Alrededor de la Tierra orbitan miles de objetos artificiales. Casi 26.000, según datos de la red de observación espacial de Estados Unidos a finales de 2022. La cifra va en aumento a medida que los nanosatélites se vuelven más rentables y empresas privadas y agencias espaciales públicas lanzan al espacio nuevos y más modernos dispositivos. Y todo ello se traduce en basura espacial. Satélites abandonados y restos de algún accidente espacial que orbitan hasta desintegrarse en la atmósfera. Aunque si son de gran tamaño, la atraviesan y caen en la Tierra.
Gran parte de los restos espaciales que orbitan en torno a la Tierra o que caen son producto de proyectos antiguos ya olvidados. En otros casos, se trata de piezas y fragmentos de algún que otro accidente espacial. Y como ocurre con los accidentes, son impredecibles. Pero esto no quita que se busquen responsables. En especial si un fragmento espacial cae en un país extranjero que poco o nada tiene que ver con ese fragmento. Y si le sumamos la legislación que pueda tener dicho país al respecto de basura, sea o no espacial, las consecuencias pueden dar pie a una crisis diplomática.
En el verano de 2023, un objeto del tamaño de un automóvil apareció en la costa oeste de Australia. Todo apuntaba a que se trataba de basura espacial. Aunque había caído en el mar, las corrientes lo habían arrastrado hasta tierra. El problema que tenían las autoridades era identificar quién era el propietario de esos restos. De tratarse de tecnología espacial, en otros tiempos hubiera sido fácil. O era de Estados Unidos o era de la URSS. Pero hoy en día hay más países con dispositivos en el espacio: India, China, Japón, la propia Union Europea y un largo etcétera.
Esta anécdota, que por suerte no implica daños personales ni materiales, recuerda a otros casos de basura espacial generada a partir de un lanzamiento accidental o directamente de un accidente espacial. Uno de ellos tuvo consecuencias diplomáticas más allá de las pérdidas económicas. Por suerte, no hubo víctimas. Pero sí hubo una multa pendiente de pagar.
El inesperado accidente espacial de Skylab
Skylab fue la primera estación espacial de Estados Unidos. La URSS le llevaba ventaja y ya había lanzado varias en el pasado: Salyut 1 en 1971, DOS-2 en 1972, Salyut 2 en 1973 y la Kosmos 557 en 1973. Así que la NASA se vio obligada a poner en marcha su propio proyecto para responder así a los logros espaciales soviéticos. Su nombre era Skylab, se lanzó en 1973 y estuvo en órbita hasta su reentrada en 1979.
Para entendernos, una estación espacial es, citando a Wikipedia, “una construcción artificial diseñada para hacer actividades en el espacio exterior (…). Se distingue de otra nave espacial tripulada por su carencia de un sistema de propulsión principal (…), y de medios de aterrizaje. Por su diseño, las estaciones espaciales están destinadas a orbitar la Tierra”. En la actualidad, contamos con la ISS, la Estación Espacial Internacional. Esta estación espacial es un proyecto conjunto entre Estados Unidos, Rusia, Japón, Europa y Canadá. Se puso en órbita por primera vez en 1998 y, si no hay cambios, su vida útil finalizará en 2028.
Pero volvamos a 1979. Ese año, la órbita de Skylab se fue degradando hasta que la estación espacial estadounidense se desintegró en la atmósfera terrestre. No del todo. Ya que en el verano de 1979 se detectó basura espacial en el océano índico y en Australia occidental. El motivo es que la Skylab estaba abandonada desde 1974. Tras varias misiones tripuladas, se dejó la estación espacial a su suerte. Y, finalmente, se decidió que reentrara en la atmósfera de manera planificada. Aunque nadie podía prever que diera pie a un accidente espacial. O más bien diplomático.
Bienvenidos a Esperance
Por regla general, las reentradas suelen hacerse de manera que los posibles restos caigan en zonas deshabitadas, normalmente en el océano. Pero como no es una ciencia exacta, puede producirse un accidente espacial como el que ocurrió en 1979 con la basura espacial que antes era Skylab. Algunos restos que no se desintegraron fueron a parar a Australia, a una zona rural. No hubo víctimas ni heridos. Pero, por si acaso, la NASA envió un destacamento a investigar lo sucedido.
La zona afectada se encuentra en el suroeste de Australia. En la región de Goldfields-Esperance. Su población principal es Esperance, Esperanza en inglés, con una población de 14.000 habitantes y que vive del turismo, la agricultura y la pesca. Y en 1979 recibieron la vista de varios investigadores de la NASA para comprobar lo ocurrido. Y, de paso, recuperar los restos de basura espacial de la Skylab. Sin embargo, también se llevaron una sorpresa: una multa de 400 dólares australianos por tirar basura de manera incontrolada en una zona protegida.
El libro It’s Only Rocket Science, de Lucy Rogers, aparece citado en varios artículos que recuerdan esta anécdota. Anécdota que no llegó a más porque, como decía, no hubo víctimas mortales, ni heridos, ni desperfectos materiales. Pero quién sabe si hubiera derivado en una crisis diplomática entre Estados Unidos y Australia de haber ido a más. Por suerte, el sentido del humor australiano imperó en esta ocasión. Según el encargado de relaciones públicas del Centro de vuelo espacial Marshall, y que acompañó al equipo de investigación de Skylab, “a nuestra llegada, el presidente del condado había preparado una parodia de ceremonia en la que un oficial del servicio de parques entregó una multa a la NASA por tirar basura”.
¿Qué fue de la multa?
Aunque la multa fue expedida como tal, al parecer no fue pagada, ya que se trataba de una broma por parte de las autoridades de Esperance a propósito de la visita de miembros de la NASA. Al no haber víctimas de por medio, claro está. Sin embargo, la historia de este accidente espacial, que podría haber acabado en crisis diplomática entre Estados Unidos y Australia, tiene más capítulos.
En 2009 se celebró el 30 aniversario de la reentrada de la estación espacial Skylab. En un programa de radio, el DJ Scott Barley pidió a sus oyentes que donaran dinero para, finalmente, pagar dicha multa. La cantidad solicitada se consiguió reunir. Con todo, y aunque el alcalde de Esperance restó importancia a la multa, invitó a Barley a visitar la población y a recibir las llaves de la ciudad en una ceremonia que, suponemos, fue tan paródica como la que se realizó en 1979 con los miembros de la NASA.