Lo mejor ha llegado al final. El argumento de The Continental: del mundo de John Wick, finalmente encontró su punto de equilibrio. También, su lugar en la saga a la que pertenece. El esperado enfrentamiento entre Winston Scott (Colin Woodell) y Cormac (Mel Gibson), estuvo a la altura de las expectativas. Mucho más, cuando la zona neutral de los asesinos de la Tabla Alta mostró sus secretos y exploró, por fin, en la mitología de la franquicia John Wick

A pesar de su aire apresurado, el tercer capítulo del spin-off enmendó varios de los errores de la serie. Entre ellos, el del mal desarrollo de sus personajes y un guion incapaz de profundizar en sus conflictos principales. Esta vez, la producción dejó a un lado su lento proceso de preparar las circunstancias para un enfrentamiento y lo retrató en toda su violencia.

Lo cual, por supuesto, pone de relieve el principal problema de los anteriores capítulos. La pregunta si eran necesarios, o incluso, aportan algo a la gran batalla final entre Winston y el gerente del Continental, es inevitable. En especial, porque la tercera parte de la historia, narra con agilidad y precisión todo lo que hay que saber para comprender el motivo y la extensión de la lucha.

Una organización con múltiples facetas

Mucho más, cuando finalmente el Hotel Continental, muestra sus métodos de protección. Lo que apela directamente a un sistema misterioso, emparentado con la idea que la Tabla Alta, es mucho más que una sociedad de asesinos. Resulta de enorme interés, cómo la trama, logra no solo humanizar finalmente a Winston,  lo que lo hace mucho más peligroso. A la vez, convertir a Cormac en un enemigo imparable.

Uno de los dos morirá en la tercera noche en que el mundo del crimen espera un nuevo líder. Por supuesto, los fanáticos de la saga John Wick saben de quién se trata. Pero el tortuoso camino hacia el final, está lleno de balazos, muertes y una buena cantidad de pulcras escenas de acción. 

Una serie que luchó contra lo predecible

Uno de los inconvenientes que debía superar The Continental: Del mundo de John Wick, era precisamente el anterior. Con un final predecible, ¿cómo lograr mantener a la audiencia interesada? La trama hizo un esfuerzo de concebir un mundo en el que Winston fuera algo más que una figura lóbrega. Falló en la medida que el personaje encarnado por Ian McShane, basó su interés y en especial, su fuerza en el misterio y su comportamiento ambiguo. 

La versión de la figura en la pantalla pequeña, más joven y a punto de convertirse en un monstruo desalmado, tuvo que mostrar una rápida transición entre ambas cosas. La producción lo logró a medias, brindando a su sed de violencia un propósito. Pero, también, un objetivo más allá de vengar la muerte de un pariente. La de controlar el Hotel Continental

Fue este giro, lo que permitió a la historia convertir a su tercer episodio en una bien planeada conclusión que cerró todos los hilos narrativos incompletos. Winston, vengó a su hermano, pero también, paladeó un tipo de poder que no podría obtener sin la violencia. Algo que el capítulo enfatizó mientras mostraba a los grupos criminales preparados para el choque. Winston pasó de ser un taimado negociador — como se mostró en John Wick 4— a un criminal de estrategia, capaz de enfrentarse a una organización gigantesca. Una, además, que le supera en medios y recursos para atacar. 

Un enemigo implacable ha nacido

Pero Winston no solo venció a la Tabla Alta — encarnada en Cormac — en su propio terreno. También comprendió — y con él, la audiencia — que su lugar era en ese universo jerarquizado en la que su sed de sangre y codicia brutal, era considerado una habilidad bien recibida. Para su cierre, The Continental: Del mundo de John Wick demostró de dónde provenía la serena habilidad del personaje para lidiar con criminales de toda índole y catadura. 

Pero por supuesto, esta es una serie que proviene de un universo violento y finalmente, mostró todo lo que tenía que dar. La batalla entre dos bandos fue, tal y como se esperaba, un despliegue técnico que recordó varias de las mejores escenas de John Wick 3: Parabellum. La serie conoce sus limitaciones y jamás alcanza la espectacularidad de la cuarta parte de la franquicia, pero sí la barroca muestra de brutalidad de su tercera entrega. 

Lo mejor del capítulo, son, sin duda, las escenas relacionadas con los gemelos Hansel y Gretel (Mark Musashi y Marina Mazepa). Sus peleas, cuerpo a cuerpo, recordaron varias de las secuencias con mejor sentido coreográfico de la saga cinematográfica. Lo peor, lamentable, es la actuación de Mel Gibson, que siguió sin mostrar algo más que un villano genérico de dientes apretados y muecas. Con todo, su interpretación mejoró lo suficiente como para sostener su extraña conclusión. 

Sin confirmación de una segunda temporada para la serie, el tercer capítulo bien podría ser su final. Lo cual deja en alto el listón para una narración que extiende, explora y sobre todo, demuestra que en el mundo de los asesinos, todavía hay mucho que contar. 

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