llegar a todo, su trineo tendría que desplazarse a una velocidad 6.000 veces mayor que la del sonido. Además, se sometería a fuerzas 17.500 veces mayores que las de la gravedad. Se pulverizaría, literalmente. Pero para nada es eso lo que ocurre.
Papá Noel cada año hace su recorrido sin problema y vuelve a su casa en el Polo Norte para pasar otros 365 días de merecido descanso. Esto sería posible en el mundo cuántico, pero veamos por qué.
La Laponia del mundo cuántico
Antes de empezar a hablar sobre las propiedades físicas de Papá Noel, es importante dejar claro que todas estas elucubraciones no tienen una validez científica real. Papá Noel es un ser mágico, eso es todo.
Pero, si no estuviese la magia de la Navidad de por medio, sí que es verdad que necesitaría un poco de física cuántica. Y es que, posiblemente, se movería sometido a algo conocido como principio de superposición cuántica.
Esto se aplica a partículas elementales, pero también a otras algo más complejas, como los fotones. En general, se aplica a cualquier partícula lo suficientemente pequeña para someterse a los principios de la física cuántica.
Si esto se cumple, una partícula puede estar en varios estados a la vez. Eso quiere decir que puede tener varias energías o varias posiciones a la vez, por ejemplo. Se explica muy bien con el experimento mental del gato de Schrodinger.
Este describe un gato encerrado en un caja en la que hay una sustancias radiactiva y un frasco con veneno. Encima del frasco, hay un martillo, sujeto a un detector de partículas alfa. Si el detector detecta una de esas partículas, activará un mecanismo por el que el martillo cae sobre el frasco, liberando el veneno. Esas partículas alfa podrían venir de una sustancia radiactiva que también se coloca en la caja. Hay un 50 % de probabilidad de que uno de los átomos de dicha sustancia se desintegre, liberando partículas alfa. En ese caso, el gato moriría. Si no, el gato seguiría vivo.
Según la física cuántica y el principio de superposición, el gato estaría vivo y muerto a la vez, ya que las partículas de la sustancia radiactiva pueden estar en ambos estados. Ahora bien, se suele decir que esto solo ocurre mientras la caja esté cerrada. Si se abre, el gato solo estará o vivo o muerto. Y esto también es aplicable a Papá Noel.
La medición rompe la magia
Según la física cuántica, este principio de superposición cuántica se mantiene mientras no se realicen mediciones. Al medir el estado de las partículas, solo puede detectarse uno. Por eso, al abrir la caja y mirar dentro, el gato estaría o vivo o muerto.
A pesar del empeño que ponen muchos niños en vigilar la chimenea en la noche de Nochebuena, ninguno ha podido ver a Papá Noel dejando los regalos. ¡Y menos mal! Si lo hicieran, se rompería la superposición cuántica y Santa ya no podría estar en dos posiciones a la vez. Es decir, no podría visitar simultáneamente varias casas, dejando regalos a todos los niños del mundo. Por eso se esconde tan bien.
Un superescudo para proteger el trineo de Papá Noel
Según físicos de la Universidad de Chicago, Papá Noel debería llevar en su trineo un escudo de iones. Estos quedarían unidos por un campo magnético, que rodearía el vehículo, evitando que el rozamiento del aire lo destrozase al moverse a velocidades desorbitadas.
Ya hemos quedado que Papá Noel puede estar en dos sitios a la vez, pero mejor que se mueva rápido, por si acaso.
En definitiva, ya sabemos que Papá Noel vive en un mundo cuántico. Quizás, antes de salir de su casita del Polo Norte, se inyecte unas partículas Pym, como las de Antman, para volverse pequeñito y viajar a través de ese mundo diminuto, regido por la física cuántica. Es una alternativa a la magia bastante interesante, no lo podemos negar.