¿De qué color era el caballo blanco de Santiago? Seguro que has escuchado alguna vez este acertijo, pensando que su respuesta es más que obvia. Y a grandes rasgos lo es, desde luego, pero se puede concretar. ¿Cómo de blanco era? Y es que, aunque nos puede parecer que solo existe una variedad de este color, en realidad hay una amplia gama. No hay más que ver la hazaña de un equipo de científicos de la Universidad de Purdue, que acaba de desarrollar la pintura más blanca del mundo. Esto, además de ser un gran récord, tiene utilidades muy beneficiosas para el planeta, pues puede ayudar a combatir el cambio climático.
No es la primera vez que estos investigadores consiguen algo así. De hecho, hace un año ya presentaron una pintura blanca que reflejaba el 95’5% de la luz. Esta, sin embargo, va mucho más allá, alcanzando un casi perfecto 98’1%. Puede parecer poco cambio, pero la diferencia en las consecuencias es abismal, como bien puede leerse en el estudio que acaban de publicar en ACS Applied Materials & Interfaces.
¿De dónde viene el color blanco?
Para comprender el éxito de esta pintura blanca, es importante recordar de dónde vienen los colores. En realidad, que veamos un objeto de un color u otro depende de cómo se absorbe o refleja la luz.
La luz visible está compuesta por diferentes longitudes de onda, que se corresponden con todos los colores del arco iris. Cuando esta incide sobre una superficie, su composición y su textura favorecerán que se absorban o se reflejen diferentes longitudes, dando lugar a los colores. Los dos casos más extremos son el blanco, correspondiente a una reflexión total, y el negro, que se da cuando toda la luz se aborbe, dando lugar a la oscuridad.
Por eso, una pintura blanca será más blanca a medida que sea capaz de reflejar más luz. Pero esto no solo está relacionado con el color que vemos. Además lo está con la temperatura, ya que la luz también aporta calor. Si se refleja, por ejemplo al incidir en una pared, se evitará que ese calor pase al otro lado.
Pintura blanca para combatir el cambio climático
Esa reducción de la temperatura es la razón por la que la pintura blanca de estos científicos puede combatir el cambio climático.
Al usarse para pintar paredes o techos, es capaz de reducir la temperatura por debajo de la ambiente. Esto provocaría que las personas que se encuentran en el interior de la vivienda no requieran el uso del aire acondicionado. Así, se ahorraría energía, se reduciría el gasto en combustibles fósiles, y la liberación de carbono que esto supone, y se evitaría que estos aparatos liberen calor al exterior.
Con la pintura blanca del año pasado, lograron reducir la temperatura hasta 1’7ºC por debajo de la ambiental. Esto suponía una potencia de enfriamiento de 37 vatios. Ahora, con un aumento en el porcentaje de reflexión de solo un 2’6%, han conseguido bajar la temperatura 4’5ºC y aumentar la potencia hasta 117 vatios. Además, este enfriamiento con respecto a la temperatura ambiente se logra incluso en invierno. Ya la otra tenía cierto potencial en la lucha contra el cambio climático, pero esta puede ser mucho más efectiva.
Jugando con las partículas
Solo queda saber cómo han logrado obtener la pintura más blanca del mundo. Pero antes, veamos cómo obtuvieron la del año pasado. En aquella ocasión, usaron partículas de carbonato cálcico suspendidas en un medio de pintura acrílica. El carbonato cálcico es una sustancia que se encuentra, por ejemplo, en la tiza y el mármol y que se caracteriza por un intenso color blanco. Dio muy buenos resultados, como bien muestra el porcentaje, pero estos científicos pensaban que podían llegar más lejos.
Por eso, esta vez han mantenido la base acrílica, pero han cambiado el carbonato cálcico por sulfato de bario. No es un ingrediente nuevo para quienes trabajan con pigmentos, pero ellos optimizaron aún más su potencial blanqueante. Lógicamente, a más sulfato de bario, más blanca sería la pintura. Pero llegaba un momento en que era demasiado, comprometiendo la integridad del producto, que quedaba quebradizo y escamoso al secarlo.
Para solucionar este problema, decidieron jugar con el tamaño de las partículas. Al emplear unas más grandes que otras, se conformaban de modo que el resultado final era suave y homogéneo, pero a su vez reflejaba casi el máximo posible de luz. Esto ocurría aproximadamente con una concentración del 60% de sulfato de bario en el medio acrílico.
Los responsables de esta investigación no creen que sea probable aumentar ese 98’1% que han alcanzado. Sin embargo, consideran que es una cifra más que suficiente para ayudar a combatir el cambio climático.
Es una gran noticia, pero no es lo único que nos enseña este estudio. También demuestra que los anuncios de detergente no mentían cuando hablaban de un blanco más blanco. Aunque el mecanismo para obtenerlo no tenga nada que ver con lejía ni jabones.