A Unity le ha estallado una bomba en las manos. Después de la controversia que se generó tras el anuncio de una nueva política de precios que obligaría a los desarrolladores que utilizan su motor gráfico a pagar una tarifa por cada instalación de sus juegos, la compañía no ha tenido más remedio que recular, disculparse y prometer cambios para enmendar la situación.

En un escueto mensaje publicado en X (Twitter), Unity ha pedido perdón "por la confusión y angustia" que generó su anuncio. La compañía indicó que se aplicarán modificaciones a la nueva estrategia de monetización que entrará en vigencia el 1 de enero de 2024. Sin embargo, evitó brindar mayores detalles y aseguró que las novedades se darán a conocer próximamente.

De esta forma, desde Unity han tratado de calmar las aguas tras una semana de caos. "Los hemos escuchado. Nos disculpamos por la confusión y la angustia que causó la política de tarifas de Runtime que anunciamos el martes. Estamos escuchando, hablando con los miembros de nuestro equipo, la comunidad, los clientes y los socios, y haremos cambios en la política. Compartiremos una actualización en un par de días. Gracias por sus comentarios honestos y críticos", comunicaron a través de la red social.

Claro que la desconfianza entre los desarrolladores que dependen de este motor gráfico todavía está en niveles muy altos. Y toda la industria de los juegos ahora ha puesto sus ojos sobre Unity para ver cómo sale del embrollo en el que se ha metido. Que Geoff Keighley, el creador del Summer Game Fest y los Game Awards, y probablemente una de las personalidades más influyentes del sector, haya reclamado ver los cambios prometidos, no es un detalle menor.

Los estudios que dependen de esta tecnología, especialmente los independientes, no solo ven la nueva política de precios como un perjuicio económico, sino también como una violación de la confianza. Es que Unity no solo anunció una política de precios abusiva sin dar previo aviso, sino que, además, eliminó sus términos y condiciones de uso de GitHub.

Unity se disculpa y promete cambios en su nueva política de precios

Unity

Si no entiendes muy bien el porqué de tanta controversia en torno a Unity, lo repasamos brevemente. El martes pasado, los creadores del motor gráfico anunciaron que a partir del 1 de enero de 2024 entraría en vigencia una nueva política de precios que obligaría a los desarrolladores a pagar una suerte de regalía por cada nueva instalación de sus juegos.

La tarifa establecida por los dirigidos por John Riccietello entraría en efecto cuando se cumplieran dos umbrales: si el juego superaba las 200.000 instalaciones totales desde su lanzamiento y si había generado ingresos mayores a los 200.000 dólares en los últimos 12 meses. Una vez sobrepasados ambos límites, los desarrolladores tendrían que pagar hasta 20 centavos de dólar por cada nueva instalación.

Vale aclarar, de todos modos, que la tarifa de Unity Runtime no sería idéntica para todos. Lo citado en el párrafo anterior aplicaría a los suscriptores de los planes Unity Personal y Unity Plus. En el caso de los usuarios de Unity Pro, el "impuesto" a cada nueva instalación iniciaría en 15 centavos de dólar, una vez que sus juegos alcanzaran 1 millón de instalaciones totales y 1 millón de dólares en ingresos durante los últimos 12 meses.

Para quienes dependieran de Unity Enterprise, las condiciones serían las mismas que las de Unity Pro. No obstante, la tarifa por cada nueva instalación sería ligeramente inferior: o,125 dólares.

La ira de los desarrolladores

Los desarrolladores que utilizan Unity en sus videojuegos pusieron el grito en el cielo inmediatamente. En muchos casos expusieron que un plan de este tipo los llevaría a la ruina. Esto, debido a que, dependiendo de la popularidad del juego, se podrían generar gastos previamente no contemplados por decenas o cientos de miles de dólares. Una situación que golpearía con mayor fuerza a los estudios pequeños e independientes.

Pero que la aplicación de la tarifa haya sido de forma unilateral, con poca claridad y sin mayores explicaciones, probablemente sea lo que más enojo ha causado. Después del anuncio original, Unity trató de explicar la situación, aunque no logró apaciguar a los creadores.

Según la compañía, más del 90 % de sus clientes no se verían impactados por la nueva política de precios. También aseguró que la tarifa aplicaría únicamente a nuevas instalaciones realizadas desde el 1 de enero de 2024. Además, no se contemplarían reinstalaciones ni "instalaciones fraudulentas" —copias pirateadas, por ejemplo—. En tanto que tampoco se cobraría por los juegos web o en streaming, ni en instalaciones derivadas de iniciativas de caridad. En este último caso, estimamos que se refiere a paquetes como los Humble Bundle o similares.

Pese a la aclaración, la relación entre los estudios y Unity parece haberse roto. Suponiendo que la nueva estrategia impacte en el 10 % de los desarrolladores, los afectados serían alrededor de 23.000. Un número no menor y cuya estimación se desprende de un informe para inversores de 2022. Allí, la compañía aseguró que 230.000 creadores usaban su motor y servicios en más de 750.000 juegos.

Mega Crit, creadores de Slay the Spire anunciaron que migrarán el desarrollo de un nuevo juego a otro motor gráfico si no se revierten los cambios y se implementan protecciones a los términos y condiciones de uso. Innersloth, los creadores de Among Us, también han sido muy críticos al respecto.

Un clima interno desastroso

El caso de Unity no solo ha generado descontento entre la comunidad de desarrolladores de videojuegos. Dentro de la compañía las cosas tampoco están fluyendo de la mejor manera. En 2022, la firma despidió a unos 600 trabajadores, y las finanzas siguen sin ser buenas. En su más reciente informe financiero, los de John Riccietello informaron pérdidas por más de 880 millones de dólares.

Los ánimos están tan caldeados que la semana pasada se cerraron 2 oficinas de Unity —una en Austin, Texas, y la otra en San Francisco, California— debido a la aparición de "amenazas de muerte creíbles". Luego se supo que las mismas habían sido generadas por un empleado de la empresa.

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