Israel se ha vuelto a convertir en el centro de titulares de medios de comunicación de todo el mundo, después de los brutales atentados cometidos por el grupo terrorista Hamas. Es curioso, pues solo estos crímenes llegan a los titulares. Los que se cometen contra el pueblo palestino continuamente pasan desapercibidos día tras día. Cuando no hay enfrentamientos desde el otro lado, el país sigue su vida, repleto de turistas que peregrinan entusiasmados y ajenos, consciente o inconscientemente, a la pesadilla que les rodea. Ese se considera una de los posibles detonantes del síndrome de Jerusalén, una rara condición mental por la que cientos de turistas en las últimas décadas han experimentado un brote psicótico al viajar a este lugar sagrado.

Es importante destacar que no es un síndrome clasificado como tal en el DSM-V, el manual en el que se describen todos los trastornos mentales. Tampoco está bien descrito científicamente, más allá de la observación de una cantidad muy significativa de casos. Pero estos son tantos que incluso existe en Israel un centro de salud mental, llamado Kfar Shaul, que se dedica al cuidado de estos pacientes.

Bueno, en realidad las puertas de este centro se abrieron en 1951 para cualquier turista que llegue a la ciudad sagrada con problemas de salud mental. Sin embargo, en las últimas décadas se ha hecho especialmente famoso por el tratamiento a personas con síndrome de Jerusalén. La diferencia entre estas personas y cualquier otro turista con problemas de salud mental es que todos tienen brotes psicóticos en los que, de un modo u otro, creen estar inmersos en un episodio de la Biblia, el Corán o la Torá. Esto es así, porque esta ciudad se considera sagrada para católicos, musulmanes y judíos. Ahora bien, a pesar de esos puntos en común, también hay diferencias entre unos pacientes y otros que han llevado a clasificarlo en tres tipos. 

Los tres tipos de síndrome de Jerusalén

Se considera que existen tres tipos de síndrome de Jerusalén.

Con trastornos mentales previos

En el primero, y posiblemente el más habitual, los pacientes tienen trastornos mentales previos muy marcados. Por ejemplo, es bastante común en personas con esquizofrenia. Cuando viajan a Israel, especialmente a Jerusalén, su condición puede agravarse, llevándoles a experimentar un brote psicótico, que debería tratarse como cualquier otro de los que suelen sufrir.

Marcados por la obsesión

El segundo tipo de síndrome de Jerusalén es el que afecta a personas que desarrollan algún tipo de obsesión, sin llegar a tener un trastorno mental bien diagnosticado. Puede darse en grupos o en personas individuales. Por ejemplo, se han dado casos de grupos cristianos acérrimos que, al viajar a Jerusalén, ven cómo varios de sus miembros empiezan a sufrir brotes psicóticos. O de personas obsesionadas con la religión de otra forma que, individualmente, experimentan ataques similares.

Poco habitual y sorprendente

Y finalmente está el tercer grupo, el más extraño y poco frecuente. Personas con una salud mental intacta que, al viajar a Israel, de repente comienzan a sentir síntomas de nerviosismo y ansiedad que acaban derivando en un brote psicótico. Estos casos de síndrome de Jerusalén son los menos frecuentes, con unos 42 casos reportados entre 1980 y 1993. Esas son las cifras oficiales hasta ese año, pero después se han detectado algunos más.

No es tan fácil de explicar como los otros dos tipos, pero sí que hay una hipótesis. Y es que se cree que podría tratarse de un choque mental entre las expectativas por viajar a un lugar sagrado y supuestamente apacible y encontrar un país constantemente en guerra en lugares como la franja de Gaza. Sin duda, los turistas que se encuentren ahora allí serán más propensos a desarrollar síndrome de Jerusalén, pero eso es lo que menos debería preocuparnos en una situación como la que se está viviendo actualmente.

En estos casos, los síntomas suelen desaparecer inmediatamente cuando los pacientes salen de Israel, de ahí que sea lo primero que se les recomienda.

