4 de julio de 2023. Mientras una de las grandes potencias del planeta Tierra celebraba su día de Independencia, en Marte, el rover Perseverance ponía a prueba sus dotes artísticas captando una bonita foto del atardecer. La instantánea se ha hecho pública recientemente y ha llamado la atención de todo el mundo; porque, al contrario de lo que pasa en nuestro planeta, allí la puesta de sol es azul.
De hecho, los colores del cielo de Marte son totalmente opuestos a los terrestres. Durante todo el día, el ambiente se colorea de rojo, dando al planeta un aspecto infernal. Sin embargo, cuando amanece o cae la tarde, el cielo se torna azul. Una puesta de sol azul puede ser tan bonita como las nuestras, a las pruebas de Perseverance nos remitimos. Pero, dejando a un lado la parte estética de todo esto, ¿a qué se deben esas diferencias?
Hay varias, en realidad. Pero, a grandes rasgos, la composición de la atmósfera es el factor principal por el que la puesta de Sol en Marte es tan diferente a la nuestra.
Los colores del cielo terrestre
Antes de hablar de la puesta de Sol de Marte captada por Perseverance, vamos a ver a qué se deben los colores del cielo en la Tierra.
Aunque nos parezca amarilla, la luz del Sol es blanca, ya que está compuesta por todos los colores del arcoiris. No hay más que ver cómo se descompone al atravesar un cristal o, mucho más natural, las gotas de agua de la atmósfera. Está compuesta por diferentes frecuencias, que se ordenan de manera que las más bajas se corresponden con azules y violetas y las más altas con tonalidades rojizas y anaranjadas.
Cuando esa luz incide sobre una superficie, dependiendo de cuál sea su composición, habrá unas longitudes de onda que se absorban y otras que se reflejen, siendo este el motivo por el que vemos colores distintos. Por ejemplo, cuando vemos algo negro, significa que se ha absorbido la mayoría de la radiación. Si es blanco, se refleja casi todo. Y si se ve azul, habrá reflejado las frecuencias más bajas y absorbido las más altas. Así con todos los colores.
En el caso del cielo, no es una superficie, pero en la atmósfera hay partículas de gases en las que también incide la luz. Y es precisamente la composición de esas partículas la que le da color al cielo. La atmósfera terrestre se compone mayoritariamente de oxígeno y nitrógeno. Estos elementos tienden a absorber las frecuencias azules y reflejar las rojas.
Por eso, de día vemos el cielo azul. El sol está alto, encima de nuestras cabezas, de modo que tiene que recorrer muy poca atmósfera para llegar hasta nosotros. Esto significa que la luz choca con muy pocas partículas y llega a nuestros ojos casi intacta, reflejando sus frecuencias más bajas. De hecho, podría decirse que el cielo se ve violeta, pero los ojos humanos son mucho más sensibles al azul, por eso lo vemos con ese característico tono turquesa.
En cambio, durante la puesta de sol y el amanecer, el astro rey está muy bajo. Por lo tanto, tiene que recorrer más atmósfera hasta llegar a nuestros ojos, no cae directo como el resto del día. Al recorrer más atmósfera, se encuentra con más partículas, que absorben las frecuencias azules y violetas, dejando que se refleje una mayor proporción de rojo/naranja.
La puesta de Sol de Marte captada por Perseverance
Hay dos motivos por los que la puesta de Sol de Marte es tan diferente a la nuestra. Para empezar, el planeta rojo está más lejos del Sol que la Tierra, por lo que la cantidad de luz que le llega es diferente.
Pero ese no es el motivo más importante. La principal razón de estas diferencias es la composición de su atmósfera. En su caso, hay mucho polvo rico en hierro, que actúa de forma totalmente opuesta al oxígeno y el nitrógeno. Tiende a absorber el rojo y reflejar el azul. Por eso, durante el día, deja todo el rojo visible. Pero, por la tarde, con la puesta de Sol, la luz choca con muchas de estas partículas de hierro, que absorben el rojo, dejando que se refleje la región más azulada del espectro.
En definitiva, lo que captó Perseverance fue algo así como el negativo del cielo terrestre. Cuando nosotros tenemos rojo, en Marte tienen azul, y viceversa. Eso hace aún más bonita la puesta de sol y aviva muchísimo las ganas de tantos seres humanos de que llegue el día en el que, igual que la humanidad pisó la Luna, puede caminar también sobre territorio marciano.