Otras hipótesis sobre su origen

Más allá del impacto por la situación bélica de Israel y Palestina, existen otras dos hipótesis sobre el origen del síndrome de Jerusalén. 

Por un lado, podría ser que personas más susceptibles a desarrollar problemas de salud mental se vean abrumadas al verse en un lugar tan abarrotado y diferente, estética y culturalmente, a sus países de origen. De hecho, se compara con el síndrome del aeropuerto, otra condición no descrita en el DSM-V por la que algunas personas sufren en los aeropuertos brotes por los que incluso se les olvida quiénes son.

Por otro lado, como no podía ser de otra manera, es posible que esté implicado el síndrome de Stendhal, por el que algunas personas experimentan una enfermedad psicosomática transitoria al ver algo muy bello. 

Casos reales de síndrome de Jerusalén

En 1992, un turista canadiense inició un extraño altercado al intentar mover por la fuerza el muro de las lamentaciones de Jerusalén. Cuando la policía acudió al lugar, aseguró ser Sansón y explicó que debía mover el muro, porque no estaba en el sitio adecuado. 

Al comprobar que su juicio estaba alterado, se le llevó al centro Kfar Shaul, donde fue ingresado, pero se escapó rompiendo una ventana. Poco después, lo encontró una enfermera, quien logró devolverlo a la institución, hablándole como si realmente fuese el personaje bíblico de fuerza sobrehumana. Al parecer, el paciente tenía condiciones mentales previas, por lo que se le pautó su tratamiento habitual y pudo salir de Jerusalén igual que llegó. 

En 2017, un joven británico, Oliver McAfee, desapareció en un desierto israelí durante una peregrinación en bicicleta. Nunca se le encontró y no se sabe qué ocurrió. No obstante, se cree que pudo desorientarse a causa del síndrome de Jerusalén, pues algunas de las últimas personas en verlo aseguraron que había llevado su viaje de autoconocimiento a un extremo religioso que hacía sospechar sobre ello. 

muro de las lamentaciones
En 1992 un hombre intentó mover el muro de las lamentaciones asegurando ser Sansón. Crédito: Pauls Arps (Wikimedia Commons)

También en España

Un año más tarde, una joven española comenzó a mostrarse nerviosa durante un viaje a Jerusalén. Poco después, comenzó a hablar de supuestas molestias por un embarazo y a asegurar que el niño que traería al mundo era el Mesías. Fue remitida a ginecología y psiquiatría. El primer especialista constató que no estaba embarazada y que, de hecho, parecía que no había tenido nunca relaciones sexuales con penetración. En cuanto al segundo, habló de un brote psicótico, que pronto se relacionó con un posible caso de síndrome de Jerusalén.

En cuanto al último caso reportado, ha sido hace apenas unos días. Un turista estadounidense de 40 años fue detenido por romper dos estatuas romanas del museo de Jerusalén. Inicialmente se le acusó de fanatismo religioso, por haber atentado contra obras de arte cuyos principios estarían en contra de la Torá. No obstante, su abogado defensor ha alegado que el hombre sufrió un episodio de síndrome de Jerusalén.

Habrá que ver si es cierto o si se trata de una artimaña aprovechando un vacío en la literatura científica. No podemos olvidar que esta no es una enfermedad bien descrita. De hecho, en algunos casos incluso podría tratarse de sugestión, si las personas afectadas ya habían oído hablar del síndrome. Lo que está claro es que la realidad de Israel y Palestina es impactante. Se ha llegado a comparar el síndrome de Jerusalén con el de París. En este, algunas personas se sienten ansiosas al comprobar que la capital francesa no es tan bonita como la habían imaginado. Pero en este caso es mucho más que eso. En este caso, los turistas viajan buscando un lugar lleno de paz y encuentran un país sembrado por el más visceral de los odios. Como para no enfermar. 

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